Análisis del conflicto Colombiano
Mientras el país político exterioriza persistente malestar frente a la sinuosa gestión del ministro de Defensa Rodrigo Rivera en torno a la Seguridad Democrática, entre los oficiales y suboficiales, agentes de policía y soldados profesionales de la Reserva Activa de la Fuerza Pública, crece el descontento, derivado de la pobre e ineficiente labor de Rivera en torno a la defensa de los derechos prestacionales, vulnerados por inacción estatal desde 1992, con la venia de sucesivos presidentes , ministros de de defensa y ministros de hacienda.
Resulta increíble e inaceptable, que para que un pensionado de las Fuerzas Militares o de la Policía Nacional pueda acceder a que el Estado nivel su asignación de retiro de acuerdo a lo expresado en la ley desde 1992, tenga que recurrir a un abogado, que en el mejor de los casos, con avivatadas y leguleyadas, le quita el 30% de lo que le corresponde por derecho propio.
Hemos visto y escuchado al ministro Juan Lozano haciendo causa política personal con el tema, pero sin lograr nada concreto. La terquedad y falta de identificación gremial de la Caja de Sueldos de Retiro como si se estuvieran haciendo favores particulares al reconocer el pago de las sentencias ordenadas por juzgados, ha ahondado más el problema y la insatisfacción de los policías y militares retirados, que desde luego incide en la moral de los activos.
En reiteradas ocasiones los oficiales y suboficiales afectados se han manifestado por escrito, por medio de apoderados, o instalado frente al Ministerio de Defensa y hasta hay quienes han aprovechado el tema para lanzarse a corporaciones públicas con evidente tinte politiquero y en aras de sacar réditos particulares del drama de los afectados.
Nadie entendería tan exagerado nivel de deslealtad de todos los presidentes de Colombia desde 1992 en adelante, pues todos han sido beneficiados con la sangre y el sacrificio de militares y policías, hoy con limitaciones físicas o afectados por el paso de los años sienten la agresión de sucesivos presidentes que sin excepción, se han hecho los desentendidos con el problema.
Igual sucede con los exministros de Defensa y Hacienda. Todos los ilustres economistas, abogados, contadores, y politiqueros que han ocupado estas dos carteras, han hecho todo lo posible para eludir el tema. No les duele la situación personal y prestacional de quienes los pusieron en la gloria y hasta les permitieron ser candidatos a la presidencia (Pardo, Martha Lucia y Santos); candidatos a Fiscal General (Camilo Ospina y Juan Esguerra), y charlatanes como Rodrigo Llorea, Miguel Silva, Jorge Uribe y Gilberto Echeverri; o delincuentes de cuello blanco como Botero Zea y otro al que el general Bedoya no dejó posesionar.
Pero el caso más patético es el de Juan Manuel Santos, quien durante el lapso del problema, fue ministro de Hacienda, luego de Defensa y ahora presidente. Esto indica que Santos conoce a fondo el problema, y en contraste no ha hecho ni quiere hacer nada para resolverlo.
Los soldados y policías no necesitan que los ensalcen con elogios marrulleros y deslealtades simultáneas por debajo de la mesa. La entrega y abnegación de las tropas en combate a lo largo de la prolongada lucha contra el narcoterrorismo comunista, no tiene paralelo en el planeta. Los derechos laborales y prestacionales alcanzados por quienes han sacrificado todo por la patria, no son un invento ni un punto para hacer politiquería, o, actuar con menosprecio como lo han hecho los presidentes y sus ministros de Hacienda y Defensa.
¿Acaso es que es mas colombiano o merecen más Gaviria, Samper Pastrana, Uribe y Santos?, para que a ellos les paguen todos los beneficios prestacionales por haber sido presidentes, mientras que quienes expusieron sus vidas para que estos personajes algunos de ellos ineptos y mal recordados por las tropas, gocen todas esas garantías, son opacados y desconocidos hasta el extremo de violarles sus derechos.
Presidente Santos y Ministro Rivera: La reserva activa de las Fuerzas Militares y la Policía exigen que ustedes sean honestos con las instituciones armadas, que no finjan más lealtad en los cuarteles mientras las traicionan en la defensa de sus derechos. La lealtad es en los dos sentidos. No más palmaditas en la espalda, ni ofertas de medallitas a las tropas. Se requieren soluciones, y punto. A Dios lo que es Dios y al Cesar lo que es del Cesar.
Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Analista de asuntos estratégicos