El fracaso de los ministros de defensa civiles (IV)

Publicado: 2007-07-25   Clicks: 2850

 

Por coronel Luis Alberto Villamarin Pulido

Publicado el 25 de Julio 2007 9:58 PM en el Diario El Tiempo de Bogotá-Colombia

http://www.eltiempo.com/blogs/analisis_del_conflicto_colombiano/2007/07/el-fracaso-de-los-ministros-de.php

 

   Doce ministros de Defensa civiles, (a razón casi uno por año),  diez comandantes generales de las Fuerzas Militares ( a razón de casi uno por año), nueve comandantes del Ejército (a razón de  casi uno por cada dos años), mientras el secretariado de las Farc se ha mantenido igual durante los últimos veinticinco años, dan la tónica para deducir que ni ha habido política general de Defensa Nacional, ni estrategia concreta de seguridad nacional durante los 16 años consecutivos que la cartera de defensa ha sido ocupada por un funcionario civil sin el perfil adecuado para el cargo.

   Durante este periodo han sucedido episodios determinantes en la pervivencia crónica del sangriento conflicto colombiano, sin que los ministros de defensa civiles, que debieran ser las cabezas visibles del Estado en la lucha contra el narcotráfico, el terrorismo y la violencia, hayan asumido alguna responsabilidad política.

   El amañado sometimiento a la justicia del capo Pablo Escobar y su vergonzosa fuga del hotel de cinco estrellas apodado cárcel de la Catedral, es el inicio de la prolongada cadena de sucesos aberrantes pero trascendentales en la evolución del conflicto armado.

    En el orden político, las Farc manosearon a los presidentes Gaviria, Samper y Pastrana, desde la iniciación de conversaciones en Cravo Norte, hasta la vergonzosa entrega de la soberanía nacional en el Caguán y cinco municipios aledaños. Al mismo tiempo, financiadas por el narcotráfico crecieron las redes internacionales de las Farc, las milicias bolivarianas y las Ong´s proclives al ideario subversivo, incrementaron los trabajos de propaganda en todo el planeta.

     Entretanto los cultivos de coca crecieron seis veces, la capacidad armada de las Farc se multiplicó por cinco, la del Eln por siete y la de las AUC por veinte. Durante este lapso, los terroristas iniciaron a destruir poblados mediante el empleo de los letales cilindros-bomba, degradaron el conflicto por medio de masacres y persistentes violaciones al derecho internacional humanitario, hasta colocar a la apática población civil frente a una dramática encrucijada.

     Las constantes ofensivas terroristas contra la población civil y la infraestructura económica, sumadas a los desaciertos tácticos con connotaciones estratégicas cometidos por tropas indisciplinadas o mal comandadas, dieron pie para que primero los terratenientes y luego los narcotraficantes se apropiaran de cuadrillas de forajidos, que hicieron “limpieza” del adversario, por medio de los mismos métodos utilizados por las guerrillas comunistas.

     El flujo de inmigrantes desde Colombia hacia España, Estados Unidos, Ecuador, Costa Rica y Brasil se triplicó, con la obvia salida de un alto porcentaje de personas con alto nivel educativo, cuyo talento por lo general queda relegado a segundo plano, pues deben dedicarse a otros trabajos para sobrevivir. A la emigración forzada con la obvia fuga de cerebros, se suma la ingente fuga de capitales, que desde luego afecta la economía nacional en forma negativa.

     La principal razón de la elevada emigración es la violencia que limita la inversión, genera desempleo, aumenta la recesión económica e induce a la búsqueda del dinero fácil en un ambiente donde el narcotráfico fulge como un atrayente espejo, para satisfacer gustos temporales y a menudo cambiantes dentro de la voraz sociedad de consumo.

     Durante los 16 años de dirección civil en el Ministerio de Defensa, aumentó en forma dramática el desplazamiento forzado de miles de campesinos, obligados a salir de sus parcelas, so pena de ser fusilados por la guerrilla o las Auc, quienes se apropiaron de sus tierras para implantar una reforma agraria de facto. Mas de tres millones de hectáreas altamente productivas, pasaron a manos de los terroristas de ambas facciones, sin que hasta la fecha ningún órgano de control haya exigido una explicación clara y precisa a los sucesivos ministros de defensa, desde 1991 a la fecha.

     Quizás como argumento a su favor, que durante este periodo aumentaron los resultados operacionales de las Fuerzas Militares, hubo modernización tecnológica de las instituciones armadas y mejoró la dotación. No obstante esta mejoría, es producto de la evolución del conflicto y de la actitud reactiva frente al inusitado crecimiento de la guerrilla financiada por el narcotráfico.

     Ninguno de los ministros de defensa civiles ha encabezado un plan estratégico de operaciones militares con soluciones sociales o acción cívico-militar, debido a que este concepto ha sido resumido en jornadas de apoyo comunitario sin continuidad programada y sin la participación de los entes estatales obligados a buscar salidas a la compleja problemática socio-económica de los colombianos de estratos bajos.

     La respuesta del estado contra la agresión narcoterrorista durante el periodo 1991-2007, ha sido una sumatoria de acciones militares tácticas sin respaldo ni vinculación  integral de los tres niveles de gobierno. Por ese motivo la guerra no ha tenido alteración en la balanza de los años noventa. Seguimos inmersos en el empate estratégico de sumatoria cero puntualizado por Pizarro.

     En la medida que crecen las cuadrillas de las Farc, las bajas en combate y fuera de combate siguen siendo en promedio del 35% al 40%, sumadas entre desertores, enfermos, lisiados, muertos en accidentes y dados de baja en el campo de batalla. Es el mismo promedio desde que aparecieron las Farc. Si ahora hay mas desertores acogidos al plan de desmovilización y reinserción, no es porque la balanza se haya ladeado a favor del Estado, es porque las guerrillas han crecido matemáticamente, pero en realidad los promedios de bajas guerrilleras se mantienen iguales.

      Es hora de hacer un alto en el camino, dejar atrás el que dirán y la insulsa convicción que el Ministerio de Defensa necesita un civil al frente, porque los resultados y los hechos demuestran que además del evidente fracaso de esta política, solo buena para incrementar cuotas burocráticas y permitir a los políticos meter la mano en un presupuesto que les era vedado, es necesario pensar y actuar en Colombia, devolviéndo el ministerio a los militares, sea un general activo o un oficial retirado con claros conocimientos de la estrategia enemiga. Ya a nadie convence el cuento chino, que tener a un civil en este cargo es saludable para la democracia porque asi sucede en Latinoamérica, ni mucho menos que es para encajar dentro del esquema de los derechos humanos, pues esas son imposiciones de tinte izquierdista y populista que en nada coadyuvan a resolver el conflicto armado

      Vale la pena recordar la frase del general Douglas Mc Arthur: “La historia del fracaso de las guerras puede resumirse en dos palabras: Demasiado tarde”

      Que no sea demasiado tarde para recapacitar y buscar al persona idónea para dirigir la estrategia de seguridad nacional, integrada a un plan de desarrollo prolongado en el tiempo, enfocado a erradicar la pobreza y el desempleo, manipulada por los comisarios políticos de la guerrilla para reclutar terroristas.

 

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

Analista de asuntos estratégicos

www.luisvillamarin.com

 

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