Fracaso de los civiles en el MInisterio de Defensa (I)

Publicado: 2007-07-17   Clicks: 2113

 

Por coronel Luis Alberto Villamarin Pulido

Publicado  el 17 de Julio 2007 10:50 PM

http://www.eltiempo.com/blogs/analisis_del_conflicto_colombiano/2007/07/Fracaso-de-los-civiles-en-el-M.php

 

     Dieciséis años después del populista anuncio del entonces presidente Cesar Gaviria Trujillo de nombrar ministro de Defensa a un neófito político, desconocedor de los mas elementales conceptos de seguridad nacional, alta estrategia militar operativa, la estrategia integral de las guerrillas comunistas y  la importante influencia del narcotráfico en la financiación de grupos armados al margen de la ley, es evidente que la figura del ministro de Defensa civil ha sido ineficiente y por ende un fracaso rotundo para el propósito principal de desarmar a los actores generadores de violencia.

     Además del innegable aumento de la violencia en todos los órdenes durantre el periodo 1991-2007, las estadísticas hablan por si solas. En 1991 las Farc tenían 5.000 hombres, hoy tienen 22000 en armas y 10.000 integrados a las redes de apoyo. El Eln tenía 900 bandoleros y hoy bordea los 5.000 terroristas. Las Auc pasaron de 800 patrulleros a 25.000 y los cultivos de coca se multiplicaron por seis, pese a las fumigaciones, el Plan Colombia y la lucha frontal contra el fenómeno.

     La razón del referido fracaso depende de dos puntos concretos: El desconocimiento de la estrategia adversaria y la falta de estrategia propia proyectada en el tiempo como política de estado con suficiente continuidad. 

     La disculpa de Cesar Gaviria para cometer el garrafal error histórico de entregar la responsabilidad de dirigir las Fuerzas Militares y la Policía Nacional a un impreparado miembro de su partido, fue que las instituciones armadas necesitaban de un civil que pudiera deliberar y tuviera la capacidad de representar políticamente a los uniformados ante los entes de control y la dirigencia política.

     Pero en la práctica no ocurrió ni lo uno ni lo otro. Durante los últimos 17 años, todos los presidentes sin excepción han destituido generales de la misma forma que se despide a un barrendero mediocre y los han minimizado de manera humillante debido a hechos bochornosos, sin que ninguno de los demasiados ministros de Defensa civiles haya asumido responsabilidades políticas de su obvia competencia, pues parecen seres intocables con la circunstancia agravante que los generales no se han colocado en su puesto para hacer respetar las instituciones que representan y dirigir la estrategia militar dentro de los canones de la continuidad.

     El borrascoso episodio de la fuga de Pablo Escobar de la Catedral, produjo los vergonzosos despidos de varios generales, pero el ministro Pardo Rueda ni se dio por aludido pese a ser el principal responsable de la debacle. Ese fue apenas el inicio de la cadena de yerros cuyos resultados saltan a la vista todos los días. Por desconocer las instituciones por dentro y desde luego por carecer de la mejor metodología para orientar sus esfuerzos, las Fuerzas del orden se quedaron sin reglamento de régimen disciplinario, la justicia penal militar fue minimizada a su mínima expresión y sobre todo las instituciones armadas se convirtieron en el blanco predilecto de estrategas de escritorio y de politiqueros que sin ni siquiera haber prestado el servicio militar, zahieren y critican a diario a la única institución que les garantiza los derechos fundamentales, pero que por desgracia desconocen como funciona por dentro.

      Y en ninguno de los reticentes casos, las fuerzas del orden han sido defendidas con la vehemencia que debiera ser, por parte de los ministros de defensa civiles. Pero además por ausencia de análisis serio, cada quien ha caído en el triunfalismo que raya los límites del ridículo. Dos de los ministros de defensa vociferaron a todo pulmón que en 18 meses acabarían con la guerrilla. Otro pasó detenido por ser un delincuente de cuello blanco. A otro ni siquiera lo dejaron ejercer, debido a sospechas de tener nexos con delincuentes. La primera mujer que ejerció el cargo de ministra de Defensa, padeció el síndrome de la publicidad. Parecía que estaba mas interesada en posar y aparecer en los medios de comunicación que en dirigir las Fuerzas Militares, de lo cual por cierto no tenía la mas mínima idea.

      Por regla general todos los ministros de defensa civiles han utilizado el cargo para incrementar la burocracia dentro de las oficinas ministeriales y los institutos descentralizados, con el fin de devolver favores políticos.

      En la práctica, durante el tiempo que llevan los ministros civiles, las Fuerzas Armadas han crecido geométrica y matemáticamente, pero ni ha habido ni hay una estrategia clara, orientada a ganar la guerra. Durante su turno en el cargo, cada ministro se ha preocupado por buscar difusión de su imagen personal en aras de catapultarse como eventual candidato a la presidencia. A ninguno de estos personajes les ha importado la dimensión del absurdo desangre, ni el drama de los soldados y sus familiares. Cada quien ha pensado en si mismo y a los demás que se los lleve la corriente.

      Acéfalas, sin dirección política integrada a la acción militar y sin obras de desarrollo complementarias a la abnegada acción militar, que tiendan a impedir el persistente reclutamiento de guerrilleros y autodefensas, las Fuerzas Militares han librado una guerra titánica contra la delincuencia y la violencia multiforme. Cada año se pierden miles de vidas potencialmente productivas en batallas absurdas, sin que los verdaderos responsables paguen por sus faltas. Y los ministros de defensa civiles no son ajenos a esta realidad. Su fracaso es evidente, y sin duda será juzgado por la historia. No hay uno solo que sea la excepción, pues su peor error como lo concluye en el libro In Retrospect, Robert Mc Namara exsecretario de guerra de los Estados Unidos, es actuar con la irresponsabilidad de ejercer un cargo para el cual no se está preparado.

 

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

Analista de Asuntos Estratégicos

www.luisvillamarin.com

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