Relaciones civiles-militares en la era Uribe: Aciertos y desaciertos

Publicado: 2007-07-30   Clicks: 2604

 

Por Escritor-estratega

Coronel Luis Alberto Villamarin Pulido

Publicado el 30 de Julio 2007 10:47 PM en el Diario El Tiempo de Bogotá-Colombia

http://www.eltiempo.com/blogs/analisis_del_conflicto_colombiano/2007/07/Relaciones-civilesmilitares-en.php

     La debilidad de carácter y el desgobierno de Andrés Pastrana, forzaron a los colombianos a elegir con abrumadora votación en primera vuelta al dirigente liberal antioqueño Álvaro Uribe Vélez, cuyo discurso encarnaba el sensato deseo del pueblo colombiano de detener el aberrante y vergonzoso crecimiento del reino del terror impuesto por las Farc durante 20 años de ausencia de autoridad iniciado por Belisario Betancur y cerrado por Andrés Pastrana.

     No obstante ser visto como el hombre apropiado y el mas capaz para dirigir al país, durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez la relación civil-militar ha sido demasiado vertical, autoritaria y rodeada de características singulares. Recién posesionado el presidente Uribe cometió el primer desacierto en la conducción de la guerra, pues sin consultar con los militares como lo vienen haciendo los presidentes desde 1991, designó como ministra de Defensa a una persona ajena al tema, sin formación de asuntos estratégicos de seguridad nacional y fuera de eso ansiosa de protagonismo mediático.

      Para colmo de males, nombró al general Jorge Mora como comandante de las Fuerzas Militares, pese a que durante los cuatro años anteriores, en condición de comandante del Ejército, el general Mora Rangel  se prestó para que la institución militar fuera pisoteada con la entrega de la sede de un batallón a expensas de los terroristas de las Farc, solo para satisfacer el ego del presidente Pastrana ansioso de ser galardonado con el Premio Nóbel de Paz. Además, Mora fue el responsable de estruendosos fracasos operacionales en El Billar, Coreguaje, Pavarandó, Mutatá, Granada, El Dorado, Gutiérrez, San Juanito, etc.

     Por roces con la ministra de Defensa debido al ferviente deseo del general y la inepta ministra, de controlar por su cuenta las compras de víveres para las tropas, ambos fueron retirados del servicio público de manera discreta. Luego el presidente Uribe nombró Comandante General de las Fuerzas Militares al general Carlos Ospina, persona carente de liderazgo y con muchas dificultades para establecer comunicación retroalimentada con los subalternos. Debido al alejamiento de Ospina con los comandantes de las tropas, el Presidente Uribe terminó metiendo la mano dentro de las instituciones castrenses y de manera arbitraria, ordenó el llamamiento a calificar servicios de varios generales. Mientras tanto, al interior de las Fuerzas Militares, los comandantes de brigadas y divisiones han tramitado muchas solicitudes aprobadas por la Junta Clasificadora para retirar del servicio activo a diversos oficiales, situación que se ha extendido durante el comando del general Padilla De León, y que producto de las pasiones humanas se ha prestado para producir algunos retiros debido a problemas personales, mediante decisiones en las que las verdaderas perdedoras son Colombia y las Fuerzas Militares.

      Luego, el presidente Uribe designó como ministro de Defensa al empresario Alberto Uribe, persona difícil, de escasa ascendencia entre las tropas y con muchas limitaciones para atender los voraces medios de comunicación. En su reemplazo llegó un desconocido, que dio la pauta para pensar que a la cartera de Defensa podría llegar cualquier amigo del presidente, sin importar su perfil profesional y sin que esa persona fuera la idónea para ganar la guerra al terrorismo. Como este señor tampoco dio la talla, el presidente Uribe aprovechó el cambio de mandato, para nombrar uno nuevo ministro de Defensa Civil y se volvió a equivocar.

       El actual ministro de Defensa está en campaña presidencial desde la década de los noventa. Carece de liderazgo dentro de las tropas y tampoco conoce la estrategia adversaria. En su condición de delfín de una familia con antecedentes en el poder político, tiene amplias aspiraciones personales, pero carece de suficiente sintonía con las tropas. Santos no alcanza a generar la ascendencia del presidente Uribe, quien como lo hemos dicho en otros escritos, pareciera ser mucho director de orquesta en comparación con los músicos que integran su equipo de trabajo.

       A su innegable capacidad de trabajo, convicción personal de combatir contra las guerrillas y firmeza de autoridad, el presidente Uribe le ha agregado un ingrediente que influye de manera negativa dentro de la institución, pero que nadie ha sido capaz de decirle: Ha desmotivado a muchos oficiales quienes observan atónitos como son retirados del servicio activo oficiales de alto rango, con largas y meritorias carreras. Todo esto, producto de la ausencia de comunicación fluida entre el Presidente y el mando militar, entre otras cosas porque en lugar de servir de puente para estos casos, los ministros de Defensa civiles han sido neutros e indiferentes frente esta cruda realidad. Es evidente, que ni piensan en Colombia, ni en las personas que han sacrificado gran parte de sus vidas en la defensa de la institucionalidad, que les permite disfrutar de las mieles de la burocracia.

 

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

Analista de Asuntos estratégicos

www.luisvillamarin.com

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