Análisis del conflicto colombiano, defensa nacional y geopolítica
En diversos escenarios y en reiteradas ocasiones, hemos sostenido que todo lo que hacen las Farc, obedece al desarrollo programado de alguna tarea, en pos de alguno de los objetivos de su plan estratégico. Nada lo hacen al azar, ni por circunstancias coyunturales, a menos que sea un combate inevitable.
Los persistentes ataques de francotiradores contra soldados encargados de controlar la erradicación manual de coca en el Caquetá, es algo programado, previsto, coordinado y ordenado desde Cuba por los capos del grupo narcoterrorista.
El momento de estos ataques sorpresivos, de nivel táctico pero de trascendencia político-estratégica, coincide con la antesala de una nueva cesión por sometimiento del laxo gobierno de Santos frente a las persistentes imposiciones de los terroristas a De la Calle y su combo de convidados de piedra.
Se trata de imponer un cese bilateral que incluya al Eln, que maniate a las Fuerzas Militares y que permita a las dos organizaciones terroristas fortalecerse en todos los sentidos, mientras el partido comunista clandestino que como hemos repetido no es tan clandestino, se mueve como pez en el agua, dentro de los círculos políticos nacionales e internacionales, promoviendo ese cese bilateral y la legitimación de las Farc como fuerza beligerante, que entraría en armisticio y podría armarse hasta los dientes, con presencia internacional favorable.
En ese sentido, los ataques selectivos, sorpresivos y precisos de francotiradores contra soldados que aseguran la erradicación manual de coca, pretenden poner en jaque al débil gobierno Santos, seguir aburriendo a la población civil que está hastiada de la guerra, y abrir más espacios a los propagandista y cómplices de las Farc, con el calculado argumento que la única solución, es ceder en la venidera imposición del cese bilateral de fuego, para preparar la firma de acuerdos espurios, en los que ya las Farc no entregarían las armas, pues serían una fuerza beligerante que estaría en condición de armisticio, como ya lo han dicho varias veces los capos Granda, Catatumbo y Marquez.
De seguro que al leer este escrito, tirios y troyanos, dirán que es exagerado, que es guerrerista, que los bandidos que están en Cuba están cansados de la guerra, que se los está tragando el cáncer, que los militares tienen la culpa de la prolongación del conflicto, que ocho años de Uribe demostraron que la guerra es eterna, que dizque Pastrana fue el que puso a las Farc en la lista de terroristas como no hubieran sido ellos mismos con sus acciones, que dizque la exministra Martha Lucia Ramírez, no solo se volvió experta en compras de vituallas para las tropas sino que fue quien inició a desmantelar las Farc; que Ingrid Betancur dejó las pataletas de niña malcriada y ahora es teóloga y estadista con visos de estratega de la paz y nivel ministerial en defensa nacional, y mil insensateces más. Todas con ruido de tonel vacío.
Pero ninguno de esos sesudos analistas y pacifistas, cae en la cuenta, que primero hay que desbaratar la estrategia de las Farc, que hay que cerrarles los boquetes por donde están pasando por la faja a Santos y su equipo negociador, que no se les puede tolerar ninguna acción criminal, que un atentado contra un soldado es contra la majestad de la república y por ende exige respuestas de alto nivel estratégico, con profundidad política, sin tanta retórica pro-Premio Nobel de Paz y con mayor acción militar, política, social y mediática.
A manera de ejemplo: Israel es el país que más enseña al planeta cómo funciona la inteligencia estratégica o para anticipar a sus enemigos, que son muchos, o para retaliar cuando el terrorismo o la agresión exterior llega de sorpresa.
Igualmente el Estado de Israel, uno de los más pequeños pero a la vez de los más poderosos del mundo, enseña a diario la importancia de la geopolítica aplicada a la defensa nacional y viceversa.
Desde su nacimiento en 1948, el Estado de Israel ha abanderado la necesidad de la paz con el vecindario y con los palestinos. Pese a enormes operaciones militares soportadas con armamento, tecnología y tácticas soviéticas o rusas, nunca los musulmanes que hasta juraron en Sudán en 1967 destruir al odiado enemigo sionista, han ganado una sola guerra a los judíos. E Israel sigue hablando de la necesidad de la paz sin ceder en la soberanía ni en la seguridad integral de su pueblo.
La obvia respuesta de muchos críticos será: “Es que siempre el régimen de Tel Aviv ha contado con el apoyo del imperio”. Eso es parcialmente cierto, pues para los judíos nada es gratuito. Todo lo han conseguido con tesón, identidad y claridad de propósitos, gracias además a su privilegiada inteligencia y visión futurista. Inclusive como sucede ahora en las relaciones de con Netanyahu con Obama, han tomado decisiones trascendentales, con o sin el apoyo total de Estados Unidos.
Por esa razón, cuando los palestinos apoyados por gobiernos árabes o musulmanes regionales, atacan con cohetes desde la Franja de Gaza o desde Cisjordania a la población civil judía, o se inmolan en nombre de “Alá el grande y el misericordioso” en su fanatismo yihadista, la reacción política, militar, estratégica, diplomática, y mediática del Estado Israelí es contundente y sostenida.
Que hay daños colaterales, los hay, porque los terroristas se camuflan dentro de la población civil y hasta utilizan sedes de organismos humanitarios internacionales para esconder armas y terroristas. Pero al final de la batalla, al mundo entero le queda la sensación que Israel hizo respetar a su territorio, a su población, a sus tropas, a su integridad nacional, a su proyección geopolítica y a su valor geoestratégico para los intereses occidentales en el Medio Oriente.
Vistas las anteriores realidades, frente a la actual ofensiva sistemática de las Farc, apadrinada por comunistas desarmados de todas las pelambres, que mediante mil artilugios buscan dar estatus de beligerancia al grupo terrorista, la única opción viable que tiene el Estado colombiano para que las Farc y el Eln entren en cintura y se acojan a la paz que quiere Colombia, no a la legitimación del comunismo armado que quieren las Farc y sus cómplices; debe ser una acción militar clara contundente y sostenida sobre las guaridas.
Son sitios donde se reúnen cientos de bandidos armados, que ya han sido ubicados por la inteligencia técnica y el apoyo satelital de Estados Unidos. No son suposiciones ni cuentos de fábula, "ni inteligencia de la policía para apoyar la fuerza aérea" como dicen eufemísticamente algunos periodistas. Y en seguida desarrollar campañas de acción cívico militar y asuntos civiles proyectadas en el tiempo, no paliativos de un día, ni mucho menos el uso personal del presupuesto nacional, con el cuento chino de las “obras de la paz”, para buscar la eventual reelección de Santos o la sucesión por parte de Pinzón o Vargas Lleras.
La respuesta debe ser esa y no la de “diplomacia” acobardada de no hacer nada para que no se enrede el Premio Nobel, o para que Maduro no regañe otra vez la “oligarquía bogotana”, ni para que con su consuetudinaria conducta de rufián comunista, Rafael Correa siga embelesado en legitimar al Eln y a las Farc, en lugar de gobernar y arreglar los problemas de su país, que son muchos.
De nuevo tirios y troyanos dirán que esa respuesta es una solución guerrerista, que proviene del sector derechista, que es la propuesta del uribismo, que es propia de los enemigos de paz, que hay que conciliar, que el muñequito Inocencio de la televisión y los ríos de dinero que malgasta Santos en publicidad engañosa de una ilusoria paz son esperanzas para la convivencia, y mil críticas más.
Pero lo cierto, es que si no se hace ahora, que se tiene todavía la sartén por el mango, cuando no se ha cristalizado el desmantelamiento de las Fuerzas Militares ordenado por las Farc a Santos como requisito para firmarle cualquier acuerdo de fondo; será muy tarde para reaccionar, cuando las Farc logren el estatus de beligerancia, el reconocimiento de gobernantes cómplices y con la inmensa fortuna de la cual Santos ni oye, ni ve ni entiende, financien la ofensiva final sobre Bogotá que tanto han soñado los comunistas de todo el continente.
Una vez más, los pacifistas, los politiqueros, los incrédulos, los carentes de lógica estratégica, los enmermelados, los “amiguis de Juanpa”, los enemigos soterrados de las Fuerzas Militares, los politiqueros camaleónicos que se dan silvestres, los comunistas que están felices con los logros políticos de su brazo armado, y otros críticos de oficio, dirán que estas son premoniciones fatalistas, exageradas y guerreristas.
Es necesario responderles a estos personajes, que las guerras se ganan con respuestas concretas no con suposiciones abstractas de lo que el lado afectado desea hacer, sin conocer a fondo la estrategia del adversario, que en este caso es el Plan Estratégico de las Farc.
Por lo tanto, la respuesta a la acción provocadora del asesinato o heridas sistemáticas de soldados que aseguran la erradicación de coca en el Caquetá, que es una conducta estratégica de las Farc, requiere una respuesta estratégica y contundente. Visto como un símil: Ni el cáncer, ni el sida, ni la letal hepatitis B se curan con aspirinas, vick Vaporub o los antiguos mentolatos del doctor Escobar. Mucho menos con pañitos de agua tibia.
Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Experto en geopolítica, defensa nacional y estrategia
El coronel Luis Alberto Villamarín Pulido es analista de asuntos estratégicos, especialista en geopolítica, estrategia y defensa nacional, temas sobre los cuales ha escrito y publicado 31 libros. Para leer algunos de los libros escritos por el coronel Villamarín haga click aquí
