Bojayá, Machuca y el Palacio de Justicia: Símbolos del terrorismo comunista

Publicado: 2007-08-22   Clicks: 2822

       Por coronel Luis Alberto Villamarin Pulido
       Escritor-estratega
       Publicado el 22 de Agosto 2007 10:17 PM en el Diario El Tiempo de Bogotá Colombia
       http://www.eltiempo.com/blogs/analisis_del_conflicto_colombiano/2007/08/Bojay-Machuca-y-el-Palacio-de-.php
 

      Tres hechos diferentes y una sola verdad: Las Farc, el Eln y el M-19 (de los ochentas), constituyen grupos terroristas inspirados por distintas vertientes del marxismo-leninismo. Por aparte, los tres, perpetraron en Colombia tres holocaustos de enormes dimensiones, pero en ninguno de los casos han asumido la responsabilidad ni la sociedad los ha responsabilizado.

      Las Farc, primero de línea pro-soviética y ahora narcoterrorista, atacaron y arrasaron un templo católico lleno de feligreses en Bojayá-Chocó, un empobrecido poblado, perdido en la lejanía del olvido estatal y geográfico. En el criminal ataque perecieron más de cien personas pobres e inermes, a quienes los guerrilleros comunistas dicen defender y por quienes aseguran luchar, e inclusive se autodeclaran sus representantes.

     El Eln, por siempre pro-cubano, con un buen porcentaje en sus filas de exsacerdotes católicos apegados a los dictados de la Teología de la Liberación y al argumento del hombre nuevo (leáse un esclavo del marxismo-leninismo), dinamitó un oleoducto en el Nordeste Antioqueño, causando una mortandad horripilante y una catástrofe de descomunales dimensiones. Con la cobarde acción, los terroristas del Eln mataron mas de 100 personas y arrasaron el humilde caserío de Machuca o Fraguas, donde curiosamente tenían asentadas algunas estructuras clandestinas de las milicias populares y del fallido movimiento político A Luchar, es decir de algunos “nucleados” por su organización.

     El M-19 de origen comunista por haber surgido del seno de las Farc, luego virado en movimiento pro-cubano y untado hasta la médula de narcotráfico, atacó el Palacio de Justicia dada la debilidad de carácter personal y gubernamental de Belisario Betancur. En una orgía de sangre y terror generada por los asaltantes, complementada por la necesaria respuesta del Estado, murieron más de 100 personas.

     Sumados los tres casos, más de 300 colombianos perecieron como consecuencia de la ceguera terrorista y la agresividad procedimental, de quienes de dientes para afuera, hablan de cambio social, reforma agraria para los pobres, revolución socio-política y renovación del hombre.

     En cada uno de los tres grupos terroristas (Farc, Eln, M-19) han militado individuos que presumen poseer alto nivel intelectual, que se llenan de aspaviento porque han leído las obras completas de Marx, Engels, Lenín, Mao Tse Tung, Camilo Torres, Che Guevara, y mucho de lo que se ha escrito acerca de Ho Chi Minh, Fidel, Tito, Stalin, etc.

     Es mas se ufanan de ser muy “ilustrados” al respecto y no vacilan en expresarlo, pues según ellos este bagaje de información acerca de los terroristas mas famosos de la historia moderna y las doctrinas totalitarias que pregonan, les proporciona las herramientas necesarias para formular los cambios estructurales que llevarán a Colombia a “un paraíso comunista de bondades”.

     El cuento chino de siempre es que preexiste un determinismo histórico, una evidente forma de materialismo dialéctico y una realidad con el socialismo considerado por ellos, la etapa anterior al paradisíaco comunismo. Con este sofisma de distracción, reclutan incautos y envenenan mentes a donde llegan, y con esta mentira, justifican la barbarie comunista antes de tomar el poder así como los regímenes de terror instaurados cuando ya están al mando de los estados.

      Y cuando se les enrostra que los “gobiernos socialistas” aplican el terrorismo como medio de sostenimiento, evitan hacer referencia a Cuba, Cambodia, Corea, China, Yugoslavia, Albania, Unión Soviética o Hungría, donde los dictadores asesinaron o encarcelaron a miles de contradictores políticos; recurren al calculado artificio de poner como ejemplo el socialismo de Suecia, Francia o España, es decir manipulan la verdad de acuerdo con la conveniencia.

      El otro argumento  es que en Cuba hay educación y servicio médico gratis para todos. Desde luego no hablan de la opresión criminal de la dictadura castrista contra su propio pueblo.

      Por eso, para los comunistas o socialistas, como quiera llamárseles, todo lo que hagan tanto los comisarios políticos o los terroristas es perfecto, porque hace parte de su dialéctica, de las contradicciones de clase y del hecho que el fín justifica los medios, porque además la violencia es partera de la historia. Y a eso le llaman dizque socialismo científico…..

      Por eso mismo, para ellos, ni Bojayá, ni Machuca, ni el Palacio de Justicia, son acciones terroristas. Son acciones de guerra válidas dentro del proceso revolucionario socialista. Por extensión de la maquiavélica concepción, es el Estado el responsable de las víctimas, de tal forma que por arte de magia se exonera de responsabilidad a los verdaderos causantes de aquellos baños de sangre.

Y en algunos casos, con el mayor descaro se amnistían, llegan a senadores y hasta candidatos a la presidencia de la república, con la circunstancia agravante que la sociedad agredida se convierte en agresora y además les adeuda el reconocimiento a “la justicia de su prolongada lucha revolucionaria”, pues se convierten en moralistas de primer orden. Es el mundo al revés.

     Otros escudados en componendas salen del país, estudian en universidades donde los instructores conocen poco o nada de Colombia. Allí se gradúan o postgradúan en estudios políticos, sociología o historia latinoamericana, y de paso aprovechan el “papayazo” para incrustar en los anaqueles de consulta de las bibliotecas de esos centros educativos, torcidas versiones acerca de la realidad de la violencia que ellos mismos oxigenan y luego salen a difundir como víctimas.

     No es que al Estado no le quepa responsabilidad en todo esto. Al contrario la tiene y mucha, pues han sido los dirigentes políticos de los dos partidos tradicionales, los responsables del origen del problema, que luego aprovecharon con habilidad el partido comunista y los narcotraficantes. Pero, en medio de vaivenes y bandazos, los colombianos del común -a quienes no representan ni los politiqueros corruptos, ni mucho menos los terroristas del Eln, las Farc, el Eln o las Auc- son quienes soportan el embate de una guerra tan absurda como sin solución.

    Durante mas de un cuarto de siglo de permanencia en las filas del Ejército, entrevisté cientos de exguerrilleros del Eln, el Epl, las Farc y el M-19, o capturados o que se entregaron de manera voluntaria. En todos ellos encontré un común denominador: Son gente equivocada, manipulada, engañada y sometida a un persistente lavado cerebral, para que no deserten de las cuadrillas so pena de ser asesinados, o lo que  es peor, que sus familias sufran las retaliaciones por la eventual deserción. Pero el Estado colombiano, no ha sabido aprovechar esta debilidad de los terroristas, e inclusive la depredación causada por las autodefensas ilegales, termina de enredar el asunto.

     Cuando entrevisté a Johny el personaje central del libro En el Infierno, recordé toda la historia de José Jaime González Monsalve alias Andrés, mando medio de la cuadrilla Carlos Alirio Buitrago del Eln. Ambos eran campesinos iletrados, muy audaces en el manejo de las armas y la ejecución de tareas tácticas de guerrillas. A ninguno de los dos le temblaba el pulso para asesinar a quien no estuviera de acuerdo con la revolución socialista armada, la misma que con rudimentos definían como la antesala del comunismo.

     Uno discípulo de Tirofijo y el otro discípulo de los curas Manuel Pérez y Bernardo López Arroyave. Ni Johny entendía El Capital de Marx, ni Andrés entendía el complejo entorno teórico de la Teología de la Liberación. Pero ambos estaban en capacidad de reclutar para las guerrillas, a muchos campesinos analfabetas como ellos, enseñarlos a cometer actos vandálicos y a asesinar la vida en primavera, e inclusive, perpetrar acciones demenciales como los ataques terroristas contra el Palacio de Justicia, Machuca o Bojayá.

     Por aquellos días fue capturado por tropas de la Quinta Brigada en Bucaramanga el exseminarista y terrorista del Eln Francisco Galán, gracias a la delación de su pareja, un homosexual ofendido por las infidelidades de su amante. El cabecilla subversivo estaba drogado, había consumido demasiado alcohol y semejaba una piltrafa. Naturalmente que después, producto de la dialéctica comunista, los “elenos” dijeron que Galán había sido drogado y violado por el Ejército. En operación militar  subsiguiente, las mismas tropas capturaron en San Vicente de Chucurí al cabecilla de la cuadrilla capitán Parmenio del Eln.

     Los medios de comunicación registraron ambos hechos. Desde dos ángulos diferentes, los dos delincuentes  estaban identificados con el mismo tipo de guerra sanguinaria, impía y artera. Uno era el ideólogo, el versado en Lenín, Marx, y la Teología de la Liberación. El otro era el sicario despiadado, el asesino sin escrúpulos que colocaba minas quiebrapatas a la entrada de las casas de los campesinos que no comulgaban con el Eln en el Chucurí, y de manera curiosa tenía mucha cercanía con un sacerdote de la región, experto en instaurar torvas denuncias contra el capitán Gilberto Ibarra, quien combatía con éxito para salvar a los chucureños de la barbarie, producida por aquellos que en nombre de Dios, mutilan niños, mujeres y ancianos, con el argumento que ya se unieron el fusil y el evangelio en las manos de Camilo.

     Así como hay despistados, que sin comprender que ambos terroristas comparten la barbarie y opinan que Tirofijo es un salvaje, mientras que Alfonso Cano encarna la línea pensante de las Farc y podría ser el interlocutor de un proceso de paz, sucede con el Eln, pues aquellos sesudos intelectuales de esa guerrilla, que se precian de ser lectores avezados y sabihondos en sociología o política, son tan o mas terroristas que Andrés o el cabecilla de la cuadrilla capitán Parmenio, o que Johny el desertor de la guardia personal de Marulanda.

     Quizás son más asesinos, pues los “ilustrados” tienen la capacidad mental y los conocimientos teóricos para analizar, evaluar y medir las consecuencias jurídicas, sociales y morales de las acciones terroristas de sus grupos. Los bandidos como Johny, Andrés o el cabecilla de la Parmenio, son idiotas útiles, máquinas de guerra, asesinos por temor, tienen el alma envenenada por los sabihondos que se precian de haber leído cientos de tratados sociopolíticos y de haber estudiado diversos postgrados.

     Y una reflexión de cierre: ¿Necesitan los ideólogos del Eln, las Farc, el Epl, de tanto estudio y tanto conocimiento teórico para convertirse en asesinos o para cometer actos de barbarie tan terribles y detestables como las masacres de Machuca, Bojayá o el Palacio de Justicia?

 

 

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

Analista de asuntos estratégicos

www.luisvillamarin.co.nr

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