Mono Jojoy: Producto de la combinación de las formas de lucha del Partido Comunista Colombiano

Publicado: 2011-12-11   Clicks: 5623

         Operacion Sodoma - Mono Jojoy narcoterrorismo comunista Análisis del conflicto colombiano

         Publicado en la revista Acore Edición 121, Noviembre de 2011, pgs 83-90

     Desde su incursión en el escenario político, el Partido Comunista Colombiano inició a instigar el odio de clases, la violencia terrorista contra el bipartidismo liberal-conservador y la organización de células obreras o campesinas, convertidas en la vanguardia del proletariado para proyectarlas a largo plazo hacia la toma del poder político, en forma sincronizada con las luchas agrarias conducidas por agitadores, que desde 1935 indujeron a diferentes grupos campesinos, a invadir haciendas y apropiarse por la fuerza de los terrenos.

      En aras de legitimar tales acciones, el dirigente comunista manizaleño Erasmo Valencia, quien se había asentado en el Páramo del Sumapaz al suroriente de Bogotá fundó el Partido Agrario Nacional, que aglutinó la mayor parte de movimientos campesinos instigados por sus correligionarios, para conducir la colonización de facto con redistribución de tierras, en diversas regiones del país.

      Para fortalecer su proyecto político, Erasmo Valencia se alió con Jorge Eliécer Gaitán a quien lanzó como candidato presidencial en el Corregimiento de Nazareth al suroriente de Bogotá. A partir de 1946, Valencia hizo campaña con la Unión Nacional de Izquierda Revolucionaria (UNIR), movimiento político dirigido por Gaitán. En torno a este tema, en entrevista con Alfredo Molano, el terrorista Israel Morales conocido en las Farc con los alias de Carreras y Malicia relató:

      —Estaba yo muy pequeño en la escuela de Peñas Blancas cuando bajó Erasmo Valencia del Sumapaz. Yo tenía 8 añitos y lo recibimos cantando el himno nacional: ¡Que viva el compañero Valencia!, (sic) (con él) iba Juan de la Cruz Varela. La maestra salió y puso el estandarte de Colombia. Erasmo venía en un pedazo de caballo y debajo de un encauchado—

     Al morir Erasmo Valencia en Bogotá en 1949, fue reemplazado por el campesino boyacense y guerrillero comunista Juan de la Cruz Varela, en la dirección de los movimientos agrarios en el Sumapaz, la región del Tequendama en Cundinamarca y el Oriente del Tolima. —Con Don Juan— agregó su guardaespaldas Carreras— anduvimos mucho. En La Violencia (1948-1964) él iba como estratega y yo como su guardaespaldas. Él era el que dirigía todo: Era secretario político, era jefe de finanzas, era comandante, secretario de autodefensa. Trabajábamos juntos. A donde él iba, iba yo—

       El testimonio de José Castellanos, labriego oriundo de la Vereda La Mercadilla ubicada en Villarrica al Oriente del Tolima, en límites con las estribaciones occidentales del Páramo del Sumapaz, refleja pormenores de la forma como se realizó aquel proceso subversivo de expropiaciones:

      —Mi padre era un campesino laborioso. Teníamos una hacienda cafetera y ganadera muy próspera. A comienzos de los años cincuenta llegaron a Villarrica campesinos venidos de diferentes partes del país, acompañados por directivos del Partido Comunista, que a su vez eran dirigidos por Juan de la Cruz Varela, quien acababa de apoderarse de unos terrenos baldíos de la Hacienda La Esperanza de El Duda, que por herencia y con documentos pertenecían al terrateniente Antonio Vargas— 

        —Los comunistas comenzaron a organizar comités de vigilancia revolucionaria y células de partido, con el argumento que la tierra es para quien la trabaja y no propiedad de unos pocos, como ya hacían en Guatimbol-Icononzo—

       —Según ellos, todas esas tierras eran propiedad colectiva del pueblo y todos los campesinos deberíamos organizar células del Partido Comunista, renunciar a la propiedad privada y todos los vicios capitalistas, para vincularnos a una milicia o autodefensa, porque la reacción de los ricos sería feroz contra los que cambiaríamos el destino de obreros y campesinos colombianos—

       —Así, nuestras vidas estarían sujetas a lo que ordenaran los camaradas desde Bogotá, para defender a muerte las conquistas revolucionarias de los pobres, es decir el robo de las tierras a sus legítimos propietarios. Esta conducta, no fue un trabajo aislado o circunstancial. Fue algo planeado y ejecutado con metodología progresiva en diferentes lugares del país—

       —Así siguieron con la propaganda permanente, hasta que se apropiaron de algunas haciendas y las parcelaron por la fuerza. La reacción de los agredidos dueños fue fuerte. Hubo enfrentamientos con armas de fuego, machete, puñal y hasta armas artesanales—

      —Los comunistas ya tenían bandoleros regados por la Cordillera Oriental a lo largo de Pasca, San Bernardo, Pandi y Cabrera en Cundinamarca; Dolores, Villarrica, Prado, Icononzo y Cunday en el Tolima, la cual, años más tarde se prolongó a Uribe y Mesetas en el Meta, y el Yarí en Caquetá—

       Esa organización armada era denominada La Cortina o la autodefensa popular[1], con el detonante que la Dirección Liberal auspiciaba guerrillas[2] que combatían contra el régimen conservador, pero que luego terminaron enfrentadas con los comunistas en la guerra entre limpios y comunes. La época de La Violencia (1948-1964) fue muy compleja.

      —Hombres y mujeres mayores de 15 años recibían instrucción militar y orientación política marxista-leninista, andaban armados por la región y prestaban guardia en sitios predominantes del terreno, para contrarrestar los ataques de los grupos liberales y conservadores organizados por los hacendados, que habían perdido sus fincas y hasta a algunos de sus peones que se pasaron al lado de los revolucionarios—

       —Había guerra en el campo pero la presencia militar era muy escasa, porque el Ejército era insuficiente para estar en todo el país, y la policía que estaba politizada por los conservadores tampoco salía de las áreas urbanas de los pueblos. Así comenzó un conflicto armado que no termina sesenta y cinco años después, porque ahora le sumaron el negocio de la coca y de las armas—

      Jacobo Arenas ideólogo-fundador de las Farc anotó al respecto:

     —Un pleno ampliado del Comité Central del Partido Comunista Colombiano realizado en los finales de 1947, diseñó como tarea inmediata pasar a la organización de la Autodefensa Popular[3] para responder a la violencia oficial con la violencia organizada y serena de las masas. Fue una organización campesina armada y (sic) bajo la dirección del Partido Comunista en las regiones agrarias bajo su influencia, creció y se hizo fuerte allí donde las circunstancias lo exigieron— 

    —En algunas ciudades y poblaciones importantes, la Autodefensa fue organizada y jugó papel de gran significación en el enfrentamiento con los pájaros, organización paramilitar al servicio del Gobierno y los gamonales del pueblo, de los latifundistas y reaccionarios, dirigida a matar a los opositores que hallaran en su funesto camino—

       —La autodefensa inició en el Tequendama, Viotá, y 10 municipios circunvecinos, para luego expandirse a Montevideo y El Pato en Santander, la línea del ferrocarril de Puerto Wilches, a San Juan de Rioseco en Cundinamarca, a Chaparral en el sur del Tolima, a la Concepción en Santander del Norte, a las zonas de la Tropical Oil Company, a la Shell y la Socony Vacunyn en los territorios petroleros, a la región del Ariari en los Llanos Orientales y a otros lugares del país—

      —Pero para que un movimiento de autodefensa pueda dar a luz una guerrilla, se requiere que sea un núcleo disponga de una estructura orgánica y de mando, de un plan militar, de un conocimiento de la táctica, lo operacional y lo estratégico; cuyos integrantes ya no luchan por la defensa de sus intereses particulares, no luchan por la tierra, sino por el triunfo de la revolución, es decir, combatientes de nuevo tipo, profesionales de la causa, que combaten ante todo por el poder—

      Entre los invasores agraristas, dirigidos por Juan de la Cruz Varela para colonizar el Oriente del Tolima y el Páramo del Sumapaz por medio de la violencia y las células marxistas-leninistas, estaba la familia Suárez Rojas, procedente de Boavita-Boyacá. Igual que todos los adultos de aquella comunidad, la pareja integrada por Noé Suárez y Romelia Rojas se enroló a la autodefensa y luego las guerrillas indoctrinadas por Juan de la Cruz Varela y Eusebio Prada alias el Mono Mejías[4], quienes habían iniciado desde 1935 a preparar la colonización armada del Páramo del Sumapaz, el Oriente del Tolima y la olla del río Duda, con proyección hacia los Llanos Orientales, Huila y Caquetá, para construir en esos enclaves, focos de rebelión político-armada contra el Estado colombiano.

     Noé Rojas alias de El abuelito era el cabecilla de un grupo de bandoleros, entre quienes estaba Luis Noé, su hijo mayor. Y su esposa Romelia fue cocinera de Varela, Mejías y Jacobo Arenas. Los demás hijos de esta pareja eran muy pequeños, pero años más tarde casi todos ingresaron a las Farc.

      En síntesis, la familia Suárez Rojas estuvo vinculada con el Partido Comunista y las Farc desde la creación del grupo terrorista en cada una de sus etapas:

    1. Bandolerismo crónico (1964-1970) 2. Barbarie comunista (1970-1982) 3. Narcoterrorismo (1982 en adelante) 4. Internacionalización del conflicto, narcoterrorismo y búsqueda de estatus de beligerancia (1998 en adelante). Por ser antiguos militantes marxistas-leninistas, los Suárez Rojas han integrado las cuatro generaciones de las Farc: 1. Marquetalianos[5] y antiguos combatientes comunistas. 2. Autodefensa Popular y Miembros del Partido Comunista 3. Terroristas cualificados en técnicas de guerra revolucionaria comunista 4. Narcoterroristas y propagandistas internacionales.

       ¿Quién era el Mono Jojoy?

       Por sus actitudes displicentes, agresividad verbal y conducta sanguinaria, el Mono Jojoy se convirtió en la imagen y el símbolo del narcoterrorismo comunista de las Farc contra Colombia. El periodista colombiano Gonzalo Guillén relató un episodio sucedido en la Zona de Distensión[6], que sintetiza quién era y cómo actuaba Víctor Julio Suárez Rojas alias el Mono Jojoy: Una tarde de agosto de 2001, en medio de los improductivos diálogos del gobierno de Andrés Pastrana con las Farc, un destartalado vehículo marca Mazda arribó a una finca ubicada cerca de San Vicente del Caguán. Protegido por 300 terroristas, Jojoy esperaba a una pareja de campesinos, ambos mayores de 50 años.

     Con ayuda del conductor, los dos ancianos sacaron del baúl del vehículo, una caja de cartón que contenía 650 millones de pesos en efectivo, equivalentes a 325.000 dólares, como parte de un millón de dólares exigido por la liberación del hijo de los dos ancianos, quien por orden de Jojoy estaba secuestrado desde hacía un año. Sin responder al saludo, Jojoy fue directo a verificar el dinero, pero cuando evidenció que no traían la cantidad exigida, gritó enfurecido: —¡La plata se queda aquí y ustedes regresan a conseguir el resto!—

      —Nunca conseguiremos esa suma. No nos vamos de aquí hasta cuando suelten a nuestro hijo— dijo la anciana bañada en lágrimas. Conmovido, el conductor del vehículo suplicó a Jojoy: —Comandante: ¡Hágales una rebajita!—[7] Sin inmutarse ante los ruegos, Jojoy desenfundó la pistola Pietro Beretta calibre 9mm y con sendos disparos a quemarropa asesinó a la pareja.

     —Y usted, aprenda a no ser sapo. ¡Váyase! ¡No me joda más porque tengo dolor de cabeza!— dijo Jojoy al chofer.

      Luego enfundó el arma y regresó a la casa. Enseguida varios escoltas de Jojoy, tomaron los dos cadáveres por los brazos y los arrastraron para sepultarlos, como sucedió con otras personas asesinadas por las Farc durante la época de la Zona de Distensión. Días después, Jojoy ordenó asesinar al conductor e incinerar el vehículo Mazda. Producto de ese crimen, cinco huérfanos y una viuda se asilaron en París.

     Similares a este, abundan relatos y documentos judiciales de testigos que presenciaron o padecieron atrocidades cometidas por Jojoy, como las purgas en las que fusiló a algunos de sus escoltas, porque podrían ser infiltrados del gobierno. En los cuadernos incautados en la Serranía de La Macarena en una de sus guaridas, existen pruebas documentales que Jojoy ordenó en dos años más de 400 fusilamientos o duros castigos contra miembros del Bloque Oriental, luego de juicios revolucionarios por “escuchar radio sin permiso", "hablar en la formación", "dejar escapar un tiro de fusil limpiando el arma", "comprar dulces sin permiso" o "usar una ebilla (sic) plateada que puede ser vista por el enemigo"

      Jojoy era desconfiado en grado sumo. Vivía obsesionado con el fantasma de la traición que le enseñaron en su niñez y juventud los ideólogos comunistas. Así se infiere de este email de su autoría: —Sobre amigo (de) Panamá es bueno conocer bien (los) antecedentes, no sea trabaje CIA y capturen cuando vayan sacar plata. Los caleteros deben permanecer sitio donde el comandante tenga absoluto control sobre ellos—

     Su temperamento variable y brusco. Pocas veces fue cordial o jovial con quienes lo rodeaban. Era estricto, directo y drástico. Sus órdenes eran inflexibles. Caminaba erguido, siempre con una mano o las dos en la cintura, se cuidaba en su aseo personal, y, hablaba con acento campesino y tono autoritario. A menudo, vociferaba palabras soeces con desparpajo. Su vida era el reflejo del pensamiento colectivo y la mentalidad sanguinaria de los cabecillas del Secretariado de las Farc.

     Jojoy, no era el único que tomaba las atroces decisiones que lo convirtieron en uno de los narcoterroristas más buscados de Colombia. Su conducta traducía el sentir de Tirofijo, Alfonso Cano, Iván Márquez, Raúl Reyes, Iván Ríos, Pablo Catatumbo y Timochenco. Se diferenciaba de ellos, en que Jojoy expresaba y reconocía con arrogancia, lo que otros cabecillas de las Farc ocultan con cinismo.

      Perfil de un criminal sicópata, cínico, despiadado y arrogante

       Aunque no volvió a combatir desde 1995, El Mono Jojoy era eufórico y ansioso mientras sus subalternos ejecutaban acciones terroristas o enfrentaban a la Fuerza Pública. Mientras esto sucedía, gritaba, caminaba y era rígido con sus escoltas. Hablaba por radio y de inmediato cambiaba de lugar por temor a ser ubicado y morir en un bombardeo.[8] Durante sus largas exposiciones dentro de los campamentos o en las marchas al lado de la guerrillerada, Jojoy era muy hablador, exageraba su participación o la de Tirofijo en combates y no permitía interrupciones. Sin parar, relataba historias acerca de sus inicios en la guerrilla.

     Pocas veces hablaba de otros temas, pero permanecía informado del acontecer político nacional e internacional por televisión, radio, o internet. Si Jojoy tenía resultados favorables en algún combate contra las Fuerzas Militares o la Policía, autorizaba fiestas con mucho baile y poco trago. En contraste a este gesto de aparente bonhomía, su crueldad generó resentimientos y deserciones de muchos terroristas, debido a la frialdad con que ordenaba fusilar a quienes cometían errores en combate, incumplían tareas asignadas, o faltaban al reglamento fariano.

       Después de entrevistarlo en El Caguán, la periodista Alejandra Villamizar lo definió como un campesino inteligente, disciplinado, alegre, familiar, amable, terco, desconfiado, derrochador, descarado, arrogante, secuestrador, asesino, inhumano, enviciado con la guerra y estafador de la paz, exponente de una organización narcoterrorista que mata al pueblo que dice defender: Transcurrían los primeros meses de 1999. Jojoy vestía camiseta blanca y pantalón camuflado, boina negra y botas militares de cuero. —Mucho gusto, comandante— dijo y repitió la frase cuatro veces.

       Escuchó el nombre de cada uno, miró la credencial que nos identificaba y comentó: —¡Ah! ¿Ustedes son de CM&?... ¡Yo soy de las Farc!...Estoy ocupado puliendo una parada militar. Esto del proceso (de paz 1998-2002) me ha puesto mucho trabajo. De entrevistas nada. Ni prendan las cámaras porque no estoy para poner la cara—

       Con el escenario bajo su control, Jojoy mostró a los guerrilleros y elogió sus uniformes nuevos y su armamento. Irónico, alardeó de su imagen de malvado. Estaba encantado de hacerlo. Hizo preguntas sobre su pasado militara los hombres de mi equipo: —¿Usted, no será militar, o sí?, ¿Prestó servicio? Tiene peluqueado de chulo[9]; y usted: tiene cuerpo como para que sea guardia del Secretariado (de las Farc). Venga a ver, se puede ir quedando aquí…¡Tráiganle un uniforme!—

      Luego, Jojoy detalló las características del fusil, de la munición que usaba y se refirió a dos radios de comunicación que tenía colgados del arnés. —Por aquí doy una orden de volar las cárceles, y por aquí otra de coger a los políticos— Ante el silencio de los periodistas, agregó: —Mi vida son las Farc. Tengo 46 años y calculé que me mataban antes de los 42. Así que estoy viviendo de más. De aquí pa'lante (sic) todo es ganancia. Preferimos una tumba en Colombia que una cárcel en Estados Unidos. Sí. En este caso, coincidimos con los carteles del narcotráfico—[10]

      Al día siguiente ante la inoperancia del presidente Andrés Pastrana, Jojoy exhibió su poder. Cientos de terroristas marcharon en San Vicente del Caguán, disfrazados con uniformes militares, armas modernas y bandas con el tricolor nacional sobre el pecho. Luego los formó frente a las de cámaras de televisión y pidió reporte militar a Romaña, Marco Aurelio Buendía y Jairo Martínez.

      —Sobre Jojoy— agregó Alejandra Villamizar— la historia dirá que fue uno de los peores y más sanguinarios terroristas que tuvieron las Farc, que era un narcotraficante y un secuestrador despiadado— —Otra será la versión de la misma historia monte adentro. Dirán que además del estratega militar que llevó a las Farc a desafiar al Estado, fue un comandante cálido, preocupado por sus hombres, que les daba licencia en caso de enfermedad y encargaba en la remesa moñitos para el pelo y esmalte para las uñas de las mujeres—

      —Las dos versiones no son contradictorias, sino ciertas. Y compartirán un final común: Jojoy nunca tuvo otro destino. Él lo dijo siempre, su vida fueron las Farc… y también su muerte— Dentro de esa tónica, en conversación con otros periodistas Jojoy exteriorizó su visión personal, respecto a la concepción estratégica del mando militar y de los secuestrados en su poder: —Los generales se han equivocado al decir que en este país no hay guerrilleros sino bandoleros—

      —Felicito a los secuestrados por haberse rendido. Les digo que les escriban a sus familias y que tienen plena garantía de la vida con nosotros— En contraste con esta afirmación, a Jojoy le importó poco la vida del capitán Julián Guevara muerto en cautiverio luego de padecer una penosa enfermedad terminal, e inclusive, ordenó fusilar a los secuestrados, si las Fuerzas Militares intentaban rescatarlos.

       En esos días la periodista Cristina Uribe de Noticias Uno le preguntó: —¿Qué hará cuando no tenga fusil?—

     —Eso jamás pasará. Sería un pobre pendejo. Sería la paz de los muertos, porque nos bajarían de una vez. Si estamos vivos es porque tenemos fusil— contestó Jojoy. Años después, diez cuadernos con mensajes enviados y recibidos por la radio-operadora de Jojoy, dejaron al descubierto otros perfiles de su mentalidad criminal.

       Por ejemplo, el 8 de julio de 2002, el mocho César[11] informó a Jojoy: —Tengo una escuadra de sospechosos. Sugiero meterlos trabajar trocha Las Gafas-El Venado para definirles situación— Jojoy le respondió en tres mensajes diferentes: —Ajusticie[12] ladrones y ponen (sic) cada uno sitio diferente. Investigar detenidos e irlos ajusticiando uno por uno e irlos dejando visibles (…) Investigue bien niños informantes y ajustícielos. (…) Fusilamiento es únicamente a los que se realiza consejo de guerra—

       Tres meses después de este intercambio epistolar con Jojoy, el mocho César fue abatido en combate por el Ejército. Este suceso afectó al cabecilla del Bloque Oriental, pero una vez más evitó exteriorizar pesadumbre. El 25 de octubre de 2002, en mensaje dirigido al médico Mauricio, Jojoy refrendó otra típica conducta criminal de las Farc: —Junto con nuevos y correo viene mujer (de) Robinson, (tiene) 6 meses embarazo, (debe) probocarle (sic) aborto y por otro lado, pueden donde usted provocar aborto 6 meses de embarazo?— El 19 de noviembre de 2002, el médico Mauricio reportó a Jojoy: —Preñadas (compañera de) Nariño y mujer (de) Patamala ya están listas. No hubo problema—      

        Al respecto, el 21 de noviembre Jojoy respondió: —Las ex preñadas que sigan estado de recuperación. ¿Cuánto es el plazo?— —Plazo recuperación preñadas 40 días. Hasta hoy llevan 15 días— contestó el médico el 27 de noviembre. El ex parlamentario Oscar Tulio Lizcano liberado por Isaza un terrorista que lo ayudó escapar del cautiverio, relató que durante la época de la Zona de Distensión su hijo Fardey fue a hablar con Jojoy, para pedir que por acción humanitaria liberara a su padre, pero el sanguinario cabecilla le contestó: —Ayúdeme a conseguir información para echarle mano a Vargas Lleras y yo ordeno que liberen a Oscar Tulio—

       [1] Según el Mono Jojoy “La Cortina estaba hecha con hombres guapos para no dejar pasar adentro al Ejército”. Cfr: Molano Alfredo, Trochas y Fusiles, El Áncora Editores, página 87, Primera Edición, Bogotá-Colombia, 1994.

     [2] “Se dice y es cierto, que en aquellos tiempos, el Dr. Eduardo Santos a la sazón director-propietario de El Tiempo, entregó dos y medio millones de pesos para financiar guerrillas” Cfr. Arenas Jacobo, Cese al Fuego, Editorial Oveja Negra, Bogotá-Colombia, Primera Edición 1984.

      [3] Ibid.

     [4] En algunas regiones de Colombia, las personas rubias, o de piel blanca y color castaño claro, son llamadas mono o mona.

     [5] Que convivieron en Marquetalia al lado de Tirofijo.

     [6] Área de 42.000 kilómetros cuadrados sin presencia militar o policial, cedidos a las Farc durante casi cuatro años (1998-2002) por la debilidad de carácter del presidente Andrés Pastrana y la inoperancia de otras autoridades que dejaron sin protección estatal a los habitantes de San Vicente del Caguán en el Departamento del Caquetá, y, Mesetas, Lejanías, Uribe y La Macarena en el Departamento del Meta.

     [7] Descuento

     [8] Tras la muerte de Raúl Reyes, los miembros del Secretariado de las Farc, optaron por utilizar radio-operadoras para transmitir mensajes, lo que facilitó al Ejército Nacional infiltrar las comunicaciones del Bloque Oriental de las Farc y concretar la Operación Jaque.

     [9] Palabra despectiva de las Farc para denominar a los soldados y policía originada en los desmanes de la policía chulavita conservadora de los años cuarenta y cincuenta.

    [10] Tiempo después un video demostró, que Jojoy se había reunido con un médico que intentó canjear cocaína por armas con el cartel de Tijuana en México.

    [11] Le faltaba un dedo. Cabecilla de la cuadrilla 15. Participó en el asalto a Las Delicias, la masacre de El Billar, y el secuestro de Ingrid Betancur.

    [12] Asesine.

 

     Coronel Luis Alberto Villamarin Pulido

     Analista de Asuntos Estratégicos

      www.luisvillamarin.com

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