El lenguaje de la guerra en Colombia

Publicado: 2007-06-14   Clicks: 2343

 
Por Coronel Luis Alberto Villamarin Pulido

Publicado el 14 de Junio 2007 10:11 AM en el Diario el Tiempo de Bogotá Colombia

http://www.eltiempo.com/blogs/analisis_del_conflicto_colombiano/2007/06/El-lenguaje-de-la-guerra-en-Co.php

    

Por tratarse de un proceso de guerra revolucionaria impulsado por las tesis subversivas del marxismo-leninismo, el prolongado conflicto interno en Colombia, contiene una elevada dosis de propaganda, desinformación y desconocimiento de la estrategia adversaria.

     Por ignorar los planes y objetivos finales de la guerrilla comunista, la población civil piensa que el conflicto es un asunto entre militares y guerrilleros, y, que la paz, es un asunto del presidente de la república con los grupos armados ilegales.

      En ese orden de ideas, muy pocos colombianos entienden que la arremetida terrorista de las guerrillas está orientada contra la población civil, pues la subversión busca cambiar el orden existente, eliminar las instituciones vigentes e implantar una dictadura comunista similar a la de Fidel Castro en Cuba. Y para ello utilizan la disculpa multiplicada por idiotas útiles, según la cual la subversión comunista y el terrorismo, son una respuesta a las insatisfacciones sociales, al hambre, la miseria, el desempleo. Nunca los guerrilleros del M-19, las Farc, el Eln, el Epl, han reconocido que el círculo es vicioso: Hay violencia porque hay guerrillas terroristas y viceversa.

    Por esa razón los periodistas ansiosos de obtener galardones del gremio, actúan y muchos se creen neutrales en el conflicto. Igual sucede con los colombianos que laboran en la Cruz Roja Internacional. De manera curiosa, mientras en las universidades se enquistan núcleos subversivos que impulsan la teoría de la lucha de clases mediante la combinación de todas las formas de lucha, el rechazo al llamado “imperialismo yanqui” y el apoyo a las guerrillas izquierdistas, la mayor parte de los estudiantes universitarios son ajenos a lo que sucede con este problema. Por desgracia los que opinan al respecto, tienen el sesgo proclive de la izquierda recalcitrante, que califica de malo a todo lo que no sea “comunistoide”. Creen igual que las Farc, que la izquierda es depositaria de la verdad absoluta en Colombia. Todo el que los contradiga es paramilitar, asesino, fascista, retrógrado. En ese orden de ideas. Los comunistas son angeles celestiales poseídos de la única verdad absoluta.

     Entretanto, los periodistas, califican el terrorismo como insurgencia y a los cabecillas de las cuadrillas les dicen “comandantes”. A las autodefensas ilegales les dicen “paramilitares” y a los secuestros “retenciones”. En forma directa y sin darse cuenta, sirven de multiplicadores de los planteamientos guerrilleros, que además incluyen términos como “estado mayor”, “comando central”, “cuartel general de Tirofijo”, “jefe militar de las Farc”, etc.

      De remate las Farc y el Eln, cometen actos de terrorismo, barbarie crónica, delitos de lesa humanidad, etc, pero pretenden que se les reconozca estatus de beligerancia, se les de reconocimiento político, pero que las autodefensas ilegales no se les de el mismo tratamiento, sino que se les declare delincuentes sin fundamento político. La ley del embudo en su máxima extensión, pues las Auc que cometen las mismas barbaridades de la guerrilla comunista, son una consecuencia directa del accionar terrorista de las Farc y el Eln contra la población civil, la infraestructura económica y la institucionalidad.

       Por su parte el Estado es ambiguo en la terminología usada para definir la guerra. Con el fin de evitar cualquier asomo de reconocimiento político a las Farc, pese al desangre y a la cantidad de muertos que a diario perecen en medio del fuego cruzado, el gobierno nacional persiste en que quienes pretenden derrocar la institucionalidad para implantar una dictadura comunista, no desarrollan una guerra subversiva revolucionaria contra el Estado y el pueblo colombiano, sino que son simples terroristas con visos anarquistas.

     Desde otra óptica el Polo Democrático, salpicado de izquierdistas de todas las tendencias, de oportunistas, de terroristas responsables de crímenes de lesa humanidad en la década de los ochenta y de incautos manipulados por la fiebre izquierdista del populismo venezolano o ecuatoriano, usa el mismo lenguaje de las Farc para definir asuntos puntuales del conflicto.

Al mismo tiempo, los intelectuales y la academia, por lo general parcos y alejados de la realidad de una horripilante guerra, definen generalidades o se pegan a análisis escritos por estrategas de escritorio, que a duras penas prestaron el servicio militar, pero que pontifican de lo divino y de lo humano de la guerra en el país.

      A la falta de claridad de los afectados por la violencia terrorista, se suma la propaganda permanente que diseminan los comisarios políticos y los propagandistas de las Farc. Las células clandestinas del movimiento bolivariano, infiltradas en diversos estamentos de la sociedad son reiterativas en difundir desinformación y multiplicar la propaganda subversiva. El Internet se convirtió en una herramienta valiosa para este trabajo subrepticio y desprestigiante de todo aquel que no sea izquierdista o esté en contra del terrorismo venga de donde viniere, en especial de la barbarie de las Farc y el Eln.

     Sin unidad de criterios ni claridad respecto de cual es el objetivo estratégico de la subversión así como su calculada metodología de desgaste progresivo de los valores democráticos vigentes, los afectados se creen ajenos al conflicto, los periodistas se sienten neutrales, los guerrilleros dueños de la razón, las autodefensas los salvadores del país, los narcos, los dueños del poder y los dirigentes políticos inmunes a una realidad sentida y grave, pues llegan al extremo de vivir enfrentados como perros y gatos, en interminable rapiña tras el poder, igual que cuando los santanderistas hicieron complot para asesinar al Libertador Simón Bolívar en 1828.

    Al mismo tiempo, la crisis de valores que afecta por parejo a las instituciones naturales como la iglesia, la justicia, la Fuerza Pública, las entidades educativas y en gran parte a la familia, núcleo fundamental de la sociedad, facilita que la desinformación y el lenguaje inapropiado califique o defina el conflicto armado que se escenifica en Colombia.

     El variopinto lenguaje de la guerra que solo favorece a las Farc, encuentra a veces sustento jurídico en providencias de juzgados, tribunales y cortes, cuyas providencias han conducido a sobreseimientos definitivos, liberación anticipada de terroristas, anulación de procesos penales y otras decisiones basadas en la laxitud o interpretación de la ley, que solo conducen a desmoralizar las Fuerzas Militares, crear zozobra dentro de la población civil y fortalecer las guerrillas.

He aquí la encrucijada por la mala interpretación del lenguaje de la guerra.

 

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

Analista de asuntos estratégicos

www.luisvillamarin.co.nr

Englewood New Jersey.

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