Que Rafael Correa no asista a la Cumbre de las Américas en Cartagena, tras una teatral dignidad de vitrina, similar a la payasada mediática de patriotismo agredido, cuando las Fuerzas Militares de Colombia eliminaron a su socio el narcotraficante y terrorista Raúl Reyes, refleja la sumisión de este pintoresco personaje ecuatoriano con mentalidad de dinosaurio comunista y peoncito de segundo nivel, a lo que le ordenen sus jefes naturales Hugo Chávez y Fidel Castro.
Ecuador es un gran país y no merece en el Palacio del Carondelet, a un típico delincuente de cuello blanco, socio de las Farc y enemigo de la prensa libre. Esta nueva fanfarronada de Correa señala un punto clave, para que la oposición ecuatoriana actúe en consecuencia. No es posible, que por la prehistórica visión política de Correa, todo un país con importancia geopolítica y con gran potencial en Suramérica, sea utilizado para los fines personales de retroceso político, propios de un mandatario con ínfulas de dictadorzuelo comunista. Y de paso sea aislado del continente por su embeleco.
Su inaceptable defensa de la inclusión de la dictadura cubana para igualalrla con los gobiernos elegidos por sistemas libres, solo sirve para corroborar que con el visto bueno de Correa, las Farc y los terroristas de todas las pelambres, no solo tienen campamentos en la selva ecuatoriana, sino que cuentan con el cobijo de su cuestionado gobierno marxista-leninista, para traficar coca y armas, esconder bandidos y lavar dinero.
Por otro lado, esta actitud camorrera e irrespetuosa de Correa, demuestra su complejo de inferioridad frente a gobernanetes con visión de estadistas en el hemisferio, que lo superan con creces en todos los asuntos estratégicos de gobierno, relaciones internacionales, etc.
Así lo corrobora esa pataleta mediática, con la que a la larga pretende llamar la atención y hacerse notar como el díscolo rebelde, que desafía al "imperio gringo" y que se la juega por la defensa del régimen narcoterrorista cubano. Que para desgracia del Ecuador, no es ni siquiera idea suya, sino una orden de sus patrones Fidel y Hugo.
Lo cierto es que además de la protocolaria mención de Santos acerca de su inasistencia, los únicos que extrañarán a Correa en Cartagena, serán las Farc, porque tendrán un cómplice menos en la Cumbre. Por lo demás, las intervenciones de los demás mandatarios y el esnobismo de los periodistas centrarán al atención en otros temas, incluida la lógica imposición a la dictadura castrista, que para tener asiento en la OEA debe devolver el poder al pueblo cubano, retirar todo nexo con el terrorismo y sacar del gobierno de La Habana a los criminales hermanos Castro y su pandilla. A Correa ni lo nombrarán.
De contera, si Correa viniera a la cumbre sería indignante ver soldados colombianos rindiéndole honores militares a un cómplice del narcoterrorismo y a un defensor internacional de las Farc, que inclusive llegó a la presidencia de su país financiado por Tirofijo y Reyes, con dineros salidos del narcotráfico, la extorsión y el secuestro, a sabiendas de donde venían los recursos monetarios de sus camaradas farianos.
Así por protocolo, Juan Manuel Santos diga lo contrario, Rafael Correa no es bienvenido a Colombia. Es un enemigo declarado de la institucionalidad patria y su presencia repugna aquí.
Al pan pan y al vino vino.
Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Analista de asuntos estratégicos
Libros escritos por el coronel Luis Alberto Villamarín Pulido