Y a Santos y a Pinzón ¿quién los ronda?

Publicado: 2014-02-17   Clicks: 2530

     Análisis del conflicto colombiano

      En Colombia todo lo malo ocurre a las espaldas de los dueños del poder. Los noticieros de radio y televisión presentaron al Ministro de Defensa, anunciando el retiro del servicio activo del coronel González del Río, y de ñapa que los recursos de la Aviación del Ejército, pasan a manejo directo del Ministerio.

     Paso atrás: es volver a la época del desmedido afán contratista de la entonces ministra de Defensa Martha Lucía Ramírez, enfrascada en una pelea personal con el general Mora,  por determinar quien  controlaba la compra de las vituallas de las tropas, pero no, para determinar  estrategias para ganar la guerra.

      Llama la atención que desde antes que Juan Manuel Santos fuera ministro de Defensa, algunos de sus antecesores y todos sus sucesores se han vuelto expertos estrategas militares y cerebros inigualables en el planeamiento y ejecución de sofisticadas operaciones aeroterrestres contra las Farc. Como será el tropicalismo alrededor de este tema, que hasta Pardo Rueda y la señora Ramírez, no se sonrojan para mentir a los colombianos con el cuento chino, que todos estos éxitos operacionales han dependido de las directrices que ellos dejaron trazadas.

      Y en el punto específico de los problemas de las tropas, nunca ninguno de estos autoelogiados personajes ha tenido el más mínimo asomo de moralidad política, de ética profesional y de autoridad moral, para asumir la responsabilidad que por su cargo y posición institucional les corresponde.

       El país recuerda muy bien a Juan Manuel Santos pavoneándose como un héroe de guerra, el día  que  el Ejército realizó la Operación Jaque ideada por un mayor y refinada por el comandante del Ejército. Por nadie más.

      Y también lo recuerda, con actitud mañosa y morronga, lavándose las manos el día que se destaparon las evidencias de presuntas ejecuciones extrajudiciales contra jóvenes de Soacha. En la Operación Jaque, Santos fue el líder, el jefe, la cabeza, la mente brillante y la figura para mostrar. Pero, en los presuntos crímenes cometidos por algunos militares, él ya no era el líder de las mismas tropas que lo sostenían en el inmerecido cargo de Ministro de Defensa, sino el inquisidor, el moralista, y la víctima, porque todo ocurrió a sus espaldas.

      Igual sucedió con una red de hampones de cuello blanco, incrustados en una extraña e innecesaria dependencia denominada Fondelibertad, ideada y estructurada por Santos cuando fue Ministerio de Defensa. En rescates y operaciones exitosas del Gaula contra secuestradores de todas las pelambres, Santos fue el héroe, el líder, el estratega, el genio, el inigualable; pero cuando se destapó la olla podrida de manejos administrativos irregulares en Fondelibertad, forzado por las circunstancias, Santos destituyó a un amigo del alma, que para entonces estaba muy cerca de él en la burocracia de la Casa de Nariño, y una vez más la corrupción, ocurrió a sus espaldas.

      Con el pantallero allanamiento de la cuestionada Fiscalía a la oficina de monitoreo de inteligencia técnica en Bogotá, Santos que está en también inmerecida campaña reeleccionista, se convirtió una vez más en el moralista y en el ordenador de investigaciones hasta las últimas consecuencias, porque como buen jugador de póker, esta actitud mediática,  y la argucia de trasladar responsabilidades a otros, le da réditos políticos y evita que las Farc regañen a los mudos en la Mesa de La Habana y de paso suspendan el sainete, que le quitaría la reelección. Claro: todo eso ocurrió a sus espaldas.

       Y también a las espaldas del Ministro Pinzón.  Por lo visto hasta ahora, Santos y Pinzón son víctimas de la deslelatad e irresponsabilidad de algunos militares, pues ellos, pletóricos de virtudes, están libres de toda posibilidad de error o culpa. Mejor dicho la fachada de Andrómeda, sucedía a sus espaldas, pero eso si con absoluto conocimiento de la Revista Semana, órgano privado de divulgación oficial de la campaña santista, así sea sacrificando el buen nombre del Ejercito.

      En el más reciente episodio que tampoco mancha la genialidad estratégica y la brillantez moral de Santos y Pinzón, pese a la supuesta corrupción en los contratos, producto de presuntas argucias de un coronel detenido; por evidente orden de Santos, Pinzón decidió dar un paso más, similar al del esposo cornudo que vendió el sofá:

     Centralizar la contratación de defensa, algo que hace parte del plan que montó Gaviria hace 23 años, al meter en el ministerio de Defensa ingentes burócratas para pagar favores políticos, y desde luego para tener en la mano, lo que  más gusta a los políticos colombianos:

      El presupuesto y en este caso particular el de los gastos para la defensa nacional que es sumamente abultado. Solo ellos saben las razones, que se infiere podrían ser ¿para que nada ocurra a  espaldas de honorables dirigentes políticos que llevan dos siglos malgobernando a Colombia?. Más preguntas que respuestas al respecto.

      De remate, Santos se sintió indignado y adolorido, pues él ha dado mucho a los militares, incluido el “sideral honor” para las tropas de estratos 1, 2 y 3 que un delfín de estrato 28, se disfrazara de lancero y fuerzas especiales, viajara por las guarniciones como en cualquier dictadura africana, haciendo politiquería barata y recibiera besos del monarca en una ceremonia militar.

      Eso sí, nada que ver con el paupérrimo servicio de sanidad militar, la vergüenza que se constituyó el Hospital Militar, el descarado retardo para pagar a los militares y policías los aumentos salariales desde 1992, y la pobreza de la defensa jurídica, de quienes entregan hasta sus vidas, para sostener a un pulcro, moralista, y sabihondo estratega militar como Santos, cuyas fallas gubernamentales, no son culpa de su estratosférica vanidad, sino de subalternos que todo lo hacen a sus espaldas.

     Igual actitud denota Pinzón: En lugar de asumir las responsabilidades que le competen por el cargo y las funciones, frente a la falta de control para que la Fiscalía vulnerara la seguridad nacional de los colombianos y la honra del Ejército, justificó las supuestas arbitrariedades “por ignorancia” de Montealegre. Obviamente, Pinzón anunció investigaciones exhaustivas y sanciones ejemplares. Y a él ¿quién lo ronda?. Nadie, porque igual a lo sucedido con su patrón Santos: Todo ocurre a sus espaldas.

     En el caso de las presuntas desviaciones de recursos del Estado, Pinzón anunció la mas pulquérrima posición del ministerio de Defensa. Y su responsabilidad política, administrativa, y demás ¿qué?. Nada, porque si es cierto que eso ocurrió, también fue a sus espaldas.

      Este par de episodios, en los que Santos y Pinzón, por ley superiores políticos y administrativos de las Fuerzas Militares, deberían responder ante el Congreso, ante el país, y ante las instancias investigativas pertinentes; y que un país con dirigencia política decente les costaría la permanencia en los cargos; en Colombia los catapulta politiqueramente como los adalides de la moralidad, la pulcritud administrativa y la genialidad estratégica, pues todo lo malo es culpa de los subalternos que hacen las cosas a sus espaldas.

     En esta columna hemos sido y somos categóricos: Los corruptos deben pagar con cárcel penas duras por sus actuaciones criminales además de devolver todo lo que se roban; y la corrupción debería ser catalogada como delito de lesa humanidad. Quien sea corrupto dentro de las instituciones militares, debe ser castigado de manera ejemplar, pues no se puede tolerar, que la sal se corrompa.

      Pero otro escenario muy diferente es que en medio de un carnaval  con evidentes fines politiqueros tropicales, como casi todo lo nuestro, se mancille la imagen del Ejército con propósitos que no son claros, ni está determinado cual es objetivo de que esto ocurra.

     Máxime que todo lo positivo que acontece dentro de la dinámica de la defensa nacional es obra y producto de la supergenialidad estratégica de Santos y Pinzón, y los asuntos negativos, son producto de la ineptitud o el mal proceder de los militares, que actúan a espaldas de dos intocables colombianos, superiores en condiciones morales y cualidades al resto de los mortales.

    En ese orden de ideas, en Colombia todo lo malo sucede a espaldas de los dueños del poder. Por eso no hay nadie que ronde a Santos y Pinzón. Ni más faltaba!!!!!.

 

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

Analista de asuntos estratégicos

www.luisvillamarin.com

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido, analista de asuntos estratégicos en temas de geoplítica, defensa nacional, historia militar colombiana y conflicto colombiano.

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