Cuando todavía Colombia no sale del estupor derivado de la vendetta entre narcos del Eln y las Farc en el Catatumbo, se cuestiona la mediocridad de Petro y su mindefensa Velásquez, el país sigue sin entender el extraño viaje de Petro al epicentro de las bandas criminales en Haití, Maduro asevera descaradamente que el narcotraficante Diosdado Cabello está en el Catatumbo, se rumora en redes sociales, que la sangrienta confrontación surgió del robo de las Farc a un gigantesco alijo de coca y dólares de propiedad del cartel de los soles, custodiado por elenos, razón por la cual Maduro habría movido tropas a la frontera con Colombia, para ayudar a destruir a las Farc de Calarcá y de paso proteger la retirada del Eln, ante la presión militar; en medio de ese embrollo, Timochenko, peló el cobre y corroboró por escrito que las Farc siguen siendo una sola agrupación.
Quizás, Timochenco intentará enmendar lo que le dictan conciencia e instinto, aduciendo que se refiere a que sus coequiperos de terror en el Catatumbo, no “cesarán la lucha por la paz”, pero viniendo estas palabras de un delincuente que a comienzos del siglo XXI ordenó la masacre de 33 campesinos cocaleros que no pagaban cuotas extorsivas a las cuadrillas de las Farc en el Catatumbo, y sabiendo las complicidades descaradas que el ahora honorable senador, tiene con la narcodictadura de Maduro, las declaraciones de Timochenco son graves.
Para los habitantes del Catatumbo, es claro que el Eln no asesinó monjitas de la caridad sino que entre ellos había personas comprometidas con el narcotráfico, delito, que gracias al pacto Farc Santos, se legitimó en esa región, en manos de milicias bolivarianas, partido comunista clandestino y movimiento bolivariano clandestino, grupos delincuenciales, que nunca se desmovilizaron gracias a la genialidad y arrodillamiento estratégico de De la calle, Mora, Naranjo, Pearl y Jaramillo en Cuba.
Por ende, si esas Farc de Calarcá, que son supuestas disidencias en la frontera son asesinadas por elenos, al par con los ahora arcángeles desmovilizados, y de paso Timochenco sale a defenderlos, cualquier lego en la materia concluiría, que la izquierda armada y desarmada de los comunes, es una sola empresa delictiva, y que la justicia debería tomar cartas en el asunto.
Cuando Romaña, advirttió de la coronada que no era exactamente de una reina, y de unos lingoticos de oro que tiene Timochenco a buen recaudo de la narcodictadura cubana, extrañamente murió pocos días después.
¿Qué sigue ahora en esta tragedia de acusaciones y masacres, cohonestada por Petro, Velásquez y criticada por el cabecilla principal de las Farc?
Muchas preguntas, pocas respuestas, analizó Luis Alberto Villamarín Pulido