Peligroso show de ley de reforma a sanidad militar. Luces, sombras y responsabilidades

Publicado: 2019-07-21   Clicks: 800

      La audiencia pública realizada el miércoles 11 de septiembre de 2019 en el salón Luis Carlos Galán del congreso de la república, para escuchar la absurda propuesta de ley 54 de 2019, mediante la cual un grupúsculo de congresistas de diferentes bancadas y diferentes comisiones, pretenden hacer festín con los recursos de la sanidad militar, enmascarando su estratagema con el falso argumento de supuestas bondades, cohonestadas por un pequeño coro de asistentes previamente preparados para el show.

       Lo sucedido indica que pervive un problema estructural en asuntos técnicos, administrativos de liderazgo y de identidad institucional, derivado de la inexistente representatividad política del ministerio de Defensa en las necesidades básicas de los militares y policías activos y retirados, pero también por la apatía de oficiales de diferentes graduaciones, que por su nivel cultural, académico y grado militar, deberían ser los líderes de cualquier proceso de reforma a los derechos pensionales, salariales, de salud o de bienestar de la reserva activa.

      A grandes rasgos lo que se vio ese día en la audiencia fue:

       Un irrespetuoso congresista que convocó a una audiencia a las 9 de la mañana, pero apareció a las 10:30 con la disculpa baladí que estaba en un velorio. Si tenía una convocatoria de esa magnitud  y fuera una persona seria y con respeto por los demás habría cumplido a la hora indicada. Estaba tan seguro de su show, que creyó que estaba tratando con borregos a los que puede irrespetar.

      Una grupito de mandaderos del ponente del proyecto, uniformados con camisetas marcadas con el SI al esperpento jurídico, que además de manera abusiva tenía el listado con nombre completo y número de cédula de los asistentes, vaya uno a saber con que fines diferentes a los del control a la entrada del evento. De remate la supuesta propuesta de ley 54 de 2019, no es un proyecto serio ni actualizado, sino un refrito de un ya rechazado proyecto legislativo, que se intentó colar lleno de micos en 2004. Ver para creer.

       Vimos a un habilidoso y mendaz ponente de la ley, que con actitudes histriónicas inventaba supuestas visitas a todas las guarniciones militares y policías, para concluir como verdad de a puño, que la mayoría de los afiliados al sistema de sanidad militar le han pedido que para evitar la corrupción, eso sea manejado por “civiles” expertos, que el número de camas del servicio de la fuerza pública es superior al de los colombianos, que se debe unificar a todas las fuerzas incluida la policía, y lo que despliega un asqueante y nauseabundo olor a cloaca de corrupción, que la compras deben ser centralizadas, punto que repitió seis veces en la intervención y era el que más le interesaba resaltar.

      Luego apareció un terrorista desmovilizado del M-19 que dijo ser congresista, para decir que inclusive los bandidos de las Farc que están en el congreso, están de acuerdo con ese proyecto. Y los complementó un congresista afrodescendiente, proveniente de zonas donde la corrupción política es aterradora, y que curiosamente en lugar de estar preocupado por la salud de sus coterráneos, tiene apetito voraz y famélico, por meter diente a este esperpento de ley de la sanidad militar…

       La conclusión es sencilla. Cuando tantos enemigos de las instituciones armadas, se unen dizque para defender a la Fuerza Pública, lo único que se puede esperar, es que haya oscuros intereses detrás de esto. El tiempo que nada perdona lo dirá.

      La respuesta de la reserva activa, que es la que puede deliberar abiertamente en política fue:

       Apatía general de los oficiales de todos los grados para estar allí presentes en bloque, reclamando los derechos legítimos y dando ejemplo de integración, llamado a la unidad y sobre todo de credibilidad. Solamente asistió un mayor general (r) dos coroneles (r), un teniente coronel (r), un mayor (r), un capitán de navío (r), y un médico que dijo haber sido oficial pero este galeno desentonó, porque abiertamente hizo parte del coro de apoyo a la improcedente propuesta de ley.

      Los demás asistentes fueron suboficiales, agentes y soldados profesionales en uso de buen retiro. Pero claro todos los allí presentes, éramos una masa sin liderazgo central, sin una posición preconcertada para exponer las ideas, y sin embargo, quizás por la disciplina y el profundo amor que tenemos por Colombia, coincidimos en que ese esperpento de ley no tiene asidero.

      De la manera que el ministerio de Defensa y las Fuerzas presentaron su argumentación, quedó la sensación que se enteraron a ultima hora, que no tenían la menor idea que se estaba cocinando esta trama y lo que es peor, que tal vez a los “yuppies” expertos en estrategia, defensa nacional y tal vez hasta en “ciencias ocultas” que trabajan en el ministerio, lo que menos les importa es la suerte de los soldados y policías, que en contraste los sostienen en sus sillas de burócratas.

       Respecto al Centro Democrático que de dientes para afuera, es pródigo en elogios a las Fuerzas Militares y de Policía, solo asistió un representante a la cámara, cuya tibia exposición se centró en aclarar que el proyecto debería haber nacido del ministerio de Defensa, que la policía tiene un maravilloso servicio de salud que no se puede deteriorar, que quizás sean temas institucionales internos y que felicitaba al ponente por la “excelente idea”. Los demás parlamentarios del Centro Democrático brillaron por la ausencia. Esa es la lealtad que el Centro Democrático “tiene en el alma” con sus fuerzas armadas…. Oportunistas y politiqueros como los ponentes del espurio proyecto, que solo buscan la reserva activa para que vote por ellos.

       De lo anterior se infiere que la mejor solución sería:

      Archivar esa espuria propuesta de ley, por su contenido, los micos que tiene, y la improcedencia de las pobres argumentaciones del audaz ponente.

      Que el Ministerio de Defensa con el ministro a la cabeza, aterrice y cumpla con sus funciones, para que cualquier proyecto de ley atiente al servicio activo o los beneficios de las reservas, sea concertado con los usuarios y salga del poder ejecutivo.

       La sanidad militar no necesita de una ley tan espuria como la propuesta para reformarse. Necesita revisiones administrativas, capacitación interna en manejo hospitalario, combate a la corrupción que si existe dentro de este servicio y auditoría real, para que los procesos se dinamicen y se empoderen. Las soluciones administrativas siempre tienen que ver con la buena voluntad, la transparencia y la identidad institucional.

       Que los ponentes de esa espuria ley que pretende llevar corrupción y descomposición por desnaturalización del sistema de sanidad militar, mas bien se dediquen a solucionar los problemas de salud de los demás colombianos que son muchos.

       Los militares y policías de la reserva activa estaríamos satisfechos como los demás compatriotas, escuchando que en lugar de proponer estupideces como esta ley 54 de 2019, los congresistas propusieran derogar la JEP; abrir juicios penales a Juan Manuel Santos y los mudos que se arrodillaron ante las Farc en Cuba, remoción de la corruptela que hay en las cortes, reducción del congreso, investigaciones a fondo para que las familias de quienes se han robado los recursos públicos les sean expropiados sus bienes, y muchas soluciones más.

        Para el alto mando en actividad, este debe ser un fuerte jalón de orejas que los aterrice, pues en breve también harán parte de las reservas, y entiendan que con ellos o sin ellos,  las instituciones siguen, y que por lo tanto no son cuerpos gloriosos, ni ajenos a las realidades de las que somos víctimas todos los colombianos, por culpa de los corruptos, los avivatos, y quienes han creído que las Fuerzas Militares son un mal necesario, del que se puede pelechar hasta de los recursos de la salud de sus miembros.

       De paso para que de manera respetuosa pero muy firme le digan al ministro de Defensa que él no es una figura decorativa que juega a los soldaditos y recibe honores militares por protocolos institucionales, sino que como ministro es la cabeza política de las Fuerzas Militares y de Policía, el responsable de las políticas de la seguridad y defensa nacional, pero sobre todo el primer responsable del bienestar de los uniformados y sus reservas.

       Y que esa parte de la responsabilidad incluye de manera prioritaria a la sanidad militar. No es ministro de Defensa para que lo entrevisten los medios o para abultar su curriculum y soñar con inmerecidas presidencias como han hecho sus antecesores.

     Para las organizaciones de reserva activa, este sablazo indica que en la práctica no hay ni mesas de trabajo, ni una organización específica que represente a las demás. Por el contrario se evidencia que esas organizaciones existen más por costumbre que por proyectos, que las juntas directivas no ejercen ninguna influencia concreta sobre los afiliados, y que con comunicados conjuntos que no lee nadie o declaraciones destempladas de una sola persona, tampoco se llega a nada.

       La actividad política exige presencia, confrontación democrática argumentativa, ideas novedosas, no solamente grados militares que quedan para el recuerdo y los medalleros de cada uno de nosotros en la casa.

       Para los señores oficiales de las cuatro fuerzas, en la reserva activa, el sablazo es fuerte. Sucede que por su bajo nivel cultural, la buena voluntad de soldados, policías y suboficiales, quienes con contadas excepciones son profesionales, pero tienen el instinto de defender sus derechos, está siendo manipulada por politiqueros oportunistas y hasta por terroristas desmovilizados del M-19 y las Farc.

        La notoria ausencia de oficiales de todos los grados en este debate en el que está en vilo la estabilidad de lo poco que falta por que nos quiten los politiqueros corruptos, debe servirnos de punto de inflexión, para comprender que la solución al trillado argumento de que nos falta unidad e integración, comienza porque cada uno de nosotros, se vincule de manera proactiva a defender lo nuestro y a buscar soluciones adecuadas.

       Como en la reserva activa ya no podemos aplicar jerarquías ni grados, pero si trabajar con base en el respeto mutuo, que es una característica de nuestra formación profesional, sea esta la oportunidad para persistir en que Colombia y las Fuerzas Militares, necesitamos crear un movimiento político de la reserva activa que represente a los más altos intereses de seguridad y desarrollo de la nación, eligiendo democráticamente a quienes nos representen en esas instancias sin importar su jerarquía o grado, sino con base en su capacidad y voluntad de concretar los objetivos organizacionales.

        La integración no es de palabra sino de obra. Con palabras bonitas o elogiosas no uniremos toda la estructura de la reserva activa. Con grados o jerarquías militares tampoco avanzamos. Menos podemos exigir que las numerosas organizaciones sociales de la reserva activa, asuman vocerías que no les corresponden, ni tienen la vocación de hacerlo de manera integrada. La solución es política y como tal se debe hacer desde los estrados políticos. Participando y untándose de la realidad de los problemas, defendiendo los derechos y proyectando objetivos a largo plazo.

         Lo contrario es más de lo mismo, para mantener a una valiosa masa humana acéfala, al vaivén de los elogiosos politiqueros del Centro Democrático, que ni nos representan ni nos defienden, o lo que es más grave como naves al garete, para que corruptos politiqueros de siempre, miembros del M-19, de las Farc, o de todas las pelambres con que se identifican los comunistas, mediante promesas o artilugios coopten a nuestras reservas, con consecuencias impredecibles.

 

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Autor de 35 libros de geopolítica, defensa nacional, estrategia e historia.
 www.luisvillamarin.com

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