La sorpresiva operación combinada de unidades de superficie de la Policía Nacional con apoyo de fuego aerotáctico de la Fuerza Aérea contra una guarida de la novena cuadrilla de las Farc en San Roque Antioquia, y que arrojó como resultado la baja en combate de diez terroristas entre ellos alias Danilo, cabecilla de la pandilla, se suma como otro golpe táctico de connotaciones estratégicas, a la seguidilla de acciones trascendentales de la Fuerza Pública contra las estructuras terroristas de las Farc.
Al comparar el poder relativo de combate de las fuerzas en contienda, queda claro que las bajas y capturas de cabecillas iniciadas con la certera operación contra Martín Caballero hasta diciembre de 2009, producen un balance muy favorable para Colombia y el gobierno nacional, e indican que la retirada estratégica de las Farc, ordenada por el Secretariado desde mucho antes del Plan Renacer, ha mermado el espíritu y la capacidad combativa de los terroristas, ha generado deserciones y ha permitido que Colombia maneje la iniciativa operacional contra su enemigo interno.
A lo anterior se suma el oportuno uso y la ventaja que ha sacado la Policía Nacional para bien de la ofensiva institucional, ya que en buena parte el acceso a la cadena de custodia de los computadores incautados por la Fuerza Pública a los cabecillas de las Farc, ha sido la fuente de primera mano, para coordinar y lanzar nuevas y exitosa operaciones contra las estructuras armadas de las Farc y en particular contra cabecillas, que por años asolaron regiones y parecían imbatibles.
Con mas de 20 años de militancia terrorista Danilo era el terror del campesinado en el suroriente y parte del nororiente antioqueño. Desde su ya lejana participación en el asalto y destrucción de parte de la planta cementera de Rio Claro en Puerto Nare en 1987, hasta la fecha de su fallecimiento, Danilo el mismo terrorista que llegó a comienzos de los ochenta a San Rafael Antioquia acompañado por el negro Filemón del Partido Comunista, junto con Caicedo, Olimpo, Camilo, Joaquín y los vallunos, con el fin de organizar las milicias bolivarianas, las tiendas comunitarias y los proyectos agrícolas comunistas, con los mineros del rio Nare, hasta la semana pasada, fue el terror de los habitantes de esa región.
Fuera de los prontuarios que las autoridades seguían en su contra, Danilo acumulaba atracos a mano armada en la autopista Medellín-Bogotá, reclutamiento de menores, asaltos a los municipios de Granada, Cocorná, San Luis y San Carlos; asesinatos de labriegos en El Peñol, Caracolicito, San Rafael, San Carlos; extorsiones en la misma zona; secuestros de finqueros, tráfico de estupefacientes, instalación de retenes ilegales, reclutamiento de menores, destierro de campesinos, asesinatos de soldados y policías, hurto de armas y uniformes de uso privativo de las Fuerzas Militares, actos terroristas en las hidroeléctricas de Jaguas y Punchiná, derribamiento de torres de energía, etc.
Danilo era un delincuente clave para la proyección estratégica de las Farc en el Suroriente Antioqueño, y por sus condiciones delictivas, era un terrorista con proyección dentro del autodenominado "estado mayor de las Farc", inclusive con posibilidades de llegar a pertenecer a la élite criminal del Secretariado.
Por obvias razones, con mucho hermetismo las Farc han guardado silencio discreto respecto a su muerte, pues es un golpe táctico, que sacude la medula dorsal del grupo delictivo, y un paradigma para invitar a los demás cabecillas de cuadrillas, a que deserten y entreguen los computadores, los documentos, las armas, los radios, el material de intendencia y las rutas de tráfico de estupefacientes que maneja cada estructura fariana, por la sencilla razón que de continuar así, la guerra está perdida para las Farc.
Por otro lado, es la persistente refrendación a los demás terroristas, que ni son inmunes, y que además tampoco tienen sitios seguros en las áreas de injerencia, pues además del obvio cansancio de la población civil con la presencia intimidante de los bandidos en sus veredas, crece el nivel de insatisfacción y desazón dentro de las guerrillas, razón por la cual hay deserciones, celos de mando, desconfianzas mutuas, fusilamientos, delaciones y recurrente reclutamiento de menores de edad, dado a que los jóvenes campesinos con mayor madurez, no se dejan engatusar.
Frente a esa realidad, los cabecillas del Secretariado han acudido a dos estratagemas bien claras. En el frente interno el aumento de militancia urbana y la manipulación de la liberación de los secuestrados, gracias a la doble moral de los miembros del Partido Comunista Clandestino incrustados en los mal llamados "Colombianos por la Paz".
Y en el plano internacional, el padrinazgo y apoyo de los gobiernos de Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Argentina, Irán y Brasil, al unísono con los cantos de sirena del movimiento continental bolivariano.
La situación táctica y estratégica, presenta una enorme posibilidad de guerra sicológica a favor del estado colombiano. Es el momento preciso para que las Fuerzas Militares y de Policía desaten en todo Colombia, una intensa campaña de propaganda con volantes, emisiones radiales, televisión, internet, y comunicación cara a cara con campesinos, estudiantes, presidentes de acción comunal, líderes religiosos, etc, para invitar a los terroristas que se desmovilicen, so pena de correr al misma suerte de Danilo y sus guardaespaldas.
Este trabajo no puede ser aislado. Debe ir de la mano con la publicación de textos impresos, con testimonios de ex guerrilleros desmovilizados, de campesinos que residen en zonas liberadas del flagelo terrorista, con fotos, con comics, etc.
Y al mismo tiempo, que los cónsules, embajadores y demás plenipotenciarios, cumplan con el deber patriótico de defender a Colombia. Que salgan de al comodidad de sus oficinas y horarios burocráticos, que sin empezar a pedir viáticos y partidas especiales, estructuren conferencias, y acopien material de video, audio e impreso, traducido a otros idiomas, para que vayan a universidades, centros de estudio político, Ong’s, parlamentos, cancillerías, etc, a mostrar la realidad de lo que es el narcoterrorismo y cuales son los alcances y capacidades de la Fuerza Pública, en la lucha contra este flagelo.
Señor Presidente Uribe, señor Ministro de Defensa, señores generales, la oportunidad estratégica está dada para desvertebrar por completo los remanentes armados de las Farc. Recuerden que cuando el M-19 se rindió estaba casi en las mismas condiciones de las Farc. Con muy poca capacidad de respuesta militar a la presión militar, pero con varios terroristas incrustados en organismos claves que les permitían publicidad mediática y manipulación política.
Recuerden también que por la falta de patriotismo y la doble moral del extinto expresidente Alfonso López el Eln resurgió de las cenizas en Anorí. Igual que sucedió cuando el blandengue presidente Andrés Pastrana, autorizó helicópteros para sacar a los terroristas del encierro táctico dirigido por el general Canal en la Tercera Brigada. La historia militar y la experiencia operacional enseñan que la explotación de éxito, es la parte más contundente de la guerra, pues de lo contrario como decía el Shaka Zulu: “El enemigo salta por la espalda y le muerde la nuca”
No olviden que la guerra sicológica es la victoria de la mente sobre la espada, y que el objetivo final de la guerra es desarticular por completo la capacidad bélica del adversario.
Sin bajar a la presión militar, que por el contrario debe aumentar en esta etapa crucial, una fuerte dosis de acción sicológica sostenida y estructurada como campaña integral, puede contribuir al desbarajuste final, al golpe de gracia que tanto espera Colombia, para que no haya más comodines de "colombianos por la paz" jugando con el dolor de las víctimas del secuestro y sus familiares, y en segunda medida para que los gobernantes comunistas del vecindario aterricen y se den cuenta que ni Colombia se va a integrar al embeleco esclavista de Fidel Castro y sus peones, ni las Farc podrán tener representatividad política, pues con sus acciones terroristas
Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Analista de asuntos estratégicos