Damasco nunca ha sido doctrina militar colombiana

Publicado: 2020-11-28   Clicks: 1749

       Análisis del conflicto armado en Colombia

      La acepción N° 2 del Diccionario de la Real Academia Española, define la palabra doctrina como norma científica o paradigma. Y luego, agrega que cuerpo de doctrina es un conjunto de conocimientos o teorías fundamentales de una ciencia o disciplina.

     Por ser un conjunto de aprobaciones científicas, una doctrina institucional no puede tener ni nombres ni padrinazgos particulares. Es ciencia pura, y la ciencia se mejora por medio de la investigación y la comprobación medida y verificada de hipótesis, trazadas a partir de la duda fundamentada, el rigor académico, las pruebas de campo y la verificación in situ de su eficiencia.

     En el caso específico de Colombia, la doctrina militar o norma científica para las operaciones militares, se basa en la experiencia acumulada por la humanidad en múltiples guerras en todo el planeta.

      Todo esto, mediante rigurosas conclusiones que a lo largo de la historia universal, han sido decantadas por estudiosos del tema y concretadas en paradigmas encarnados en la definición de la guerra como tal, los principios de la misma, los principios y fundamentos de las operaciones militares categorizadas en ofensivas, defensivas y retrógradas y la guerra no convencional, contra grupos armados irregulares, insurgentes, bandoleros o terroristas, según sea el caso.

      Por otra parte, en cumplimiento de lo estipulado en el artículo 217 de nuestra Constitución, la misión del Ejército Nacional es conducir operaciones militares orientadas a defender la soberanía, la independencia y la integridad territorial y proteger a la población civil y los recursos privados y estatales, para contribuir a generar un ambiente de paz, seguridad y desarrollo, que garantice el orden constitucional de la nación.

      Vistas las anteriores consideraciones, la doctrina militar colombiana para las fuerzas terrestres que garantizan nuestra defensa y seguridad nacional, ha sido y sigue siendo la misma desde el nacimiento como república, y, siempre atada a la misión constitucional del Ejército Nacional.

      En consecuencia, como norma científica la doctrina del Ejército, no puede tener nombres particulares, ni confundirse con los programas o planes de instrucción, las directivas, los proyectos académicos, administrativos u operacionales, las órdenes de operaciones, o las operaciones como tal, a las que usualmente los militares de todo el mundo, les asignan nombres o códigos para identificarlas.

      Con ocasión de las conversaciones del anterior gobierno con las Farc, se pretendió inmiscuir la doctrina militar del Ejército colombiano, en el esquema de conveniencias politicas del mandatario de turno, y por errada interpretación de su significado, se confundió la doctrina militar con los programas y planes de instrucción, que en todas las épocas deben estar encaminados a mejorar en el ámbito operacional, además de la visión del Ejército del futuro decenio. Pero siempre alrededor de conceptos doctrinarios, no de afanes personales.

     La mal llamada doctrina Damasco, que más bien podría denominarse un compendio de propuestas para programas de instrucción militar y  de cultura general militar, con el fin de  conocer, cómo operan las fuerzas terrestres de la primera potencia mundial, presenta un ambicioso híbrido de manuales y conceptos operacionales contenidos en un fardo de documentos, no muy bien traducidos, ni adecuadamente adaptados, pero tampoco aplicables a las complejas circunstancias de conflicto interno, narcoguerrillas, terrorismo urbano, bandas criminales, que enfrenta Colombia.

      Es natural, que al recibir el comando de la Fuerza, el experimentado general Eduardo Zapateiro Altamiranda, en este momento el colombiano más conocedor y mejor informado acerca de las intenciones estratégicas y tácticas de todos los actores generadores de violencia, y además de brillante comandante de tropas en el campo de combate, docente fogueado en las Escuelas de Infantería, de Soldados Profesionales, de lanceros, de Fuerzas Especiales, de Paracaidismo y la mismísima Escuela Militar de Cadetes, ahora, en desarrollo de su función de alto comando y control, disponga reajustes estructurales a los programas académicos, a los enfoques de la instrucción militar, y al necesario entronque que debe haber entre la inteligencia militar, la educación militar y las operaciones en el campo de batalla.

      La doctrina es ciencia pura, es filosofía, es eje fundamental de guía operacional, que solo puede cambiar mediante procedimientos científicos decantados, probados y verificados no solo por el Ejército colombiano, sino en diferentes escenarios bélicos y diversos ambientes operacionales.

      Los programas y planes académicos, son cambiantes en todas partes, y se ajustan a las necesidades de cada situación en particular. Por ende, lo más inteligente es reajustarlos acorde con las exigencias del ambiente operacional.

En síntesis, Damasco no es una doctrina militar, sino una propuesta de educación militar sin probado éxito aún en el complejo ambiente operacional colombiano, y si el general Zapateiro que está mejor informado que los demás colombianos en estos temas, asistido por su Estado Mayor, decide reestructurar esos programas, para que nuestro Ejército sea mas efectivo, la obligación de todos los compatriotas sin excepción es apoyarlo, para que sigamos siendo una nación soberana, respetada y libre; defendida por profesionales militares, que basan sus actuaciones en fundamentos científicos militares, no en ambiciones personales o mediáticas a favor de otras intenciones.

 

Teniente coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

Autor de 38 libros de geopolítica, defensa nacional y estrategia

www.luisvillamarin.com

 

 

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