Mitos y realidades de la “Doctrina Damasco”

Publicado: 2020-12-08   Clicks: 3618

      Análisis del conflicto armado en Colombia

     Como es usual en las “exhaustivas investigaciones periodísticas colombianas”, la superficialidad y el inmediatismo, son común denominador. La tormenta desatada, como consecuencia del final de la carrera de un oficial, confundiendo a la opinión pública acerca de cuales fueron las razones de su retiro, con la inexistente doctrina Damasco, no es la excepción de la regla de la “profundidad investigativa” de los medios de comunicación criollos.

     Un examen de los mitos y realidades de la mal llamada “Doctrina Damasco”, intenta poner las cartas sobre la mesa, desmovilizar la lengua y dejar de utilizar los medios de comunicación para despotricar de la institución, que dio todo lo que es y todo lo que tiene, a quien hoy convierte su necesario retiro de la Fuerza, en un problema de ribetes siderales.

      Mito1: Que “Damasco” es una doctrina militar, casi equivalente o de pronto superior,  al descubrimiento del genoma humano, el hallazgo de los huecos negros en el universo, o la concreción de la vacuna contra el Covid 19

     Realidad 1: La mal llamada “Doctrina Damasco” es un híbrido de traducciones mal hechas de manuales militares gringos, en su mayoría inaplicables a la realidad operacional militar colombiana, que no aportan nada a elementos intangibles del poder relativo de combate, tales como la moral combativa, la destreza táctica o la mística y unidad de cuerpo. “Damasco” no es una doctrina, pues no está probada científicamente, ni fue hecha por investigadores científicos galardonados como tales. Es una propuesta de manuales de instrucción militar, aún sin decantación científica, sujetos a revisiones y cambios.

     Mito 2: Que con la “Doctrina Damasco” los soldados tienen un lenguaje más técnico y una percepción diferente de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario

     Realidad 2: Desde hace mas de 30 años, quienes estábamos en servicio activo implementamos los primeros manuales de ese tema, creamos la Escuela de Relaciones Civiles Militares e iniciamos en todas las guarniciones la implementación de cursos sobre DDHH y DIH. A partir de 1990, esta instrucción ha estado inserta en manuales, programas de instrucción y políticas de comando en todos los niveles. Pero hay algo más, la guerra no se gana con términos técnicos, sino derrotando la estrategia del adversario en el campo de combate y con habilidad probada en la dirección política de la misma.

     Mito 3: Que con la “Doctrina Damasco” mejora la efectividad operacional de las tropas.

     Realidad 3: Desde cuando se incrementó la propaganda autopublicitaria la mal llamada “doctrina Damasco”, el Ejército comenzó a experimentar una crisis de liderazgo interno, especialmente en los niveles de dirección estratégica, se multiplicaron aberrantes casos de corrupción ampliamente publicados en los medios, y se generó una lamentable situación de rechazo entre los subalternos, frente a las actitudes genuflexas de los generales Mejía Ferrero, Rodríguez Barragán y Flórez Aristizábal ante al gobierno Santos. De remate, nunca más hubo operaciones contundentes contra los cabecillas de las Farc o el Eln, del nivel de Jaque, Odiseo, Fénix, Aromo o Sodoma por citar algunas.

      Mito 4: Que la “Doctrina Damasco” no es consecuencia de las imposiciones de las Farc a los delegados de Santos en Cuba

    Pacto Farc-Santos Realidad 4: Para los comunistas armados y desarmados, es imprescindible deshacer el Pacto de Santa Fe y la “doctrina de seguridad nacional” anti marxista, con el fin de que los Ejércitos de todo el continente queden maniatados en la lucha contra el terrorismo que realizan sus brazos armados.

     Antes y después del pacto Farc-Santos, los terroristas y sus cómplices, han dicho que el Ejército debe estar en las fronteras; no impedir la “protesta social” así esta sea armada; no erradicar los cultivos ilícitos; no entrar a las zonas indígenas; suprimir los bombardeos contra las guaridas terroristas dizque porque allí hay criminales menores de edad, etc.

     Se necesita ser ciego o demasiado tránsfuga, para ignorar esa realidad. Por desgracia, esa era una de las estratagemas que necesitaba Santos para conseguir su premio Nobel de paz, así fuera sacrificando la estructura mental y la filosofía operacional militar colombiana. Por extensión ganaron los enemigos de la institución, que por su naturaleza son enemigos de Colombia.

     Mito 5: Que un cúmulo de costosos manuales mal traducidos, e inaplicables o un par de documentos elaborados por un supuesto coronel venezolano, sin ninguna capacidad probada como investigador científico militar y reformador de doctrina militar, son la panacea para proyectar el Ejército del futuro en Colombia

     Realidad 5: Ninguno de esos documentos ni de esos sapientes analistas, tiene credenciales internacionales de haber reformado la doctrina militar, que de paso sea dicho, es una sola en los ejércitos occidentales. Que se sepa ni la “Doctrina Damasco” ni el asesor venezolano, cambian los principios de la guerra, los propósitos y fundamentos de las operaciones ofensivas, defensivas o retrogradas. Tampoco aportan ninguna invención científica probada a las maniobras de contraguerrillas en ambientes rurales o urbanos. Mucho ruido y pocas nueces. O simplemente ruido de tonel vacío.

     Mito 6: Que por desconocimiento de la “genialidad epistemológica” de la “Doctrina Damasco” algunos oficiales de las reservas de manera individual, o Acore como “organización de ultraderecha” esta en contra de tan “increíble hallazgo científico militar”.

     Realidad 6: La ignorancia es precisamente de esa orilla. Ni Acore es de ultraderecha, ni es una organización política. Es mejor leer los estatutos de esa organización gremial integrada por algunos oficiales veteranos y reservistas de las Fuerzas Militares, para entender su objeto social. Además, es seguro, que los oficiales de las reservas que de manera individual se han opuesto a este híbrido, que no es doctrina sino propuesta académica, tienen màs conocimientos y visión de lo que necesita el Ejército colombiano, que un extranjero proveniente de un país donde los militares son vergüenza continental, por ende, mal podría sentar cátedra sobre lo que desconoce.

     Mito 7: Que la “Doctrina Damasco” en complemento a otras decisiones de reestructuración interna, aumenta el poder relativo de combate del Ejército

     Realidad 7:  Un examen riguroso de la situación administrativa del Ejército actual, correlacionando las “transformaciones de la era Santos-Pinzón-Mejía” y el cartel de la mermelada, muestra a un paquidérmico y burocratizado esquema de cargos adicionales en planas y estados mayores, que han aumentado los cuadros de mando en oficinas y quitado comandantes a las unidades de maniobra, con la circunstancia agravante que “Damasco” ni es doctrina, ni ha cambiado la balanza del poder de combate con los grupos ilegales armados, a los que les cambiaron de denominación como si con eso, desaparecieran del panorama nacional. Para Colombia el problema sigue igual o peor, que antes de la firma del pacto Farc.Santos.

     Sin duda hay màs mitos y realidades acerca de la mal llamada “Doctrina Damasco”, pero tal vez, es más importante ir al fondo del asunto que agregar más argumentos a la exposición mediática que se ha dado a este tema.

      El problema radica en que al formular la “Doctrina Damasco”, no se interpretó ni aplicó lo estructural contemplado en la Constitución Nacional, en torno a la misión de la Fuerza Militar, complementado a la neblina que siempre ha existido en los planes de gobierno, que nunca se ajustan a políticas de Estado por carecer de objetivos nacionales definidos.

     Tal debilidad  se refleja en la inexistencia de la ley macro de defensa y seguridad nacional, lo cual facilita que demagogos como Santos, oportunistas como Gaviria, sujetos con dudosa credibilidad como Samper, manipuladores como Belisario,  autoritarios como Uribe, o egocéntricos como Pastrana, hayan visto a las Fuerzas Militares como su botín armado,  ìtilizable para conseguir sus intereses políticos personales no institucionales, o para poner alfiles en el Ministerio de Defensa, que desde luego ven esa cartera como un trampolín político egocéntrico.

     Y como si fuera poco, que los presidentes, los congresistas, los ministros, los embajadores, los docentes, los periodistas, etc., no hayan entendido nunca el plan estratégico de los terroristas, ni la naturaleza de la guerra revolucionaria, dicha ignorancia, ha sumido el país en una prolongada guerra de desgaste, en que el componente militar ha puesto todo el esfuerzo con sangre, sudor y lágrimas.

     Mientras tanto, a nombre de la mal interpretada justificación de la democracia, los corruptos de las dirigencias políticas se reparten la nómina y el presupuesto, oxigenan el descontento social y dan pie para que los comunistas armen sus cuadrillas, los criminales organizados estructuren sus bandas delictivas, y los corruptos desangren al país trayendo miseria, violencia y abandono.

     Si la “Doctrina Damasco” tocara esos asuntos, y "prospectara" la educación de militares y de ciudadanos civiles en estos temas, probablemente el país caminaría hacia la paz con desarrollo socioeconómico, y las tropas terrestres se dedicarían a otros aspectos de seguridad y defensa nacional.

     Pero nunca al gaseoso embeleco de “multimisión”, llenando de colgandejos el uniforme militar con la espadita de la V, que no parecería ser de la “Victoria” sino de vergüenza o del reflejo de los “vendidos”, que desde altos cargos militares, cohonestaron el deseo egocéntrico de Juan Manuel Santos, por recibir el premio Nobel de paz.

      He aquí algunos mitos y realidades de la mal llamada “Doctrina Damasco”, que en los últimos días ha desatado una tormenta mediática, gracias a la superficialidad propia de la "profundidaad investigativa" de nuestros periodistas.

 

     Teniente coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

     Autor de 38 libros sobre geopolítica, defensa nacional y estrategia

      www.luisvillamarin.com

 

 

 

 

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