La Corte Suprema de Justicia acaba de ratificar la decisión de considerar inválidos como pruebas judiciales, los graves y comprometedores hallazgos de los documentos electrónicos y la agenda personal del terrorista Raúl Reyes abatido por las Fuerzas Militares de Colombia en una guarida concedida a las Farc en territorio ecuatoriano con la venia del presidente Rafael Correa, con la complicidad del general René Vargas.
Con argumentos leguleyos, autocalificados de sapiente jurisprudencia, en su afán de sumar más motivos para descalificar y hundir a su enemigo político personal Álvaro Uribe Vélez, los ilustres magistrados olvidaron intencionalmente la trascendencia de estos hallazgos para la seguridad nacional y dieron luz verde para que las Farc, sus cómplices y los estultos funcionales, despotriquen y agreguen críticas mordaces, que solo benefician a los terroristas y hacen mucho daño al país.
Desconocen los doctos magistrados, que ellos como estamento máximo de la justicia en Colombia son objetivo número uno de los terroristas que quieren tomarse el poder e instaurar una dictadura comunista similar a la de Cuba, en la que por razones obvias estos “sabios demócratas” no tendrían cabida, sino que por el contrario también harían parte del lista de los “fusilables”.
Al mismo tiempo ignoran con intencionalidad mediocre, que los gobiernos vecinos de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Brasil, Argentina, Uruguay y Cuba son cómplices de las Farc y están complotados con los terroristas para derrocar la institucionalidad. De manera increíble, estos magistrados ven y no creen la realidad. Y Santos les hace el juego ocultando las verdades reveladoras de los computadores de Jojoy, que desde luego corroboran con creces los contenidos de los ordenadores de Reyes.
Recién producido el cuestionable fallo de la Corte, uno de sus magistrados exigió con vehemencia respeto a las decisiones del alto tribunal. Pero, ¿acaso los colombianos que pagamos impuestos para que de ahì les paguen salarios altos y quizás injustificados a estos magistrados, no tenemos derecho a que ellos también nos respeten y a que piensen en la seguridad nacional, antes que en los dirigentes políticos que los apadrinaron para llegar las magistraturas?.
O de reclamarles que dejen a un lado su estrecha visión personal de quizás aprovechar el cargo para cobrar venganza contra Uribe, a quien siempre han visto no como el presidente más popular de toda la historia de Colombia, sino como a su enemigo político personal.
Que pésima señal dan los magistrados de esta sala de la Corte a los abogados nuevos y a los jueces que van en ascenso. Si la venganza personal está por encima de los intereses nacionales incluida la propia existencia del Estado, tocará encomendarnos a Dios o a que el Sagrado Corazón nos haga un milagrito, pues es evidente que la incompetencia, la corrupción, la mala intención al parecer se entronizaron en diferentes pero importantes posiciones sensibles de la justicia.
Los colombianos medianamente educados, nos ufanamos de ser santanderistas, demócratas, legalistas y modelo de jurisprudencia en Latinoamérica. Eso en el papel, porque en la realidad desde una sala del más alto tribunal, salen decisiones en contravía con esa tradición y contraria a los interese nacionales.
Este fallo pasara a la historia como una vergüenza peor a la generada por la debilidad de carácter de Cesar Gaviria y Rafael Pardo Rueda, cuando dejaron escapar a Pablo Escobar del hotel de cinco estrellas, bautizado con el folclórico y pintoresco mote de Cárcel de La Catedral.
Dentro de cincuenta o cien años, cuando se escriba la historia actual de Colombia, los investigadores hallaran que muchos de nuestros sapientes juristas actuales, no distan mucho de sus similares en países empobrecidos y corruptos de Africa, y que la violencia que nos carcome es el producto de toda esa asqueante y mefítica mezcla de ineptos con poder en la Colombia de hoy.
Y probablemente concluirán que todo este sainete, se montó para enlodar la imagen de Álvaro Uribe Vélez sin importar que ese egoísmo y esa feria de vanidades mataban a Colombia entera.
Solo queda pedir a Dios que se apiade de nuestra bella Colombia, víctima directa sus pintorescos dirigentes instalados en las tres ramas del poder público.
Coronel Luis Alberto Villamarin Pulido
Analista de asuntos estratégicos
www.luisvillamarin.com