Alrededor de 40% de los países de renta baja vive en condiciones de pobreza extrema

Publicado: 2025-07-05   Clicks: 24

Pobreza absoluta

Banco Mundial dice que Brasil necesita ajuste fiscal de 3% del PIB para estabilizar deuda

La situación de los países de renta baja, LIC, se ha complicado de forma estructural tras la pandemia, según revela un informe reciente del Banco Mundial. Alrededor de 40% de la población de estas economías vive actualmente en condiciones de pobreza extrema, un salto preocupante desde 36% registrado en 2019.

Esta tendencia es especialmente alarmante en aquellos países afectados por conflictos armados, fenómenos climáticos extremos y situaciones de fragilidad institucional, donde la pobreza extrema y la inseguridad alimentaria están avanzando de manera mucho más acelerada que en otras regiones

LOS CONTRASTES

  • Alejandro EspitiaDocente de la Universidad Javeriana

    “En 90% de los países, lo que se produce no alcanza para que todos tengan una renta que los saque de la pobreza extrema. Lo que producen no alcanza para vivir fuera de la pobreza”.

  • Luis Alberto VillamarínAnalista internacional

    “La ausencia de políticas de Estado claras y de planes de desarrollo de largo plazo lleva a gobiernos que actúan con inmediatismo y no piensan en el bien nacional”.

De hecho, Alejandro Espitia, docente Universidad Javeriana, aseguró que esto se debe a que “en 90% de los países, lo que produce no alcanza para que todos tengan una renta que los saque de pobreza extrema, es decir, produce y lo que produce no alcanza para que todos vivan por fuera de la pobreza extrema, ese es el caso de la gran mayoría de los países”.

Y agregó que otra razón que además aplica para países de renta media, es que lo que producen si alcanza, pero la producción de bienes está muy concentrada, “unos producen mucho y otros producen poco, o unos se quedan con rentas de los que producen y le quitan a otros”, dijo Espitia.

De acuerdo con el análisis, la renta per cápita promedio en las naciones más pobres se redujo hasta 14% en comparación con la tendencia que traían antes de la pandemia. Además, los indicadores de desarrollo humano, como la esperanza de vida, la educación y el acceso a servicios básicos, siguen rezagados en comparación con países que lograron superar la categoría de renta baja en décadas recientes.

La deuda pública

En el plano fiscal, el deterioro también es evidente: la deuda pública media de los países de bajos ingresos escaló a 72% del PIB de 2021 a 2023, marcando el nivel más alto en 16 años. Este incremento responde tanto a mayores necesidades de gasto en plena crisis como a menores ingresos fiscales, que en promedio representan apenas 18% del PIB, la mitad de lo que recaudan las economías avanzadas.

Además, el informe aseguró que a finales de 2023, la deuda pública superaba 50% del PIB en 81% de los países de renta baja, frente a menos de la mitad en otras economías de mercado emergentes y en desarrollo. Se estima que el déficit fiscal medio de los LICs en 2023 habrá sido de 2,4% del PIB, alrededor de 1,2 puntos porcentuales más que en 2019. Las necesidades brutas de financiación del Gobierno en el LIC medio aumentaron en 3 puntos porcentuales del PIB entre 2019 y 2022, hasta alcanzar 11,4% del PIB dijo el Banco Mundial.

La situación se complica porque buena parte de esta deuda se contrajo en condiciones menos favorables, con mayor participación de acreedores privados y a tipos de interés crecientes. Esto ha provocado que más de 10% de los ingresos fiscales de estos países se destine exclusivamente a pagar intereses, superando ampliamente el gasto en sectores prioritarios como salud y educación.

Aunque en el periodo 2021-2023 se observó cierta recuperación económica, el repunte fue insuficiente para revertir el deterioro de las cuentas fiscales. El déficit primario, que como explica el Banco Mundial, mide los ingresos menos el gasto, excluyendo intereses, pasó de una media de 1,2% del PIB en 2019 a 3,4% en 2020, y se estima que cerró 2023 aún en torno a 2,4%. Esto significa que el esfuerzo fiscal de la mayoría de los países de renta baja sigue por debajo de lo necesario para retomar una senda sostenible.

La pobreza crece con los conflictos

La pobreza extrema golpea con más fuerza en países frágiles o en conflicto. En estos territorios, la inseguridad alimentaria se disparó y millones de personas pasaron a depender de asistencia humanitaria para sobrevivir.

El informe destaca que casi la mitad de los países de bajos ingresos ya se encuentran en situación de alto riesgo de sobreendeudamiento o en problemas de pago, lo que limita su capacidad de financiar proyectos de desarrollo y proteger a su población más vulnerable.

Frente a este panorama, los organismos multilaterales proponen una estrategia de tres frentes: reforzar la movilización de ingresos domésticos, optimizar la eficiencia del gasto público y mejorar la gestión de la deuda. Además, señalan que es indispensable mantener y ampliar el apoyo internacional mediante créditos en condiciones favorables, cooperación técnica y respaldo a programas de desarrollo sostenible.

Otro punto clave es la inversión en resiliencia climática, dado que los países de renta baja son también los más expuestos a catástrofes naturales y eventos extremos. En la última década, las pérdidas asociadas a desastres naturales en estos países han sido proporcionalmente mayores al PIB que en otras economías emergentes, lo que añade presión a unas cuentas fiscales ya debilitadas.

La comunidad internacional, por su parte, ha redoblado la asistencia. En 2022, los acreedores multilaterales desembolsaron un récord de US$115.000 millones en nueva financiación para países en desarrollo, casi la mitad de ellos canalizados a través del Banco Mundial. Sin embargo, esta ayuda se considera aún insuficiente frente al tamaño de los retos.

Los expertos advierten que, de no corregirse la tendencia, la brecha entre los países de renta baja y el resto del mundo podría seguir ampliándose en la próxima década, perpetuando la pobreza extrema y los conflictos sociales. Para cambiar el rumbo, concluye el informe, se requiere no solo recursos frescos, sino reformas profundas y sostenidas que garanticen mayor inclusión, crecimiento económico y estabilidad institucional.

   

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