Las Farc son las únicas favorecidas con las argucias de Colombianos por la Paz, la hipocresía mutua de Chávez-Santos y las pintorescas declaraciones del Obispo de Cali

Publicado: 2011-12-02   Clicks: 3403

       “No nos crean tan pendejos” y al “perro no lo capan dos veces” dijo Santos ante los medios de comunicación, para descalificar el cínico y descarado mensaje de las Farc, tras la masacre a sangre fría de tres policías y un militar que tenían secuestrados en las selvas del Caquetá.

     Pero, olvida Santos, que su mutua hipocresía con Chávez, solo ha servido para que las Farc se sientan más tranquilas al otro lado de la frontera y  como lo citó esta misma columna hace 15 días, para que los bloques encabezados por Timochenco, Márquez y Mauricio tengan paso franco y seguro en tres sectores definidos, con la complicidad del gobierno venezolano.

     En adición, como si el dolor de las familias de los secuestrados y la indignación generalizada de los colombianos contra las Farc no tuvieran el eco respectivo, apareció de nuevo Piedad Córdoba a meterle palos a la rueda, contra el sentimiento nacional de repudio contra las Farc, derivado de la forma siniestra, depravada y malévola como han jugado con los secuestrados, cuyas vidas es lo que menos les interesa a cambio de conseguir estatus político para los narcoterroristas, con la venia de su cuestionada ONG mal llamada Colombianos por la Paz, que considera la muerte de Cano como un "asesinato" y la masacre de los secuestrados como una muerte violenta. ¡Ver para creer!

    Como si esto fuera poco, terció en el tema un fraile católico pintoresco y hablador. Monseñor Darío Monsalve Arzobispo de Cali dijo tantas insensateces y sandeces, en torno a la muerte de Cano y al aleve crimen de los secuestrados en el Caquetá, que se podrían suponer varios escenarios respecto a su inexplicable salida en falso:

    Primero que dicho sacerdote es ingenuo, lo cual es improbable dadas las habilidades  y movidas internas, que requiere cualquier cura para ser obispo. No se llega a esa jerarquía siendo sumiso  y callado, o como se dice en términos coloquiales “una almita de Dios”.

    Segundo, que el reverendo Monsalve es un soñador idealista, lo cual es imposible, pues para dirigir a una diócesis como la de Cali, no solo por la calidad y cantidad de la feligresía, sino por los ingresos económicos que esta significa para la Iglesia católica colombiana, se requiere un hombre pragmático y con capacidad de  cumplir los objetivos superiores y las directrices trazadas por la Conferencia  Episcopal.

    Tercero, que el arzobispo Monsalve  anda en otro mundo o que tiene un ego tan subido como el de Santos, el de su Mindefensa, el de  Vargas Lleras, o el de Noemí Sanín. Puede haber mucha posibilidad,  o quizás un poco de esto, en la personalidad publicitaria del prelado. Y si es así ¿qué  buscaba con ese protagonismo de micrófono?

    Cuarto, que Monseñor Monsalve estaba en conversaciones con Cano o sus delegados, en probable asocio con los autodenominados “Colombianos por la paz”, en búsqueda del mesiánico acuerdo humanitario, para "iniciar la paz en Colombia". Es muy posible esta hipótesis, pues para nadie es un secreto que Cali como corazón geopolítico del Suroccidente colombiano está en la mira de las Farc. Obviamente, tener contactos con la máxima autoridad eclesiástica de esa ciudad, es ganancia político-estratégica para los narcoterroristas.

   Quinto, que el arzobispo Monsalve, obra de mala fe y actúa a sabiendas, que tras la presión del acuerdo humanitario, los terroristas y los cómplices nacionales e internacionales de las Farc, solo buscan meter gato por liebre, al lograr que el gobierno se siente a hablar con ellos, para que de inmediato Correa, Chávez, Dilma, Evo, Ortega y la dictadura cubana, les den embajadas y los reconozcan como ejército revolucionario…

     El tiempo se encargará de aclarar esta confusa y grave duda. Quizás al descodificar los computadores de Cano. Claro está, si Santos no los convierte en su juguete personal para hacer politiquería barata reelectorera, cada ocho días en los acuerdos de la prosperidad, como ya hizo con los computadores de Jojoy. Obviamente, nos resistimos a creer que esta hipótesis sea cierta.

    Y sexto, que Monseñor Monsalve está despistado o que quizás requiera un examen sicológico y una valoración siquiátrica, lo cual es descartable desde todo punto de vista, habida cuenta, que en apariencia ejerce normalmente el cargo y desarrolla bien sus funciones vitales. De lo contrario sus superiores jerárquicos lo habrían relevado y enviado a una casa de retiros.

    Pudiera ser que Monseñor Monsalve habla así, debido a que desconoce el Plan Estratégico de las Farc y por ende tiene una lectura diferente de la paz concebida por las Farc y sus cómplices, según la cual solo habrá confraternidad y convivencia pacífica en Colombia, cuando los terroristas tomen el poder político por la fuerza, y el Partido Comunista gobierne al país, mientras tanto los acuerdos humanitarios, los armisticios, las amnistías, las zonas despejadas y las conversaciones solo son etapas para llegar al objetivo final dentro el esquema de guerra revolucionaria que plantean.

  Podría ser también,  que Monseñor Monsalve cree de buena fe, que por ser él, un obispo pastor de Cristo, los terroristas se van a arrepentir y van a cambiar a Marx por la Biblia, o al terrorismo contra la población civil por la dejación de las armas y el sometimiento a la justicia. Ojalá que eso sea así.

    No obstante es inaceptable que un sacerdote de su nivel académico e intelectual y de la supuesta formación estructural que debe tener en torno a la vida política colombiana,  en razón de su nivel jerárquico eclesial,  utilice los medios de comunicación para decir tantas y tan estultas sandeces, tales como que la muerte de Cano es un golpe a la posibilidad de diálogo, como si fuera el único terrorista con quien se peude hablar, o que Cano era un pobre hombre viejo ciego e inválido, o que la guerra es entre el gobierno y las Farc, o que no está clara la masacre de los diputados del Valle, pese a que el país y el mundo saben que fue perpetrada por orden Cano, etc.

    Olvida el locuaz Obispo de Cali que ese angelito envejecido y ciego alias Alfonso Cano es el mismo narcoterrorista que sin reatos de conciencia, ordenó asesinar a su antecesor, el también polémico arzobispo Isaías Duarte Cancino; y que además Cano ordenó masacrar a unos indígenas Awa en Nariño,  o que entre su miles de crimenes ordenó asesinar a 40 guerrilleros de las cuadrillas bajo su mando, quienes dizque "cometieron faltas" contra su ortodoxa visión terrorista de la vida. ¿Será que para el obispo Monsalve, esas víctimas no son tan importantes como Cano?

     O que el "sufrido e indefenso Alfonso Cano" fue el mismo bandido que para evitar su captura, ordenó cientos e ataques contra la población civil para desviar al atención  de las tropas, y a la vez,  dispuso la colocación de miles de minas “quiebrapatas” en Tolima, Valle, Cauca, Huila y Nariño, cuyo resultado son cientos de soldados inválidos sin piernas, sin brazos, sin ojos, sin manos etc. Valdría la pena, que este pastor de Dios no justificara mas a Cano llamándolo “luchador”, sino que como misionero de Jesús en el planeta, visitara el batallón de Sanidad o el Hospital Militar en Bogotá, y evidenciara el daño que ese criminal hizo a Colombia.

    Por incomprensibles razones, Monseñor Monsalve no solo cuestiona al gobierno nacional por “declarar la pena  de muerte” contra los cabecillas del grupo terrorista, sino que pone en duda la autoría intelectual de su defendido Alfonso Cano en el secuestro y posterior masacre de once diputados del Valle. De remate, se atrevió a afirmar que él está en desacuerdo con la marcha contra las Farc el próximo seis de diceimbre, porque esa misma marcha no pone al gobierno que rerpesenta al resto de colombianos, en el mismo nivel de los narcoterroristas. ¿Qué pretende lograr el arzobispo Monsalve  con esta agresión verbal y sintomática contra los millones de colombianos que hemos padecido la depredación narcoterrorista de las Farc?

    Con esta conducta inexplicable como pastor de Dios en la tierra,  el sacerdote Monsalve investido de Obispo,  ofende a nuestro Creador, a la memoria de las víctimas de esa matanza y a las familias de ellos, que de seguro son feligreses de sus parroquias. Recomendación: Que conecte la lengua con el cerebro. Se espera mucha más sindéresis, sensatez y lealtad  de un obispo con su comunidad.

    Ese proceder pantallero y populista ante los medios de comunicación, con evidentes ansias de protagonismo y de justificar la farsa fariana del acuerdo humanitario con la manipulación del dolor de las víctimas, no solo vulnera la disciplina estructural de la iglesia católica, institución a la que los presidentes de turno le han dado absoluta confianza para mediar en acercamientos con los terroristas, sino que también deja dudas acerca de la presumible seriedad e imparcialidad, que pueda tener el obispo de Cali, frente al dolor de los colombianos que lo han perdido todo por culpa del narcoterrorismo comunista.

    Una cosa es la misión evangélica y cristiana de buscar la paz y las demás virtudes católicas, y otra bien diferente, es tomar partido o por lo menos exteriorizar “comprensiones” alrededor de un tema tan delicado, con posiciones personales que de seguro no corresponden al pensamiento y los criterios de la Conferencia Episcopal.

     Los católicos colombianos esperamos mucho más de la doctrina de la iglesia y de los obispos, que son quienes dirigen a los sacerdotes de nuestras parroquias. En un ambiente sociopolítico como el actual, cargado de una elevada crisis de valores, se esperarían ocupaciones específicas de la iglesia católica en la defensa de la familia, la evangelización permanente antes que lleguen las sectas protestantes a quedarse con los feligreses; en combatir los aberrantes casos pedofilia y homosexualismo dentro de las parroquias que  a menudo salen a la luz; en  inducir a los feligreses a no tomar el camino de la violencia y mucho más.

     Zapatero a tus zapatos. Basta con cumplir la invitación del Libertador Simón Bolívar en su última proclama. Los gobernantes a consolidar la unión y la armonía, los militares a defender las garantías sociales y los sacerdotes a evangelizar en nombre de Cristo Jesús, sin justificar a los terroristas que falsean banderas sociales, ni entrometerse con opiniones lenguaraces tales como, que el obispo de Cali se opone a la justicia penal militar y el fuero militar, y lo que es más grave a dejar la sensación que la baja de Cano fue un asesinato aleve.

    La lógica de la guerra es otra. En el momento de su muerte, Alfonso Cano estaba armado con una pistola mientras que el soldado que lo dio de baja tenía un fusil y lo anticipó. Pero si Cano hubiera tenido una posición táctica más ventajosa, de seguro habría matado  al soldado y hasta hubiera escapado del cerco a pesar de ser un “pobre viejecito, ciego y sin nadita que comer”, pero que en realidad, dirigía desde su guarida a más de 15.000 terroristas empeñados en asesinar la vida en primavera en Colombia.

    Si Cano hubiera matado al soldado y hubiera escapado, ¿habría generado Monseñor Monsalve la misma alharaca mediática y habría defendido con igual vehemencia la vida del humilde soldado, el dolor de sus familiares y estaría criticando a las Farc, porque no liberan a los secuestrados o porqué masacraron a sangre fría a los cuatro miembros de la Fuerza Pública en el Caquetá?

    Los hechos indican lo contrario. En ese orden de ideas, la hipocresía mutua de Chavez-Santos, las argucias de los autodenominados Colombianos por la Paz y las pintorescas declaraciones de Monseñor Monsalve solo favorecen a las Farc, a su Plan Estratégico y a su siniestra intencionalidad de engatusar a Colombia con la falacia de un acuerdo humanitario, encaminado a prolongar la guerra contra Colombia, no a concretar la tan anhelada paz.

    La solución es sencilla. Colombia no necesita monseñores ni sacerdotes bocones, ni autodenominados pacifistas tratando de legitimar a las Farc. Necesita ciudadanos honestos con capacidad de opinión que encaren a los terroristas y los fuercen a liberar a todos los secuestrados sin ninguna contraprestación, a que se entreguen a la justicia y  vayan a la  cárcel por los delitos cometidos y a que el partido político que los apadrina (al que en realidad representan) y  las organizaciones no gubernamentales que los cobijan,    reparen a todas las víctimas de sus atrocidades. Ni más ni menos.

    Para cerrar  retomemos las frases del veleidoso Presidente Santos. “No nos crean tan pendejos” y al “perro no lo capan dos veces”.

 

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Analista de asuntos estratégicos

 

Obras del coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

  

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