93 años del General Alberto Ruiz Novoa

Publicado: 2010-01-03   Clicks: 5691

      La década de los sesenta del siglo XX fue convulsa en Colombia y en el mundo.  La vida política, social y económica del país cambió con dramática celeridad acorde con el nuevo orden mundial, el inicio de la multiplicación tecnológica y el incremento de las tensiones geopolítica derivadas de la guerra fría.

      En el escenario interno, el Partido Comunista Colombiano cooptó el perenne descontento de liberales contra conservadores y viceversa, materializado en un sinnúmero de guerras civiles, hasta cuando los "camaradas del PCC " proyectados a imponer el totalitarismo marxista-leninista aprovecharon el triunfo de la revolución cubana y el programa subversivo del Kremlim de universalizar la dictadura del proletariado, para gestar las Farc, el Eln y el Epl, tres grupos terroristas, causantes de la violencia narcoterrorista que asecha a Colombia.

       En medio de ese complejo entorno, ascendió a los cargos sucesivos de Comandante del Ejército y luego Ministro de Guerra, el general Alberto Ruiz Novoa. Su paso por las dos privilegiadas posiciones del alto mando castrense, estuvo signado por la innovación, la profesionalización de las Fuerzas Militares, la claridad frente a los interminables conflictos armados motivados por parejo por el cinismo y mala fe de los directorios políticos, pero en particular un enfoque revolucionario y concreto, de la misión de la Fuerza Pública frente a la problemática social del país.

       El primer gran paso de la visión estratégica de Ruiz Novoa, fue la pacificación del país por medio del Plan Lazo, refrendado con la baja en combate de legendarios bandoleros que financiados e instigados por los directorios liberales y conservadores, asolaban a Colombia, escudados en la clandestinidad y pintorescos remoquetes como Chispas, Desquite, Sangrenegra, Veneno, Resplandor, Almanegra, Mariachi, Tirofijo, etc.

      Lo interesante del Plan Lazo, fue la combinación de acciones de inteligencia militar de combate con operaciones de comandos especializados por medio de grupos de localización de bandidos, con ingentes dosis de acción cívico-militar y operaciones sicológicas que invitaban a los campesinos a no apoyar a los delincuentes, y a los bandidos a desmovilizarse. El plan funcionó y Colombia fue prácticamente pacificada, pese a que sobrevivió Tirofijo con una pequeña pandilla de forajidos.

       Años después, el general Valencia Tovar y el general Landazábal, dos discípulos del general Ruiz Novoa, aplicaron en otras regiones del país los mismos principios operacionales del Plan Lazo y tuvieron éxito.

      A la par con la contundente acción militar contra las pandillas de "chusmeros", Ruiz Novoa expresó en diferentes escenarios académicos, sociales y hasta en el Congreso de la república, verdades que causaban escozor entre los politiqueros dueños del prolongado desangre coetáneo con la historia republicana.

     Formado con una amplia información humanista, lector consumado, investigador de fenómenos socio políticos internos, historiador y trabajador persistente, Ruiz Novoa dominaba al dedillo tanto la visión geopolítica de Eisenhower, Kennedy y Johnson para el hemisferio, como la ambición expansiva de Krushev desde el Kremlin hacia Latinoamérica.

 Había estudiado en detalle las enriquecedoras reflexiones de Monseñor Lefebvre para el continente. Por su aguda percepción pragmática y académica de Colombia, Ruiz Novoa intuía para donde se enrumbaba la sempiterna crisis sociopolítica interna.

       Ruiz Novoa era una figura pública con fulgurante estrella profesional, debido a que sabía de finanzas públicas y privadas. Además de Administrador de Empresas, había sido Contralor General de la Republica por casi un lustro.

       De contera, era el más calificado oficial de todas las Fuerzas Militares colombianas, pues en su brillante hoja de vida aparecían los honrosos cargos de comandante del batallón Colombia en la Guerra de Corea y distinguido alumno del Curso de Estado Mayor en Chile, durante cuatro años.

       Con semejante bagaje intelectual y profesional, Ruiz Novoa recibió el cargo de Ministro de Guerra durante el gobierno de Guillermo León valencia. Para la convulsa época en que los estudiantes de las universidades y los sindicatos infiltrados por el Partido Comunista, generaban una dinámica alterna frente al complejo acuerdo del Frente Nacional, un ministro de guerra inteligente, audaz, con carisma y credibilidad total del país, encarnaba una amenaza para los politiqueros tradicionales, que además de estar temerosos porque se repitiera la experiencia del golpe de opinión de Rojas Pinilla una década antes; que los opacaran los militares más disciplinados y mas patriotas que ellos, pero sobre todo que si ascendía un gobierno militar, los corruptos politiqueros perdían la gallina de los huevos de oro.

     La situación se tornó muy tensa. Algunos medios de comunicación plantearon la posibilidad que Ruiz Novoa pudiera ser presidente de Colombia, para que con su patriotismo, su profundo conocimiento del país, su indiscutible liderazgo militar, su carácter fuerte y su inagotable laboriosidad, enrumbara al país con una administración que  articulara los objetivos nacionales y concitara concertaciones políticas con todas las posiciones ideológicas, es decir que evitara las polarizaciones y para que redujera los índices de pobreza, utilizados como caldo de cultivo por los comunistas.

      Como es natural de suponer el presidente Valencia y los directorios políticos, vieron la necesidad de sacarlo del camino, como suele ocurrir cuando los mediocres cuando tienen autoridad y ven que un subalterno inmediato es más capaz.

      Pero para desgracia de Colombia y como vergonzosa mácula histórica para las Fuerzas Militares, los amenazados politiqueros no tuvieron que hacer mucho esfuerzo para sacar a Ruiz Novoa, pues la envidia que mata más gente que los infartos en Colombia, hizo metástasis.

      Consciente que sus limitadas neuronas y finiquitado techo profesional, jamás le permitirían igualar y mucho menos superar a un hombre de la talla de Ruiz Novoa, el entonces Comandante General de las Fuerzas Militares General Gabriel Rebéiz Pizarro, urdió una asqueante conjura con otros oficiales de insignia, y en pocos días generaron rumores de un inexistente golpe de cuartel encabezado por Ruiz Novoa, el cual ellos sabían que era falso, pero necesitaban difundirlo para provocar una desleal fractura institucional, sacar a Ruiz Novoa del camino y desde luego, ocupar los cargos que por capacidades personales, nunca hubieran podido desempeñar.

        Con la caballerosidad y temple de los grandes soldados, Ruiz Novoa nunca ha querido destapar en público esta realidad, pues su corazón militar está puesto en la patria, en su Ejercito y en su convicción que la historia será implacable en poner los hechos en claro.

     Producto de esa vergonzosa componenda militar, el presidente Valencia que no era un paradigma de virtudes, salió fortalecido, los politiqueros se posicionaron más fuerte, las intrigas hicieron carrera en algunas situaciones posteriores entre generales del alto mando, verbigracia la componenda del general Matamoros con pleno visto bueno del cuestionado presidente Belisario Betancur para sacar del camino al general Landazábal, o el descaro con que el general Bonnet cooperó con el inepto presidente Ernesto Samper, para sacar del mando al brillante general Harold Bedoya Pizarro. En estos dos casos concretos, se repitió la estúpida tesis de supuestos rumores de sables.

      Hoy 3 de enero de 2010, el general Ruiz Novoa, dueño de una lucidez envidiable, de una inteligencia privilegiada, de un conocimiento incomparable de la sinuosa vida colombiana, de una mesura y una modestia ejemplares, celebra en compañía de su familia, 93 años de vida.

      En el pasado de Colombia queda un episodio triste, pues el país perdió la oportunidad de haber sido gobernado por un hombre tan brillante y talentoso, debido a que recién pasado al retiro involuntario, Ruiz Novoa se lanzó a la arena política.

      Como sus revolucionarias propuestas afectaban los intereses de los tenedores del latifundio, de los incendiarios politiqueros que oxigenaban los estúpidos odios fratricidas y de los gamonales regionales y locales, su candidatura careció de la maquinaria y las consabidas fluctuaciones publicitarias. Al final ganaron los voraces demagogos. Por esas razones y otras más, Colombia está como está.

        Por lo pronto mi general, 45 años después de sucedidos estos aberrantes hechos, elevamos una plegaria para que Dios lo proteja y nos permita gozar de su compañía mucho tiempo más. Que celebre sus 93 años con mucho regocijo, y que Colombia conozca, como una caterva de mediocres ansiosos de protagonismo personal, permitieron que el problema subversivo y las inequidades sociales crecieran, y lo que es peor, que ideas brillantes y propuestas socio-políticas y económicas, concretas como las suyas, se quedaran entre el tintero, en desmedro de las soluciones que de haber sido implementadas en 1965, de seguro habrían impedido el caos que nos aqueja en la actualidad.

 

Coronel Luis Villamarín Pulido

www.luisvillamarin.com

Analista de asuntos estratégicos.

   

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