Análisis del conflicto colombiano
Con sobrada razón Napoleón Bonaparte afirmó que la guerra es un arte sencillo y sobre todo de ejecución. Varios años después, el mariscal Von Clausewitz, agregó que la guerra es la continuación de la política por otros medios. Una y otra aseveración son confirmadas por el reciente ataque de las Farc contra la base fronteriza de Majayura-Guajira, donde perdieron la vida12 soldados y otros tantos quedaron heridos.
El asunto medular es que ni el gobierno nacional, ni los medios de comunicación, ni al parecer el Grupo de Caballería afectado, han interpretado los alcances e intenciones u objetivos tácticos del Plan Estratégico de las Farc.
Basta con sintonizar las actividades simultáneas o sucesivas de las Farc los últimos días en el territorio colombiano, para comprender que ante la actitud ambigua y publicista del gobierno Santos atacada con vehemencia por el expresidente Uribe, las Farc han pescado en río revuelto, y sus actuaciones giran en torno al Plan Estratégico.
Esta realidad implica que todas las tropas desplegadas a lo largo y ancho del territorio nacional, deben estar en alerta y alistamiento táctico-operacional para evitar la sorpresa, la concentración de masa enemiga, y los ataques arrasadores con connotaciones político-estratégicas.
Es cuestión de sentido común y de comulgar con el lema de Fe en la causa, bandera del indiscutible liderazgo militar del general Alejndro Navas.
Pero, no sobra un repaso de los hechos para articular el asunto dentro de un marco estratégico. Primero, las Farc liberaron a 10 de los militares y policías secuestrados con el calculado propósito de presentar una versión legitimada del Movimiento Bolivariano Clandestino.
Luego secuestraron al periodista francés, perpetraron varios actos terroristas en el Cauca e intentaron asesinar en Bogotá al exministro Londoño, mientras sus cabecillas y corifeos urdieron como abanderados de la paz al estilo fariano, es decir la continuación de los tradicionales engaños.
A toda esta actividad armada intimidatoria, se sumó la comprobación de la existencia de redes clandestinas de las Farc en las universidades públicas, la Fiscalía desató una tormenta mediática con los señalamientos contra el ex diputado valluno Sigifredo López, y el presidente Santos empecinado en la reelección, utilizó a su escudero Roy Barreras para defender lo indefendible del experimental embeleco del marco legal para la paz, sin que este proyecto de ley, corresponda o encaje dentro de una estrategia integral del Estado, para contrarrestar el Plan Estratégico de las Farc.
Entretanto, en círculos sociales se murmura que al parecer las tropas están desmoralizadas, que no hay motivación para combatir debido a la falta de garantías judiciales, etc. Y esto se agrega la actitud ambigua de Santos que un día dice estar empeñado en “darles plomo” a los bandidos, pero al otro día o al rato exalta a Chávez como amigo de Colombia, a sabiendas que nadie le cree y que los militares no entienden porqué para lograr la reelección presidencial Santos utiliza su sacrificio, así como usufructuó de su cargo para proyectar ambiciones personales cuando fue ministro de Defensa.
Con mucha claridad el general Sergio Mantilla denunció que los terroristas que atacaron la base de Majayura, entraron y salieron por Venezuela. No obstante Santos dijo que Chávez ordenó mover dos brigadas para perseguirlos, aunque en la práctica él y todos los colombianos, sabemos que la orden de Chávez a sus tropas, es la contraria: Protejan a los camaradas de las Farc, por si de pronto las tropas colombianas pasan la frontera para perseguirlos en caliente.
El mas lego en táctica o estrategia militar sabe que es así. Si Chávez fuera leal con Colombia y enemigo de las Farc, Timochenco y Márquez no tendrían oficina en Fuerte Tiuna en Caracas, y además ya hubiera extraditado a Julián Conrado y al marquetaliano Fernando, pero no sucederá nada, porque ese par de delincuentes no estaban incluidos en el acuerdo para intercambiar a Makled por un terrorista de las Farc.
No extrañaría que al esclarecer lo sucedido, se probara que los terroristas que atacaron a Majyura fueron recibidos y alojados en la base militar venezolana ubicada al frente de la colombiana, que inclusive allí hubieran guardado los cilindros para atacar; y, lo que es más grave, que unidades venezolanas los hayan apoyado durante el ataque, y que luego les hayan facilitado vehículos para el repliegue. Con el paso del tiempo se sabrá la verdad.
En ese orden de ideas, el fracaso militar de Majayura, marca un hito y un punto de inflexión para el presidente Santos. O cambia su actitud ambigua y demuestra claridad ante las tropas que lo sostienen en el cargo, o va a llevar al país a la vergonzosa época de Gaviria, Samper y Pastrana cuando las Farc imponían la iniciativa política, y realizaban sincronizadas ofensivas estratégicas y tácticas, producto de la falta de carácter y de claridad estratégica de dichos mandatarios.
Y para las Fuerzas Militares es un fuerte sacudón. No basta con las geniales y paradigmáticas operaciones aeroterrestres, ideadas y comandadas por el general Alejandro Navas. Es necesario que los comandantes de División, Brigada, batallón y compañía se sincronicen con el pensamiento, capacidades y liderazgo de Navas, para desarrollar una estrategia integral de guerra contra el terrorismo.
Es perentorio que la inteligencia militar en todos los niveles sacuda el polvo de la inercia y quite del panorama la miopía frente a la intención estratégica de las Farc. La doctrina y la experiencia militar universal enseñan que las bases fijas son bocados de cardenal en cualquier guerra, entonces la inteligencia militar y la contrainteligencia se convierten en los ojos del comandante para proteger estas unidades.
Que además, la mejor manera de fortalecer la defensa de área es mediante patrullajes ofensivos, reconocimientos permanentes del terreno, estructuración de un plan coordinado de barreras, revisión permanente de los emplazamientos de las armas de acompañamiento, preparación de posiciones principales, alternas y suplementarias; ensayo permanente del plan de reacción y contra-ataque, seguridad física y técnica de las comunicaciones, medidas de engaño, fintas etc.
Pero lo sucedido indica que igual que en Las Delicias, Patascoy, Pavarandó, El Billar, etc, en Majayura se suplió la impericia táctica con arrojo y coraje. Quizás sea oportuno recordar a todas las tropas, la agresiva frase del general Patton: “Ningún hijo de … ganó la guerra muriendo por su causa. La ganó haciendo que otro muriera por la de él”
Este fracaso debe ser el hervor que colme la pasividad del ministro Pinzón, muy dado a sacar pecho con los éxitos de las tropas, y el punto de partida para que Santos se ponga en su lugar y clarifique su posición.
Ni el Congreso de la República, ni los colombianos podemos aceptarle ese discurso derrotista y justificativo de su ineficiencia, según el cual vendrán más atentados terroristas, porque dizque las Farc están derrotadas y sus ataques son coletazos. O lo que es mas tragicómico, que Chávez se volvió buena persona y va a “darles plomo” a las Farc.
Por su parte el alto mando militar, debe tomar decisiones audaces e inmediatas, ordenar que los Estados Mayores de brigadas y divisiones dediquen más tiempo a la conducción de la guerra contra el Plan Estratégico de las Farc y menos actividad a papeles de rutina, que con facilidad pueden ser tramitados por sus subalternos.
Es hora que el gobierno nacional, los ministros, los congresistas, los funcionarios públicos, los comandantes de las tropas en todos los niveles y Colombia en general, aterricemos y comprendamos por fin, que las Farc están en guerra contra la institucionalidad, que el apoyo de Chávez a la guerrilla es una realidad y que lo único que no tiene asidero en la guerra es perderla.
Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Analista de asuntos estratégicos
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