
Por Luis Alberto Villamarín Pulido
Hace 80 años, el 6 de agosto de 1945 el planeta se estremeció con la noticia transmitida en los cuatro puntos cardinales por los teletipos de las agencias periodísticas, debido a que la Fuerza Aérea de Estados Unidos había vertido una bomba atómica sobre la populosa e industrial ciudad de Hiroshima en Japón, advirtiendo al cerrado régimen imperial shintoísta, que si no capitulaban de inmediato, vendrían nuevos y más depredadores bombardeos nucleares, como en efecto ocurrió tres días después en Nagasaki.
Naturalmente, el emperador Hirohito reconoció que era un ser humano y no un semidios, por ende, cedió y todo su programa de expansión geopolítica cayó como estantería sin tornillos.
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Por Luis Alberto Villamarin Pulido
Dado el convulso escenario geopolítico del mundo actual, surgen muchas lecturas analiticas alrededor del intercambio dialéctico con tonalidades prebélicas y probélicas, entre el presidente Donald Trump y el alto funcionario ruso Dimitri Mevdeved, cuyo más reciente capitulo fue el soberbio anuncio de Donald Trump de movilizar dos submarinos nucleares hacia las costas rusas.
Al romper mutuamente la regla diplomatica de la mesura en el lenguaje y de la responsabilidad ante el propio pueblo y el resto del planeta, los escenarios prebélicos crispan los ánimos, sacuden las economías y nos recuerdan a todos los mortales, la fragilidad de la vida humana frente a las grandes tragedias, porque son manifiesta ratificación, que los egos de los poderosos se superponen a las aspiraciones de los seres humanos de los pueblos.
En el ámbito geopolítico, mientras Rusia y Estados Unidos se muestran los dientes con exagerada y peligrosa elocuencia insensata, China conserva la mesura estratégica y la paciencia táctica, pues se siente ganadora en la sombra sacando la brasa con mano ajena.
En el teatro de operaciones militares, Rusia sigue especulando. La guerra de Ucrania ha demostrado la muy limitada capacidad operacional de las fuerzas terrestres, navales y aéreas rusas, que sin la latente amenaza del empleo de armas nucleares o sucias, en la práctica no son tan fuertes como se creia, ni pueden salir allende sus fronteras a librar combates estrategicos decisivos.
Es más el bulto que las hojas.
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