Algo huele mal con intención de sacar de Cali la base de la Fuerza Aérea

Publicado: 2019-07-21   Clicks: 6806

      En una extraña actuación, que por su naturaleza induce a cualquier persona a generar suspicacias al respecto, a cinco meses de entregar los respectivos cargos de gobernadora del departamento del Valle del Cauca y de burgomaestre caleño, la señora Lilian Francisca Toro en mancuerna con el alcalde Maurice Armitage Cadavid, convocaron el martes 30 de julio de 2019, en la Cámara de Comercio de la capital departamental un poco claro conversatorio tipo rueda de prensa titulado “Cali en riesgo de quedar estancada y sin crecimiento urbanístico por restricciones de la Fuerza Aérea Colombiana”.

      El calculado y malintencionado título de la convocatoria periodística, tiene un sospechoso tufillo de que algo o mejor mucho, non sancto, se podría estar tejiendo detrás de la obsesiva intencionalidad de sacar la base militar Marco Fidel Suarez de la Fuerza Aérea Colombiana, del lugar donde ha existido desde hace varias décadas, y desde donde se ha convertido en un valioso patrimonio de los caleños.

     Circulan rumores que cotejados con lo que ha sido la crónica conducta de la corrupción en los politiqueros colombianos, que al parecer habría sórdidos intereses de reconocidos dirigentes del Valle, para negociar los predios de la base militar y construir conjuntos residenciales, que llenarían los bolsillos de cementeros, constructores amiguis de los amiguis, y como es natural en un departamento y una ciudad donde los politiqueros de turno han hecho eternos agostos, mientras permanecen en los cargos y se proyectan para seguir pelechando de otros, que el senador Roy Barreras, podría estar moviendo las fichas de todo este andamiaje. Vaya uno a saber.

      Que la corruptela politiquera de siempre haya buscado feriar las instalaciones militares con propósitos nunca aclarados no es nada nuevo. En Bogotá se vivió en 1992 la misma experiencia cuando al recién posicionado ministro de Defensa Rafael Pardo Rueda se le ocurrió la peregrina idea de sacar el Cantón Norte de la ciudad, para hacer un condominio de alto estrato. Finalmente el razonamiento de que si se repitiera una desafortunada situación similar al ataque terrorista del M-19 al Palacio de Justicia, las tropas demorarían mucho en ocupar la ciudad.

      Igual pasó durante el mandato Santos con el ministro Luis Carlos Villegas empecinado en sacar al batallón San Mateo de Pereira y llevar su sede a unos terrenos en los que se rumoraba habría intereses personales del señor Villegas.

      Además de los apuntamientos propios de la enquistada corrupción e irresponsabilidad crónica de los dirigentes políticos que ni entienden ni quieren entender de desarrollo y seguridad nacional, sino de conservar privilegios personales y familiares, incluido el inadecuado manejo de los recursos y bienes públicos puestos a su disposición para el ejercicio del cargo, aquí surgen unas reflexiones político estratégicas que planteamos en forma de preguntas, como se debe hacer en la investigación científica:

     ¿Cuál es la razón para que a solo cinco meses de irse del cargo, la señor Toro y el señor Armitage, se empecinen en sacar la base militar de la Fuerza Aérea de Cali?

     ¿A quien favorece esa apresurada sugerencia?

      ¿Cuál es la alternativa para reubicación de la base aérea?

      ¿Cuál es el Plan de Ordenamiento Territorial que exige eso, quienes lo propusieron y quienes lo aprobaron?

     ¿Qué es lo que se supone que sería construido en las actuales instalaciones de la base aérea Marco Fidel Suarez?

      ¿Quiénes serían los contratistas que desarrollarían el nuevo proyecto?

     ¿Hay intereses personales de algún politiquero nacional, regional o local en esa aventurada propuesta?

    ¿Si tienen prevista una ubicación alterna, a quien pertenecen los predios de la nueva ubicación?

     ¿Si ya existe la supuesta ubicación alterna, reuniría ese lugar las características técnicas y operacionales para la operación de la base militar aérea mas estratégica de la defensa nacional en el occidente y el suroccidente nacional?

     ¿Existen estudios serios y confiables avalados por la Fuerza Aérea para sugerir tal exabrupto?

      ¿Habrán entendido en su brillantez intelectual la señora Toro y el señor Armitage, que esa base ha sido y es trascendental en la lucha del Estado colombiano contra el terrorismo comunista y las finanzas de los grupos ilegales armados a partir del narcotráfico, la minería ilegal y la presión coactiva contra los colombianos que habitan esa región?

     ¿Entenderán los politiqueros del Valle del Cauca, que los comunistas armados y desarmados ansían desarticular el poder militar del Estado en esa región del país, y que si eventualmente llegan a apoderarse del control geopolítico de la zona, ellos serían los primeros afectados.

        Por lo pronto algo no muy claro se teje en torno a la suspicaz propuesta de la gobernadora y el alcalde para sacar la base militar de la Fuerza Aérea de la capital vallecaucana. Algo huele mal en Dinamarca dice el adagio, pero esta vez es en Cali.

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