Corrupción, politiquería y conflicto interno

Publicado: 2007-10-01   Clicks: 2298

 Por coronel Luis Alberto Villamarin Pulido

Escritor estratega

Publicado  el 1 de Octubre 2007 9:57 PM en el Diario El Tiempo de Bogotá Colombia

http://www.eltiempo.com/blogs/analisis_del_conflicto_colombiano/2007/10/Corrupcin-politiquera-y-confli.php

    Basta con revisar algunos hechos recientes para recaer en lo mismo de siempre: La corrupción y la politiquería son los pilares que soportan el agudo conflicto interno, con consecuencias impredecibles.
    Un contralor investigado por presuntas malversaciones de dineros del erario público; un expresidente inepto cargado de envidia tratando de desprestigiar a quien le ha “dado sopa y seco” en el ejercicio del mismo cargo; una guerra de nervios y de calumnias entre los politiqueros de siempre producto de su consuetudinaria rapiña por el poder local y regional; las Farc amedrentando a los campesinos para que voten por los candidatos de la izquierda; mas congresistas que se aliaron con bandidos de las Auc para incrementar su patrimonio, un sector del Polo Democrático que se niega a censurar a las Farc como lo hizo obligado Petro; y, la justicia que siempre ha cojeado, enfocada en sindicar militares pasando de “agache” la responsabilidad de los terroristas que ahora son moralistas y del incapaz presidente que fue inferior al reto histórico de ese momento.
    Y detrás de todo este enredo construido por una caterva de rapaces, ambiciosos y egocentristas, queda el pueblo colombiano, como siempre dejado al garete de su incierta suerte.
    Todo esto ocurre porque no hay objetivos nacionales, porque no hay estrategias integrales, porque no hay liderazgo regional, ni proyectos sólidos para desembotellar ninguna de las cinco regiones naturales, y, porque los gamonales hacen su agosto en todo el territorio nacional.
    Mientras tanto los despistados, los envidiosos y los deseosos de sembrar la discordia, encuentran el campo abonado para atacar a las instituciones y las personas que de una u otra forma han contribuido a sostener la inestable forma republicana de gobierno y la erosionada democracia, que paradójicamente les permite hacer el juego a los terroristas, sus comisarios políticos y los insidiosos que a todo le encuentran un pero, sin que sus mordaces críticas aporten algo beneficioso.
    La politizada reapertura de la investigación por los infortunados y lamentables hechos del Palacio de Justicia, apunta mas a favorecer el proyecto “estatista” encabezado por Hugo Chávez, que a establecer la necesaria verdad de lo sucedido aquel par de luctuosos días y a castigar a todos absolutamente todos, los responsables del holocausto.
    El fenómeno analizado es cultural y repetitivo. Mientras las Farc siguen reclutando campesinos para convertirlos en narcotraficantes y terroristas, las autodefensas ilegales reviven las estructuras delictivas, delegados de Chávez están inmersos en la activación de células del movimiento bolivariano y en apoyar al Polo Democrático; y, la justicia mas dedicada a la publicidad y la imagen personal, sin que haya quien le ponga orden a semejante caos.
    Lo realmente preocupante del asunto es determinar a quien favorece todo este enredo, producto de la interminable corrupción administrativa y la politiquería. Es evidente que las Farc están sacando la mejor tajada, pues entre mas corruptela haya dentro del país, entre mas hampones de cuello blanco escudados en sus cargos, investiduras y roscas sigan robando el erario público y/o enfrascados en como desprestigiar al adversario político para quedarse con los botines burocráticos, mayor posicionamiento adquirirán en el exterior los terroristas que en virtud de su audaz propaganda, aparecen como los salvadores del caos tercermundista que nos agobia.
    Muy poco o nada gana Colombia con que el Ejército dé de baja al Negro Acacio o al cabecilla de las Farc en el Huila, o que se capture a Don Diego, si al mismo tiempo las condiciones estructurales que han conducido a la coexistencia con el terrorismo y el narcotráfico, perviven de manera sistemática, puesto que los gestores y promotores de esa forma de vida, permanecen impávidos y dedicados al saqueo del erario público o a explotar para su beneficio los cargos públicos.
    Después de 20 años sucesivos de evidente desgobierno entre 1982 y 2002, subió a la presidencia el único mandatario que ha demostrado dedicación total por el país, pero sus enemigos naturales, los envidiosos, e inclusive los mismos aduladores que un día son serpistas o gaviristas y al otro son uribistas, luego “regresan a su partido”, para desprestigiar a quien los sacó del anonimato o los salvó de caer en el olvido político.
    Las deficiencias en la educación son estructurales. Ni hay cultura política, ni muchos especialistas con capacidad de generar opinión. Hay críticos oportunistas que actúan de acuerdo con sus conveniencias personales. Basta leer la columnas de opinión de los principales medios de comunicación colombianos  y compararlas con el País de España, Le Fígaro de París, El New York Times, The Economist, la revista Time, etc.    La diferencia es abismal.
    Igual ocurre con los foros de lectores. En los medios extranjeros  citados se evidencia conocimiento del tema tratado por parte de escritores y lectores. Las críticas se enfocan en el escrito y no en el autor. Los comentarios se orientan a refutar con argumentos y no con ofensas, o a sugerir otras formas de concebir el contenido.
    Se dice que los sajones y los “gringos” son demasiado pragmáticos, pero precisamente en eso radica la diferencia abismal que nos separa de ellos. Son técnicos y específicos en cada asunto. Si se va a evaluar la gestión de un mandatario, se establecen los indicadores de gestión y se gravita alrededor de ellos. No hay cabida ni para los juicios de valor, ni para las ofensas. Mientras tanto, nosotros, macondianos y tercermundistas, carecemos de foco, de objetivo concreto y de propósitos nacionales.
    Cada quien se cree depositario de la verdad absoluta, sin darse cuenta que el mundo evoluciona a una velocidad arrolladora. Que Irlanda desató un fenomenal milagro económico. Que la tecnología de punta redujo las distancias geográficas y abrió ilimitadas posibilidades a la libre empresa contrapuesta a la inoperante y fallida estatización socialista. Que país que no se integre a la globalización quedará sumido en la miseria. Que la locomotora de la economía China está disparada. Que debido al caos característico del Tercer Mundo, cada día la brecha es mayor frente a las naciones industrializadas.
    Que la educación es una obligación y no privilegio de unos pocos, y lo que es mas importante, que si no logramos combatir la envidia y la mediocridad, seguiremos inmersos en la “guerra de nervios” entre politiqueros, la indiferencia frente a las ratas que desangran las finanzas públicas y hasta engatusados con el cuento que el estulto modelo de Chávez, Morales, Correa y Ortega, es la salvación.
    Debido a esa bobería crónica y manifiesta, es que perdimos a Panamá y el estratégico canal, Inglaterra nos ferió con el cuestionado empréstito que manejó el general Santander, Italia nos amenazó al atracar dos fragatas frente a las costas; que los españoles se están quedando con la banca y los medios de comunicación, que los norteamericanos han sacado tajada del petróleo; que por culpa de la estúpida guerra de las Farc contra Colombia, Venezuela explota a sus anchas los pozos petroleros fronterizos, Brasil recoge el mejor porcentaje del comercio en los departamentos fronterizos, los mexicanos controlan la producción cementera, que no hemos salido a explotar los dos océanos y mucho mas.
    Por eso no debemos echarle a nadie la culpa de nuestros males. Somos los responsables de lo que nos ha pasado, porque a lo largo de la historia republicana, hemos convivido con los corruptos que se roban un hueco, los politiqueros que viven de la rapiña y la connivencia con ellos por parte de los quijotes que han sostenido las pequeñas empresas, el amplio número de educadores que han intentado sembrar valores y el abnegado sacrificio de las Fuerzas Militares que han impedido que el país caiga en manos de los terroristas.
    Pero no hay mal que dure cien años ni enfermo que lo resista. Es hora de revaluar este sendero, de replantear la educación integral de los colombianos, de establecer cuales son los objetivos nacionales, de abrir posibilidades a la economía de mercado, al libre comercio, a las instituciones abiertas y al rechazo al terrorismo y su sustento ideológico. Para eso se necesita fortalecer la gobernabilidad a partir de la educación amplia y objetiva.

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Analista de asuntos estratégicos
www.luisvillamarin.com

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