La reciente rueda de prensa del presidente Santos para anunciar por tercera vez, que le sigue respirando en la nuca al terrorista Alfonso Cano, no solo corrobora su afán de protagonismo mediático, sino que ratifica que desde el mismo día de su posesión como primer mandatario, Santos está empeñado en la campaña publicitaria para su reelección, antes que en gobernar a quienes lo eligieron.
“Fantoche” como lo hubiera calificado el Mono Jojoy, Santos una vez más se auto apropió de los éxitos del Ejército y del inconmensurable sacrificio de los soldados. Mediante una calculada declaración proselitista, trató de vender a los colombianos, la idea que él es imprescindible y que su lucha contra el terrorismo es genuina.
Por razones éticas y por elemental norma de seguridad o contrainteligencia en las operaciones militares, lo sucedido en esta ocasión en las montañas andinas, no ameritaba ninguna acción publicitaria, ni mucho menos una salida pantallera y autopropagandista del presidente de la república ante los medios de comunicación.
Las razones éticas saltan a la vista, pues tanto protagonismo mediático deja claro el mensaje que la mediocridad e incapacidad para cumplir los deberes del cargo, son suplidas con acciones histriónicas.
En complemento, las razones de seguridad militar son obvias: La doctrina estratégica, la conducción táctica y la historia militar enseñan que el secreto, la sencillez, la mesura y la contundencia de las tropas en los objetivos van de la mano con planes coherentes y coordinaciones precisas.
Es aventurado pronosticar la caída inminente de un terrorista, porque si las operaciones subsiguientes fallan, tanto el gobierno como las tropas pierden credibilidad y contribuyen a engrandecer el mito del delincuente.
Que diferencia de este caso, con la forma como el Pentágono manejó la operación contra Osama Bin Laden en Pakistán: Absoluto secreto en el planeamiento y conducción de la misma. Una sola intervención del presidente Obama, magistral y sólida por cierto. Cero protagonismo mediático de los encargados de la parte política de la operación y manejo serio de la información hallada en el lugar de los hechos.
Además las tropas que realizaron la operación contra Bin Laden, recibieron honores y beneficios legales acorde con las normas de su país. En Colombia ocurre lo contrario. Protagonismo desmedido de Santos y su ministro Rivera, desconocimiento de los esfuerzos de los soldados, malos pagos, ninguna seguridad o retribución social acorde con el esfuerzo, etc.
Aunque Obama y Santos coinciden en su ambición reeleccionista, el estilo y los mecanismos son diferentes y demuestran que el afroamericano es un estadista, mientras el suramericano es un oportunista. Además el primero concretó la baja del terrorista más buscado del mundo y el segundo solo contribuye a que Cano eluda el dispositivo táctico que lo busca.
Esa es la paga del soldado en un país tercermundista, mal gobernado por demagogos y politiqueros, que además de generar las condiciones del caos actual, solo se preocupan por su vanidad y egocéntricos intereses, no por la salud ni la proyección de Colombia.
En reiteradas ocasiones hemos propuesto que el soldado sea declarado el personaje del bicentenario en Colombia. En medio de la cantidad de ineptos, corruptos y demagogos que se han colado en los diferentes gobiernos y que con sus actuaciones han auspiciado la violencia fratricida, siempre, en todas las etapas de la vida republicana, el Ejército ha salvado a Colombia del caos. Y esta vez tampoco es la excepción.
Por ende, las reservas activas de la Fuerza Pública deben pasar de la parsimonia e indiferencia a construir un movimiento político consistente, que con proyectos de interés nacional, y clara visión político - estratégica, saque a Colombia del atolladero, concrete la ansiada paz, incremente los niveles y calidades de la educación, la investigación científica en las universidades, la construcción de polos de desarrollo en las cinco regiones naturales, genere empleos, abra vías de comunicación, etc.
No podemos seguir enfrascados en la retórica. La situación actual impone pasar a la acción. De lo contrario Colombia jamás saldrá del abismo.
Coronel Luis Alberto Villamarin Pulido
www.luisvillamarin.com
Analista de asuntos estratégicos