Fracaso del retiro del artículo del Fuero Militar, demuestra que Santos y sus ministros carecen de objetivos nacionales.

Publicado: 2012-03-08   Clicks: 3057

 

       Análisis del conflicto colombiano

      El inminente fracaso del ministro de Defensa  en la búsqueda de la eliminación del artículo del Fuero Militar como parte de la reforma a la justicia que hace tránsito en el Congreso de la República, refleja que la improvisación, la politiquería, la demagogia y la falta de coherencia del presidente Santos y de los ministros del despacho, en torno a los proyectos gubernamentales, es la consecuencia de gobernar sin plan estratégico, sin objetivos nacionales y sin claridad de la trascendencia de las Fuerzas Militares en el sostenimiento de muchos de esos funcionarios en sus inmerecidos cargos.

      El hecho de presentar y luego retirar dentro de un proyecto de ley, un artículo que en su contenido y esencia, podría vulnerar los derechos constitucionales de la Fuerza Pública y afectar la moral de las tropas, que no ven en el Presidente  a su supremo comandante, ni  a los ministros como su respaldo legítimo, sino a personajes que las utilizan para apropiarse de lo bueno que ellas hacen, y desleales que las dejan al garete, cuando surgen los problemas propios de toda guerra.

     De remate, la retractación del gobierno nacional frente a ese artículo del proyecto de ley, tendría como objeto presentar por aparte otro proyecto de ley, también relacionado con el fuero militar, quizás aocrde con los intereses de algunos mamertos. Simple y llana muestra de falta de estrategia, de organización y de claridad para actuar. Improvisación absoluta y permanente. Ni más ni menos.

     Desde el ingreso a las escuelas de formación y a los cuarteles, oficiales, suboficiales y soldados aprenden que la lealtad es la virtud primaria de las relaciones institucionales entre superiores y subalternos, es decir, algo que va en dos vías. No en una sola vía como han creído Santos y sus antecesores en la Presidencia y los civiles que han dirigido el ministerio de Defensa.

     En una situación de violencia derivada de a la agresión del narcoterrorismo comunista como la que padece Colombia, lo mínimo que esperan las tropas es lealtad recíproca del presidente, de su ministro de Defensa y de los demás ministros del despacho. Pero esto no es así aquí en el país del Sagrado Corazón.

     Con insistencia se afirma en diferentes escenarios, que las tropas están desmoralizadas por  inexistencia de liderazgo civil y militar, por carencia de claridad en el fuero militar, por indiferencia rampante de la misma sociedad a la que defienden hasta con su vida y por la siniestra forma de concebir la política los senadores, los representantes a la Cámara, las altas cortes, los jueces y fiscales, que de una u otra forma han convertido los procesos penales contra militares, en un fortín para la demagogia, la politiquería y la proyección de ambiciones electoreras, como es el caso del “teniente” de reserva Germán Vargas Lleras.

    Pero por desgracia los palos de ciego del presidente Santos no gravitan solo en el ámbito de la defensa nacional, con la presentación de proyectos de ley, escritos al parecer a la ligera, para luego tener que dar pie atrás. Igual sucedió con el costoso desgaste en dinero, horas de trabajo, productividad y proyección de la educación colombiana.

    Luego de varios meses de paros, protestas y pérdidas en todos los sentidos, Santos retiró el proyecto de reforma de la educación del Congreso, y nadie estableció responsables para que el erario público recuperara el dinero invertido en ese proyecto hecho como un monumento a la demagogia, la politiquería y la improvisación.

    Si es en el campo de las relaciones internacionales, Colombia no tiene Canciller, no por falta de capacidades de la ministra Holguín que quizás las tenga, sino por la falta de estrategia de Santos que la dedicó a viajar por todo el planeta, con gastos de pasajes, viáticos, obsequios para los visitados, etc., pagados por los colombianos, con el único propósito de ayudarle a elevar su ego, buscarle la reelección el 2014, o como plan alterno posicionarlo como eventual  Secretario de la Onu. Muy parecido a Pastrana. O a Gaviria que consiguió la OEA gracias a la viajadera de Noemí.

     Y si es en la dirección específica de la defensa y seguridad nacional, en la guerra contra el narcoterrorismo comunista, Santos es el nuevo mejor amigo del peor enemigo de Colombia. Mientras Santos se arrodilla y va a Cuba a lavarse las manos con la dictadura cubana que no pertenece a la OEA por ende no puede asistir a Cartagena y punto, con actitud de pelafustán pendenciero Correa lo regaña y lo reta, y, Chávez le promete ayuda secreta para las negociaciones con las Farc al tiempo que su ministro Rangel cobija a Timochenco, Márquez, Granda y Santrich en Venezuela.

      Es evidente: Santos es un camaleón que cambia de opinión como cambiarse de traje. Cuando era ministro de Defensa y luego candidato a la presidencia, vociferaba frases fuertes contra Chávez y aseguraba que en Venezuela se refugian los terroristas con el visto bueno del Palacio de Miraflores. Hoy que está en el poder, Santos cambió de tercio, igual que ha hecho con el fuero militar, la ley de educación, la defensa nacional etc.

      Es lo que da la tierra, y al parecer, no hay abono para mejorarla. También es lo que 10 millones de colombianos escogieron, ante la aterradora alternativa de elegir a otro personaje que como dice el columnista Antonio Caballero, no se sabe si es un politiquero payaso o un payaso politiquero. Por eso tenemos a Santos y por eso Colombia está como está desde siempre.

     En conclusión, no se pueden pedir peras al olmo. Lo grave es que ni la dirigencia política, ni el Congreso, ni las altas cortes colmadas de “sapientes jurisconsultos” que no prevarican sino que "se equivocan de buena fe", ni los partidos políticos, ni los dueños del poder económico, ni el pueblo colombiano general, parecieran darse cuenta que el grave y delicado problema de desinstitucionalización proveniente de la carencia de claridad del gobierno Santos, afecta no solo a las Fuerzas Militares sino al destino de Colombia, porque gústele o no a los “demócratas” y leguleyos legalistas, estas son el sostén, no solo del etéreo concepto de democracia que hay en Colombia, sino del sistema que los politiqueros manejan a conveniencia personal.

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

Analista de asuntos estratégicos

www.luisvillamarin.com

Lea aquí las obras escritas por el coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

 

 

 

 

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