Operaciones de Guerra Sicológica

Publicado: 1996-09-15   Clicks: 1992

Publicado en la Revista de las Fuerzas Armadas de Colombia el 15 de septiembre de 1997

         Las operaciones de guerra sicológica son aplicadas en los conflictos bélicos, antes, durante y después del combate. No son ni los ingredientes, ni otro tipo de guerra planteado contra los operadores de guerra sicológica del enemigo. Son acciones paralelas al enfrentamiento armado que no están regidas por leyes o por las costumbres de la guerra, y, tampoco pueden definirse en términos de terreno, orden de batalla, o acuerdos entre los combatientes.

     El éxito o el fracaso de su aplicación se conoce meses o inclusive años después de ejecutada una operación. Las operaciones de guerra sociológica son un arma avasalladora en la explotación de los éxitos, pero aunque a menudo indetectables, son mortales en el fracaso. El artículo presenta una valoración científico-histórica, que induce a plantear la posibilidad de desarrollar operaciones de guerra sicológica y conjurar la amenaza subversiva en Colombia.

     La concepción de la guerra sicológica va más allá de definir la violencia revestida de legalidad. La declaratoria de guerra, el reconocimiento de naciones neutrales, la concreción del enemigo, el cese de hostilidades y la proclamación de la paz, son asuntos que traspasan la esfera del campo puramente militar en la guerra, ya que son considerados como los ingredientes políticos del conflicto. En ese sentido se deduce que la efectividad de las operaciones de guerra sicológica es interdependiente con el nivel del comprometimiento del Gobierno como un todo, para imprimirle el sentido amplio de "guerra política" al conflicto.

     Las primeras aproximaciones para definir el concepto de "guerra política" como el máximo empleo de propaganda integral para mirar la voluntad de lucha enemiga, se concibió poco después de finalizada la Segunda Guerra Mundial. Entre varias definiciones del asunto se destaca: "La guerra política es la estructuración de la política nacional de tal forma que mediante el empleo de la propaganda, las operaciones militares fomentan el desarrollo de las relaciones políticas de los gobiernos con los grupos humanos en las áreas donde se realicen las operaciones militares” [1].

    Pese a que en múltiples estudios relacionados con las guerras modernas, la propaganda y la guerra sicológica son consideradas como hechos separados, el análisis de los hechos históricos, confirma que su existencia e interrelación es tan antigua como la humanidad

    Los ejemplos son abundantes. En la batalla contra los medianitas (1245 a.C.) Gedeón creó el pánico y el terror mediante el empleo de antorchas. A lo largo de la ingente trayectoria de identidad cultural, los chinos han utilizado la guerra sicológica para ganar espacios políticos.

    Sun Tzu, el general y maestro de los estrategas chinos, resumió en la obra "El arte de la guerra" fundamentos esenciales de la guerra sociológica que siguen vigentes y fueron la guía metodológica del general Norman Schwarzkoop durante la guerra en el Golfo Pérsico. Otros ejemplos: Gengis Khan utilizó la propaganda sustentada en manipular la diplomacia. Hernán Cortés acudió al ejemplo de los caballos para aterrorizar a los aztecas que estaba evangelizando.

     Es probable que la propaganda utilizada en las guerras religiosas debe ser reexaminada para profundizar en el tema y formular aproximaciones conceptuales a la definición de las guerras por la fe, ya que parece estar siendo demostrado que concepciones tales como la lealtad dogmática que aparentaba ser inmune a la violencia y que consideraba insuficiente la fuerza para cambiar la forma de pensar de un ser humano; están siendo revaluadas por conclusiones de investigaciones científicas en el campo de la sicología, que corroboran que los seres humanos cuando son colocados en posiciones subvaloradas, se avergüenzan de sus credos, y de paso abren espacios para la conversión voluntaria, sumado a que siempre habrá quienes quieren alienarse con los ganadores

     En la ejecución de operaciones de guerra sicológica confluyen factores históricos, políticos, sicológicos y culturales. En su aprovechamiento prima el sentido común afín a personas talentosas, dotadas de buen tacto, imaginación, carisma y agudeza mental. Por obvia afinidad la sicología es la ciencia más cercana al arte de la guerra sicológica.

     El sicólogo puede concentrar la atención de los soldados en los componentes de la mente humana que normalmente se ubican fuera de la percepción tangible. El sicólogo puede enseñar cómo convertir la codicia enemiga en resentimiento de un grupo humano contra sus líderes, y la fortaleza espiritual en cobardía masiva. El sicólogo puede examinar científicamente prisioneros enemigos, y si no los hay, analiza las noticias, los documentos y la propaganda, para con base en los análisis, determinar factores trascendentales del comportamiento enemigo, definitivos a la hora de atacar los componentes intangibles del poder de combate enemigo.

     El sicólogo no necesita ir personalmente hasta el campo de batalla a proporcionar asesoría. Su presencia allí sería útil pero no indispensable. En el desarrollo y ejecución de operaciones de guerra sicológica se puede prescindir del sicólogo en persona, pero nunca de las bases científicas que aporta la sicología.

     La propaganda es la espina dorsal en las operaciones de guerra sicológica. Una campaña de propaganda adecuada es científica en espíritu y constituye parte integral del aprendizaje como una habilidad complementaria de las destrezas tácticas y estratégicas. La acción propagandista alcanza su esplendor cuando se definen claramente sus premisas, se estructura su misión, se operan sistemáticamente sus instrumentos, se someten a rectificación sus actuaciones, mediante la adecuación de técnicas tomadas de la ciencia.

     Afinidades de la guerra sicológica

    Al estudiar la guerra, los estrategas estipulan un lugar para el combate, como parte de aval global del conflicto. Aunque las armas son cada día más novedosas, es imperioso reconocer que son manejadas por los hombres, y que las motivaciones y debilidades de quienes hacen la guerra, son tan antiguas como la humanidad, es decir, que el blanco principal de la guerra, seguirán siendo los hombres, potencial obvio para la guerra sicológica. La guerra como un todo, fue definida como "la continuación de la política por otros medios"[2].

     Pero en un sentido más amplio la guerra sicológica solamente puede ser comprendida en relación con el proceso total. No es una mera herramienta para utilizar en ocasiones especiales, ya que durante el período de la guerra fría, la guerra sicológica fue parte importante de la balanza de poder en el planeta tierra.

     El trabajo de guerra sicológica comprende el uso sistemático de la propaganda contra un enemigo, sumado a otras medidas de carácter militar, económico y político, requeridos para complementar el efecto sicológico.

     La guerra es el máximo ejercicio de la violencia y no un simple retorno al salvajismo. No se necesitarían estados mayores, si la guerra fuera una descomplicada orgía de homicidios. El propósito de la guerra sicológica es hacer que los hombres contra quienes se combate, cambien su forma de pensar, o modifiquen su escala de valores. Donde existe la posibilidad de comunicación, existe la posibilidad que una de las organizaciones antagónicas coopere para extinguir los ánimos belicosos, y colabore para aceptar en primera instancia las imposiciones de los vencedores. Así ocurrió en Japón y Alemania en 1945.

     Los servicios de moral y bienestar (fórmula sicológica para aumentar la eficiencia del combate), constituyen parte importante del bastión protectivo contra la guerra sicológica enemiga. Los resultados de las guerras acaecidos en el Siglo XX, evidencian que los ejércitos victoriosos, combinan la eficiencia de los encargados de servicios de moral y bienestar, simultáneamente con las operaciones de guerra sicológica.

     La combinación de los dos entes coadyuvó a constituir la fortaleza integral de las tropas. La experiencia de las tropas alemanas y soviéticas, demostró que para ellos los servicios de moral y bienestar hacían parte de la maquinaria de propaganda que abarcaba relaciones públicas, noticias en general y educación pública. Entre los japoneses la actividad propagandística estaba enfocada hacia la adoración de Shinto, la ascendencia divina del emperador y la invencibilidad de sus ejércitos.

      Durante la guerra, las noticias de lo que sucede en el frente de batalla, generalmente son distorsionadas, cuando quien las publica tiene el propósito de hacerlo, sin tener en cuenta que la fuente generadora de la noticia tenía esa intención. Obviamente la intención del distorsionador, es hacer propaganda.

     La guerra sicológica se liga estrechamente con la diplomacia porque en el fondo es un componente de la pretendida decepción estratégica del enemigo. En el campo médico, la guerra sicológica puede ser nutrida con información en salubridad. Si por ejemplo, un insecto pica simultáneamente a tropas de dos bandos diferentes, y las garantías de salubridad son superiores en uno de los dos ejércitos, dicha información sirve para minar la voluntad de combate del enemigo.

     La guerra sicológica constituye una ciencia, que se apoya directa e indirectamente en otras ciencias afines al arte de la guerra. Generalmente abarca tres tópicos a saber: esquema general de la guerra sicológica, detección y análisis de las operaciones de guerra sicológica enemiga, y la táctica o conducción de la guerra sicológica propia.

      La  propaganda  militar

     Definida como "el empleo planeado de cualquier forma de comunicación diseñada para afectar mentes y emociones de un determinado grupo humano amigo, neutral o enemigo, con el propósito de alcanzar objetivos tácticos y estratégicos"[3] . El propósito de una campaña de propaganda militar debe ser concreto y específico. De la difusión articulada de los mensajes, surge comunicación, cuya tangibilidad surte mayor satisfacción a quien la produce, mientras que intangiblemente genera directas relaciones en quien la recibe porque afecta su ego, sus credos, su fe, su causa.

      Naturalmente, el objetivo es lograr que el blanco-audiencia, reaccione y acepte la batalla por la conquista de las mentes y los corazones. Finalmente triunfa el más fuerte en el manejo de los efectos sicológicos de la guerra.

      La guerra sicológica declarada

     Analistas de guerra sicológica que estudiaron la estrategia hitleriana de proyectar el nazismo, definieron la acción integral del Führer, como la estrategia del terror o la "guerra de nervios", en concordancia con el acervo de fundamentos científicos que los alemanes imprimieron a la guerra orientada por Goebbels desde el ministerio de propaganda del Reich.

     Los esfuerzos bélicos integrales del nazismo, se concentraron en la sincronización política, propagandística y subversiva, apareada con las operaciones militares en el frente de batalla, así como con el empleo de los descubrimientos de la sicología aplicados a la obtención de los objetivos militares.

     La coactiva diplomacia nazi, concebida como "dramática intimidación" y la amenaza de desatar la guerra total, condujeron a la rendición de Checoslovaquia. Parte del ardid alemán, redundaba en instigar la guerra y hacer creer al mundo que las circunstancias "los obligaron a actuar contra su voluntad.

     La totalidad de una guerra así concebida es el resultado de la gestión obsesiva de una dictadura, dentro de un gobierno en el que la coordinación total, depende de la autoridad total. El agresivo ímpetu propagandístico nazi tuvo asidero en las facultades amplias otorgadas a Hitler, para que actuara en forma audaz, astuta y despiadada, pero efectiva para sus fines.

     La impulsiva actitud alemana, enmarcada dentro del concepto de guerra sicológica declarada, dependía más de la educación política que del empleo de guerra sicológica, sin descartar que otros factores incidieron en la audaz acción hitleriana tales como: privilegiada posición geográfica alemana, el nivel tecnológico de las comunicaciones en Europa para la época, el apaciguamiento que se vivía en los demás países producto de los dramáticos resultados de la Primera Guerra Mundial, y la fortaleza característica de la unidad racial que perseguía Hitler.

     La guerra fría a nivel regional

     Finalizada la Segunda Guerra Mundial, quedaron sobre el tapete de la política internacional, dos colosos dirimiendo el dominio del globo terráqueo. Mientras la doctrina norteamericana impulsó la defensa de la democracia y las libertades políticas individuales, el bloque soviético augeó la mixtura de sociedades colectivizadas en lo político, lo económico y lo ideológico dentro del cerrado esquema dictatorial que suprimía las libertades políticas individuales.

    En pos de los objetivos propuestos de diversas formas, el Kremlim y la Casa Blanca libraron complejas batallas políticas, militares y diplomáticas en diversos escenarios de la arena mundial: Corea, Vietnam y Afganistán corroboraron la aseveración.

     El estratégico triunfo de la revolución encabezada por Fidel Castro, sirvió de guía ideológico-espiritual a nuevas difusiones del comunismo internacional en América Latina. Dos décadas después del triunfo de Castro, Nicaragua cayó en manos del comunismo, y desde allí se apoyó el desangrante conflicto salvadoreño, que finalizó con la firma de los convenios de paz, por la época en que Nicaragua regresó a la democracia.

     Con la caída del Muro de Berlín, la desintegración de la Unión Soviética, la desmovilización de los terroristas del M-19, los grupos subversivos colombianos perdieron el sustento ideológico que argüían para hacer guerra sicológica contra el Estado.

     El desbarajuste ideológico, sirvió a los bandoleros para buscar, el fortalecimiento económico producto de oscuros ingresos, provenientes del narcotráfico, el secuestro, la extorsión, el boleteo, el asalto a mano armada, y las inversiones ilegales, como una forma audaz y novedosa de hacer guerra sicológica y buscar reductos políticos, proporcionados como guerrillas con capacidad desestabilizadora en los campos político, militar y económico.

     Lo espinoso del tema propuesto proporciona elementos para diseñar una aproximación científica al respecto; ya que, hasta el momento, son los traficantes de la violencia en Colombia, quienes han utilizado con mayor potencialidad la guerra sicológica contra el Estado, como parte activa de la estrategia integral de desestabilización, y desafortunadamente la respuesta ha sido tímida, indiferente y mal calculada. Esto explica por qué la subversión dispuso su crecimiento y presencia territorial coactiva entre 1982 y 1996.

      Aproximaciones conceptuales

     La guerra sicológica es una ciencia que aporta herramientas útiles en el desenlace de los conflictos bélicos, pero supone voluntad política del Gobierno para identificarse con el problema, sin reparos en las consecuencias políticas, económicas, diplomáticas y sicológicas que de ella se puedan derivar. Para el caso específico de Colombia, es imperiosamente necesario que el Estado refuerce con obras de beneficio comunitario, las operaciones militares en las áreas afectadas por la presencia guerrillera.

    Además de la buena voluntad y el deseo de aceptar de los ejecutores, las operaciones de guerra sicológica demandan amplio bagaje cultural, conocimiento científico-sistematizado de las debilidades y fortalezas del blanco audiencia enemigo, fortalecen la fe en la causa que defienden las propias tropas, y ganan el apoyo de los núcleos poblacionales que aparezcan neutrales.

    La guerra sicológica mantiene viva su vigencia, porque afecta las mentes y corazones de los seres humanos que son quienes hacen la guerra y con sus actuaciones determinan la intensidad de las mismas. En este sentido, todas las ciencias sociales son afines, porque aportan datos de utilidad, documentos de interés, análisis y estudios, y además dan luces para golpear contundentemente las debilidades enemigas.

     La información procesada y convertida en inteligencia militar, es un aliado y una base de datos fundamental para la ejecución de operaciones de guerra sicológica. El conocimiento del enemigo, como lo dijera Sun Tzu, garantiza el éxito de las batallas.

     La evolución de las formas de hacer la guerra, incrementó acciones políticas, militares y sicológicas de carácter subversivo hilvanadas desde Moscú y La Habana, que afectaron durante muchos años, y que durante la década de los noventa, en Colombia están virando diametralmente como consecuencia de los cambios políticos ocurridos en el país y en el nuevo orden mundial, pero que sin embargo, se afectan con la evidente vinculación narco-subversiva: las Farc son el tercer cartel de la droga. El desafío exige una respuesta integral, y la guerra sicológica es una herramienta valiosa en esta lucha.

     Los componentes del problema son el enriquecimiento desaforado de las cuadrillas de bandoleros, la "municipalización del conflicto", la infiltración soberana en organismos del Estado, la indiferencia y apatía de muchos colombianos frente al creciente problema, inclusive de funcionarios oficiales y comunidades sociales, quienes en forma desconsiderada le hacen juego a las operaciones de guerra sicológica subversiva, sin tener en cuenta que están coadyuvando a sacrificar el país con sus erróneas acciones.

      BIBLIOGRAFÍA

    Paul M. A. Linerbargen, Psychological Warfare, Combat Forces Press, Second Edition, Washington, D.C., 1946.

    Von Clausewitz, De la guerra, De. Seix Barral, 1975.

    Sun Tzu, El arte de la guerra, Planeta, Santafé de Bogotá, 1993.

     Villamarín Pulido, Luis Alberto, El cartel de la Farc, Ediciones El Faraón, Santafé de Bogotá, 1996.

 


[1] (1) Paul M.A. Linerbargen en Psychological Warfare Combat Forces Press, Second Edition, Washington, D. C., 1946.

[2] Von Clausewitz, De la Guerra, De. Seix Barral, 1975.

[3]  Paul M. A. Linerbagen, op.cit página 39.

  

 

Obras del coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

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