La propuesta de la policía rural: ¿Retroceso a la desinstitucionalización y la violencia sectaria?

Publicado: 2015-01-27   Clicks: 2542

      Análisis del conflicto colombiano

    La propuesta del presidente Santos de crear una policía rural, incluida la posibilidad de que los terroristas de las Farc y el Eln se integren a ella, tiene tanto de ancho como de largo, y es un tema que debe ser analizado con precisión quirúrgica, pues el afán del mandatario de lograr bendición papal, show personal en la cumbre de las Américas, ratificación de  su “proceso personal de paz” en las elecciones de octubre, cumbre de la Onu en octubre y Premio Nobel de Paz en noviembre; no puede ser superior a la estabilidad institucional, la seguridad pública y la integridad de las Fuerzas Armadas.

    Todavía viven muchos colombianos que padecieron los fatales estragos de la violencia liberal-conservadora con la tristemente célebre policía chulavita, que inclusive fue una de las causas del nacimiento de las guerrillas comunistas y liberales de los años cincuenta del siglo XX. Todavía muchos colombianos guardan malos recuerdos de un cuerpo denominado el Das rural que se prestó para procedimientos torvos. Y más recientemente, los colombianos recordamos los nefastos resultados de la policía local de Envigado al servicio de Pablo Escobar, que inclusive fueron los mismos guardianes del bandido en la ¿cárcel? de la Catedral que concedió al capo, la debilidad de carácter del entonces presidente César Gaviria.

    Al poner las cosas en contexto, el país recuerda que el cuerpo de carabineros o policía montada fue instituido para cumplir funciones de policía rural, que es su verdadera función, no solo patrullar a caballo a la salida de los estadios, o hacer presentaciones públicas de perros entrenados para detectar explosivos o drogas.

    El problema esencial de la inseguridad en los campos y veredas de Colombia, se sintetiza en que no hay presencia estatal de ningún ministerio, ni de las gobernaciones, ni de las alcaldías; entonces la ley es impuesta por bandidos de todas las pelambres, o por comunidades con finalidad subversiva organizadas desde hace varias décadas por el partido comunista, con la clara intención de cambiar el viejo modo de vivir en Colombia, al decir de Jacobo Arenas, en regiones donde las “Farc que son partido comunista, tienen la misión de construir más partido comunista”.

     Y esa condición de autodefensas revolucionarias, ahora llamadas con el nombre eufemístico de milicias bolivarianas, se integran a dos movimientos políticos que desconocen la constitución nacional de Colombia, pero de manera paradójica se escudan en ella, para destruir la institucionalidad, denominadas partido comunista clandestino y movimiento bolivariano clandestino, que a juzgar por sus hechos no son tan clandestinos.

     Ya se escuchan voces de los mismos de siempre, muy cercanos a lo que dicen las Farc: Que esa policía rural debe ser independiente del Ministerio de Defensa, e inclusive han sugerido que sea manejada por las alcaldías. Algo parecido a lo que ocurre en México con estructuras policiales corruptas y cercanas a redes de criminales en los niveles nacionales, regionales y municipales.

     En su desesperado afán mediático de convertirse en Premio Nóbel de Paz, Juan Manuel Santos sacrifica a Colombia para salvar su egoísmo, al precio que sea y de paso le lanza un salvavidas al desprestigiado gobierno francés de Hollande. No porque la policía rural francesa no sea idónea, sino porque su misión allá es muy diferente a lo  que sería una policía rural en un país con tradición de violencia sectaria y polítizada de varias décadas como Colombia. La policía rural francesa se parece más a la policía de autopistas de Estados Unidos. Mientras que la necesaria policía rural colombiana, es una fuerza que requiere experiencia, medios, y alta dosis de legalidad para combatir la sempiterna violencia rural con la que ha convivido la nación, desde su nacimiento como república.

     Llama la atención que para hacer este show publicitario de Santos en París, ni siquiera se consultó a la Policía colombiana, no se escuchó la experiencia y probables ideas de transformación institucional nacidas de la misma institución, sino que al garete, sin plan estratégico, sin coherencia metodológica, y sin estudio profundo, como por desgracia ha sido el oportunismo de los hermanos Santos Calderón en este enredado proceso de paz con las Farc, a la ligera se le tendió un salvavidas a Hollande y le dio la posibilidad de aparentar ser otro pacifista internacional, con un costoso contrato interinstitucional que saldrá caro a los bolsillos de los colombianos.

     Tropicalismo de lado y lado. Y lo peor de todo, esta actitud parecería darle razón a quienes aseguran que en La Habana hay pactos secretos en los cuales, ya se negociaron las Fuerzas Militares y la Policía.

     Colombia no necesita policía rural paralela a la policía nacional ya existente. Necesita que los cuerpos de carabineros sean reentrenados, reequipados, fortalecidos, dotados de herramientas jurídicas y control estricto para ser enviados a las zonas rurales, a cumplir la misión para la que fueron creados, requiere que la justicia sea efectiva y no politizada, que el Fiscal no diga que es imposible juzgar a los terroristas, que el Estado en todos los niveles llegue con educación, salud, vivienda, generación de empleo,  incentivos empresariales, e infraestructura a todos los rincones del país. Como un todo, no dividido, ni mucho menos con circunscripciones especiales para los terroristas.

    Proceder de otra manera sería retroceder a las aciagas épocas de la violencia bipartidista rural, las infames guerras civiles que demoraron casi un siglo y medio, la ley de los bandidos al estilo Pablo Escobar, Farc, Eln, Epl, M-19, etc; y a que la desinstitucionalización sea el común denominador de un país que tiene dos caras: la rural donde rueda sangre a borbotones, y la urbana que sobreagua al desorden, la corrupción y la politiquería y también rueda sangre de esa misma violencia, aunque en menor proporción.

     Santos está jugando con candela y el Congreso de  la República o alguien con poder y carácter, algo que escasea en estos días, incluidas las Fuerzas Militares; le abra los ojos, lo saque de la burbuja de vanidad en que anda inmerso, y le explique con argumentos objetivos, la gravedad para el futuro del país, de estas concesiones a las Farc, tomadas a la ligera y al vaivén de un desmesurado afán de protagonismo internacional.

    La patria por encima de los partidos enseñó hace mas de 100 años el general Benjamín Herrera.

 

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

Analista de asuntos estratégicos

www.luisvillamarin.com

El coronel Luis Alberto Villamarín Pulido es analista de asuntos estratégicos en temas de defensa nacional, geopolítica, contraterrorismo, e historia, sobre los caules ha publicado 25 obras. Para leer las obras escritas por el coronel Villamarín haga click aquí

 

 

 

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