Cien años de la Escuela Militar de Cadetes

Publicado: 2007-06-20   Clicks: 3683

 

     Publicado en el Diario El Tiempo de Bogotá Colombia el 20 de junio de 2007

     Por Escritor-estratega

    El aluvión de guerras civiles, conflictos internos, inestabilidad política, odios fratricidas y desgobiernos, sucedidos después de la independencia de España, sumió a Colombia en un fenómeno crónico de enfrentamientos armados que pusieron en vilo la institucionalidad y el orden político vigente, con la circunstancia agravante que las Fuerzas Militares de aquellas épocas aciagas, hacían parte de fracciones banderizas y sus cuadros de mando formados en el quehacer castrense sin amplio fundamento científico militar, eran parte de uno de los dos partidos tradicionales.

    Terminada la absurda y desangrante guerra de los mil días, el general Rafael Reyes  se propuso profesionalizar el Ejército colombiano, sentar bases jurídicas y organizativas de un Ejército Nacional apolítico, a partir de una escuela de formación regida por principios y fundamentos legales de servicio a la nación, sin importar el color político del gobierno de turno. Para el efecto fundó la Escuela Militar de Cadetes el 1 de junio de 1907.

    Con el apoyo de misiones chilenas, alemanas, suizas y con el envío de oficiales distinguidos a estudiar ciencias políticas en otros países, la Escuela Militar se fue estructurando hasta constituir un modelo de formación militar en todo Latinoamérica.

     Quienes hemos pasado por sus aulas, patios de instrucción, pistas de entrenamiento, laboratorios de estudio y pertenecido a las filas del Ejército Nacional, expresamos en nombre de todos los colombianos la gratitud del país por la patriótica visión que se inculca la cadete, como referente ético para continuar la carrera de las armas y alcanzar el grado de general de la república.

    El cadete es un joven imberbe que abraza la profesión de las armas  se prepara para servir a Colombia en ambientes y situaciones difíciles, inclusive a costa de su propia vida. Esa es la filosofía y esa es la convicción básica de todo alumno de la Escuela Militar. Cien años después de fundada e instituida para formar los oficiales que comandarán los cuerpos de tropa a lo largo y ancho de la geografía nacional, la Escuela Militar mantiene en alto el ideal democrático, la apoliticidad y la convicción de servicio, sin importar las condiciones y las dificultades propias de una democracia erosionada.

    A lo largo de un siglo de existencia han desfilado por la Escuela Militar, personas valiosas y colombianos insignes, quienes dentro o fuera de los cuarteles han coadyuvado a construir el tejido nacional, proporcionar seguridad ciudadana o generar empleo desde la empresa privada en condición de oficiales retirados.

    La oración de la milicia de Pedro Calderón de la Barca, es referente para el cadete de ayer, de hoy y de mañana. La responsabilidad, la iniciativa, el compromiso, el cumplimiento, la honradez, la honestidad, la caballerosidad, el valor y muchas virtudes más, son pilares básicos que los comités de incorporación buscan en el perfil de los aspirantes y luego son norma de obligatorio seguimiento por los cadetes.

    El ascenso a Alférez constituye un paso fundamental en la carrera de quienes aprenden a mandar a partir de la obediencia y el respeto a la dignidad humana, al mismo tiempo que se estructuran los conocimientos y habilidades en los campos táctico, técnico, físico, sicológico, administrativo y operacional.

   Al cabo de tres o  cuatro años de permanencia en los claustros de Rionegro, el cadete recibe el sable que lo acredita como oficial de la república, lo cual le confiere el honor de portar las armas de la república, entrenar y comandar soldados en combate, administrar recursos en las unidades de destino y laborar en aras de la esquiva paz entre los colombianos.

     El día de la graduación, el nuevo curso de oficiales desfila ante la bandera de guerra y el resto de cadetes en estricta parada militar. Las emotivas gargantas de los nuevos oficiales entonan orgullosas:

     “A Colombia la patria querida, tan hermosa cual Dios la formó, consagremos con alma aguerrida, vida, sangre y dicha y honor…Ser cadete es magnífico nombre que demanda luchar y vencer, libremente escógelo el hombre que en su orgullo no supo temer…. Cual muralla la patria bandera, nuestros pechos tendrá por sostén, e inmortal trocaráse quien muera, por su gloria, su fuero y su bien”

    Ya en las batallones, los jóvenes oficiales inician el tortuoso peregrinar en busca de la paz asediada por el terrorismo comunista o la violencia de las autodefensas, ambas financiadas por el narcotráfico y estimuladas por un insaciable apetito de destruir lo bueno que tiene Colombia.

   Cien años después de su fundación en los viejos cuarteles de San Agustín en el centro de la capital, la Escuela Militar de Cadetes José María Córdova, continúa inmersa en la ineludible labor de preparar los futuros oficiales encargados de buscar la paz y la concordia entre los colombianos, es decir en pos del mismo propósito que inspiró la intención del presidente Rafael Reyes.

 

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

Analista de asuntos estratégicos

www.luisvillamarin.com

 

      Libros escritos por el autor

      1. Ganar la guerra para conquistar la paz, 2. El Eln por dentro, 3. El Cartel de las Farc, 4. En el Infierno, 5. Selva Roja 6. Drama, Pesadilla y Espectáculo, 7. Deyanira, canto de guerra y paz, 8. ¿Cesó la Horrible Noche?,      9. Cóndor en el Aire, 10. La Silla Vacía, 11. Martes de Horror, 12. Narcoterrorismo, la Guerra del Nuevo Siglo,        13. Conexión Al Qaeda, 14. Deliro del LIbertador, 15. Mágica Leyedna del Dorado, 16. Complot contra Colombia, 17. Operación Jaque.

 

 


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