Por el bien de Colombia, ministro Luis Carlos Villegas: Renuncie.

Publicado: 2016-02-22   Clicks: 2749

    Análisis del conflicto colombiano

     En nueve meses de desempeño en el cargo, Luis Carlos Villegas ha demostrado absoluta incompetencia para ejercer funciones de Ministro de Defensa. Pese a ser un "lagarto politiquero" algo que es conocido en el argot publicitario de la prensa nacional, como "dirigente político experimentado", ha sido muy pobresu paso por la cartera que debería representar políticamente a las Fuerzas Militares y la Policía.

    Las razones son varias. Entre otras: Villegas carece de carisma y de humildad. Es un sujeto arrogante, distanciado de las tropas y de los oficiales, autoconvencido de un fantasioso origen divino, sin capacidad para intuir las proyecciones estratégicas de las amenazas contra la seguridad nacional, por ser neófito en el tema,  y de contera, sin carácter necesario para asumir las responsabilidades por los errores de su gestión y de su resorte laboral.

    Debido a su cercanía con el sector industrial, y a que ha participado dos veces con resultados negativos en las conversaciones de paz con las Farc, Santos lo envió como embajador colombiano en Estados Unidos, con la tarea precisa que le consiguiera un premio de una universidad dizque como el mejor presidente del continente y a que hiciera contactos con los lagartos de la Casa Blanca, para que Estados Unidos mediara en las conversaciones con las Farc.

     Obviamente  Obama dijo que si porque le conviene el tema por razones electoreras en su país. Pero como el entonces  lenguaraz ministro de Defensa Juan Carlos Pinzón se estaba quemando también por inepto en el cargo, pero es ficha clave de Santos, el jugador de póker con aspiraciones a ajedrecista hizo un enroque, trajo a Villegas de ministro de Defensa y envió a Pinzón a Washington. Por conveniencias personales, no porque ninguno de los dos personajes tuviera perfiles ideales para los dos cargos en ciernes.

     De paso Santos jugó a tres bandas: tener contentos a los industriales, que supondrían que un politiquero cercano a sus intereses jamás permitiría que los vendieran en La Habana, supuso tranquilizar a los generales y almirantes (ya callados con la prima del silencio que se inventó Uribe para ellos en 2006) así las tropas estén en desacuerdo con la farsa de Cuba.

    Y desde luego, lo que más  interesaba a Santos, que las Farc no se fueran a oponer a ese nombramiento, pues los “camaradas del secretariado” saben que ese es otro de los burócratas que los terroristas han manoseado y manipulado en dos procesos de paz, por ende le darían el guiño con el cuento que Villegas si garantizaría que las tropas agachen la cabeza, ante las constantes improvisaciones santistas frente a las claras imposiciones farianas.

     Así desde mayo de 2015 hasta febrero de 2016, durante nueve meses consecutivos, los soldados, los policías y el país en general, han visto que la cartera de Defensa es ocupada por una persona sin liderazgo, sin ascendencia dentro de las tropas, sin carisma de funcionario público, que arrogante llegó al Congreso de la república a golpear la mesa, que no sabe qué responder cuando le preguntan los periodistas, que desconoce rampantemente la estrategia militar y el plan estratégico de las Farc, que no tiene la menor idea de lo que es la inteligencia estratégica, pero eso si, igual que sus antecesores, sabe arrodillarse ante el mandatario de turno y hasta abriga intenciones y aspiraciones presidenciales. Quien lo creyera, pero este es el país del Sagrado Corazón. Al fin y al cabo otros similares a él como Santos, Martha Lucia y Pardo Rueda hicieron lo mismo y actuaron igual que Villegas en el cargo.

     Durante el improductivo lapso que lleva Villegas en el cargo, Santos se arrodilló ante las Farc y ordenó suspender los bombardeos contra las guaridas de los terroristas, puso a los soldados a que cuiden a los bandidos que entran y salen del país en naves oficiales rumbo La Habana y viceversa,  Venezuela ha hecho varias incursiones armadas y aéreas al territorio colombiano, el Eln se envalentonó, las Farc hicieron un pacto estratégico con el Eln que iniciaron a materializar con la masacre Güicán y reafirmaron con la oleada de terror que ya va a completar dos meses de 2016 y mucho más.

     No obstante el señor Luis Carlos Villegas, nombrado para ejercer un inmerecido cargo, rodeado de escoltas de vehículos blindados, celulares, ayudantes, secretarios, mensajeros, burócratas y lagartos de su línea, ni suena ni truena.

     Para rematar la demostración de su incapacidad técnica e ineficiencia en el cargo, toleró que las tropas hayan despejado varias zonas urbanizadas inclusive para que los terroristas hayan llegado armados hasta los dientes, pero como dice la célebre canción valluna. “Aquí no hay problema, aquí no hay pelea, mi gente de Cali disfruta y rumbea”.

     Ni por equivocación el arrogante ministro de Defensa pareciera darse por aludido. Por el contrario con su característica prepotencia trasladó la culpa a las Farc, y hasta dice a los medios que ya “ordenó” al Ejército recapturar una zona donde estuvieron los bandidos luego del vergonzoso espectáculo en el corregimiento El Conejo de Villanueva Guajira.

     Sin duda falta que quien le diga que se baje de la nube y aterrice, pues él es un civil para su desgracia ignorante del cargo que ejerce, que no tiene ninguna autoridad militar sobre las tropas, que no debería ser receptor de honores militares, ni mucho menos de presentaciones formales militares por parte de los uniformados, que más bien debería preocuparse por atender los asuntos administrativos para combatir la corrupción rampante que se tomó a Sanidad Militar y al Hospital Militar establecimientos sanitarios que antes eran modelos de gestión, pero que desde cuando  llegaron los ministros civiles se fueron convirtiendo en feudos de ineficiencia.

    O para fortalecer la justicia penal militar, para defender y fortalecer el fuero militar, concretar un régimen disciplinario claro y especial, diseñar planes de movilización nacional, enterarse de los planes de guerra acorde con las hipótesis de seguridad nacional, o en otros escenarios para mejorar el paupérrimo servicio de viviendas fiscales y vivienda militar, para hacer que se cumpla la injustamente demorada ley 4 de 1992 respecto a la nivelación de salarios, para orientar la educación militar del Ejército del futuro, pero sobre todo lo más elemental para conocer que son las instituciones armadas y cuál es el plan estratégico de las Farc o el Eln.

      El problema es que por andar politiqueando y llevándole la cuerda a Santos, el señor Villegas se cree estratega militar, olvida sus funciones administrativas y crea un pobre canal de liderazgo dentro de la estructura orgánica de  las tropas, así como un pobre concepto de su gestión frente a la población colombiana. Por esa misma razón, no es que  la Dirección de la Policía se le salió de las manos, es que nunca la ha ejercido como ministro de Defensa. Por eso hay corrupción, homosexualismo y prostitución, uso indebido de los elementos de inteligencia, y por eso también es que las Farc disfrazadas de Eln asesinan todos los días a algún policía en alguna parte del país.

      Claro está que Villegas no es el único responsable de todo lo que pasa y cómo pasa. También son sus desfasados antecesores, el Presidente Santos y los generales y almirantes faltos de carácter que por conservar las prebendas de la prima de silencio, los carros, las escoltas, los viáticos y la errónea servidumbre en los servicios de salud para ellos y sus grupos familiares, prefieren no salir de la zona de confort y soportar a un jefe que ni fu ni fa.

      Por lógica deductiva, toda esta improvisación, improvidencia, carencia de identidad institucional y respeto por la majestad de las armas de la república, repercute en actos de indisciplina, corrupción en otros escalones, abusos de autoridad, mala administración de personal, divorcio entre la inteligencia estratégica y lo que se negocia en La Habana, pérdida de credibilidad absoluta entre las tropas y los policías acerca de lo que dicen Santos y su ministro de Defensa en torno al futuro de las Fuerzas, dudas en la idoneidad de los generales y almirantes y mucho más.

     A eso se suma que los ministros de defensa civiles, sin excepción, han llegado a ocupar ese cargo sin saber nada de defensa y seguridad nacional, pero lo que es peor, se han ido del mismo, sin aprender mayor cosa del mismo. Sin excepción.

     Prueba de esto es que ninguno de ellos tiene la más mínima capacidad para producir ideas o sugerencias o asesorías a sus sucesores en momentos críticos. Cero a la izquierda. Brillan por su ausencia. Pasaron por allí como un rayo de luz a través de un cristal. Sin tocarlo ni mancharlo.

      Es cierto que desde Pardo Rueda hasta Luis Carlos Villegas han brillado en otros quehaceres profesionales, pero también es cierto, que ni sus perfiles profesionales ni sus ejecutorias,  coinciden con las del ministro de Defensa que necesita Colombia, para ganar la guerra contra el terrorismo comunista aquí y ahora.

     Si hubieran leído a Robert Mc Namara, secretario de guerra de Estados Unidos durante el lapso mas dramático de la guerra del Vietman, otro gallo cantaría pues se hubieran bajado de la nube de estrategas que no son, hubieran administrado los recursos logísticos y hubieran dejado sin intromisiones protagónicas que los generales dirigieran las tropas como debe ser.

     Pero de seguro, que al posesionarse Villegas dijo a los mandos militares de turno, la misma frase de cajón de sus antecesores “ a mi déjenme el manejo político”.  Lo tragicómico del asunto, es que precisamente lo que ha fallado a lo largo del complejo conflicto colombiano es la política, no la milicia.

     Todos sin excepción, los grandes fracasos militares de esta parte de la historia están ligados con la ineptitud administrativa de la clase política. Más que por fallas tácticas que las ha habido, o por virtudes militares de los terroristas que en ciertos casos las han tenido.

      Y para rematar tampoco hay generales y almirante con carácter que dentro del respeto y sin que se interprete como vulneraciones irregulares al orden institucional, hayan tenido el temple de decirle señor o señora ministra a usted le quedó grande este cargo porque no está preparado para ejercerlo. Renuncie y sea consecuente con Colombia. Mucho menos se ve a algún general con el temple necesario para ir al palacio presidencial  a decirle al mandatario: “Por favor saque del ministerio de defensa a este personaje, porque está haciendo politiquería, está desvertebrando la moral combativa de las tropas y está afectando la credibilidad de los mandos naturales sobre los subalternos”.

      Cuando eso suceda, la solución al conflicto colombiano tomará otro rumbo. Pero por ahora, señor Villegas renuncie al cargo de Ministro de Defensa y dedíquese a trabajar en lo que usted mejor sepa hacer y dónde en realidad le sirva a Colombia. Recuerde que nada se da tan generosamente como los buenos consejos. Así su golpeada imagen pública podrá resarcirse y permitirá que alguien con mejor talante y talento específico dirija la seguridad nacional.

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

www.luisvillamarin.com

Analista de asuntos estratégicos.

El coronel Luis  Alberto Villamarín Pulido es analista de asuntos estratégicos, especialista en geopolítica, estrategia y defensa nacional, temas sobre los cuales ha escrito y publicado 26 libros. Para leer algunos de los libros escritos por el coronel Villamarín haga click aquí

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