¿Podría expansiva ambición geopolítica iraní sobre Irak, desatar un conflicto más amplio en el Medio Oriente?

Publicado: 2023-12-10   Clicks: 206

Escudo del grupo terrorista proiraní Khataib Hizbolá en Irak

      Desde la década de 1980, cuando la teocracia iraní desató la guerra abierta contra Estados Unidos, mediante la creación del grupo terrorista Hizbolá en Líbano y Siria, incrementó la actitud desafiante en la región por medio de las milicias Qud, y se empeñó en construir un proyecto nuclear con el obcecado propósito de desaparecer al odiado Estado de Israel, seguido de una impresionante carrera armamentista, una guerra fría de preminencia en la región con Arabia saudita, y un declarado  maridaje con Moscú contra Estados Unidos, Irán se convirtió en seria amenaza para la paz y la estabilidad mundial.

De remate, tras la fatídica incursión de Hamas contra Israel el 7 de octubre de 2023, las fuerzas irregulares chiitas respaldadas por Irán, están ensamblando drones y modernizando cohetes dentro de territorios de alto interés geopolítico de la Casa Blanca en la convulsa región, con la circunstancia agravante, que los utilizan para atacar unidades militares estadounidenses destacadas en Irak y Siria.

En la zona conocida como Jurf al-Nasr, localizada al sur de Bagdad donde el atiborrado paisaje urbano de la capital iraquí muta en exuberantes cultivos de palmeras datileras que bordean el río Éufrates, funciona una “base estratégica de operaciones militares iraníes en el extranjero”. Desde cuando salieron las tropas estadounidenses de Irak, muy pocos iraquíes se arriesgan a pasar mucho tiempo allí. Ni siquiera el ejército iraquí o los funcionarios del gobierno se aventuran a hacerlo, sin permiso de los jefes de las cada día más envalentonadas milicias chiitas proiraníes. Son un estado dentro del Estado iraquí, al que cogobiernan.

Aunque es territorio soberano iraquí, el área total de Jurf al-Nasr es controlada con puestos militares instalados alrededor de las fronteras territoriales y el espionaje dentro de la zona, donde ya todos desconfían de todos, debido a la constante presión de Khataib Hizbolá, milicia iraquí vinculada a Irán y designada grupo terrorista por el gobierno de Estados Unidos.

En Jurf al-Nasr se ensamblan drones y modernizan cohetes con repuestos y partes traídos de Irán. Luego, esas armas se distribuyen a las milicias proiraníes en todo el Medio Oriente, grave situación que convierte a una importante región de Irak, en caldo de cultivo para los temores de que la actual guerra en Gaza entre Israel y Hamás, pueda virar en un conflicto más amplio, ya que algunas de esas armas podrían alcanzar objetivos en Israel, Jordania, Siria y Arabia Saudita.

Infortunadamente, los ataques de las milicias apoyadas por Irán, han aumentado durante los últimos dos meses, en la medida que Khataib Hezbollah y otros grupos terroristas vinculados a Irán, han manifestado solidaridad con los palestinos.

Según las estadísticas del Pentágono, entre el 17 de octubre y el 8 de diciembre de 2023, las milicias iraquíes han lanzado 82 ataques con drones y cohetes contra instalaciones militares estadounidenses en Irak y Siria, hiriendo a 66 miembros de la fuerza expedicionaria norteamericana. En respuesta a tales ataques, Estados Unidos bombardeó dos campamentos de Khataib Hizbolá asentados en Jurf al-Nasr, matando al menos a ocho terroristas.

Durante las últimas cuatro décadas, la estrategia geopolítica expansiva de Irán en Medio Oriente ha consistido en fusionar el poder militar informal, financiando y entrenando grupos armados locales, con influencia sobre las políticas gubernamentales del vecindario afectado. A partir de la década de 1980, la teocracia de Teherán financió y a armó al Hizbolá libanés. Luego proporcionó amplio apoyo militar y político al régimen sirio de Bashar al-Assad; brindó ayuda militar a los hutíes en el norte de Yemen; y apoyó las Brigadas Al Ashtar en Bahréin.

El problema aumenta sus visos geopolíticos, pues Irak es el socio natural de Irán en la región, a pesar de que los dos países libraron una sangrienta guerra entre 1980 y 1988.

Irán e Irak, comparten frontera terrestre de 1600 kilómetros de longitud. Muchas familias tienen parientes en ambos lados; y los vínculos económicos son fuertes. Además, ambos países son poblados por mayoría musulmana chiíta, e Irak alberga algunos de los santuarios más importantes de esa confesión islámica.

Al cabo de las elecciones iraquíes de 2021, los partidos políticos iraquíes vinculados al régimen teocrático de Irán, la mayoría de ellos con milicias armadas propias, obtuvieron una proporción suficiente de escaños parlamentarios para formar una coalición de gobierno y elegir al primer ministro, Mohammed Shia al-Sudani, situación que lo acercó políticamente a partidos cuyas prioridades son determinadas tanto por intereses geopolíticos comunes de Teherán y Bagdad.

En contraste, para la política exterior de Estados Unidos, los avances políticos de Teherán en Bagdad y la ocupación terrorista de Jurf al-Nasr por una milicia aliada de Teherán, constituyen un incierto cambio de opciones estratégicas.

Durante lo que va corrido del siglo XXI, con el objetivo de crear estabilidad y un aliado confiable en la convulsa región, por parejo, los gobiernos republicanos y demócratas han invertido 1,79 billones de dólares en diferentes operaciones militares destinadas a derrocar a Saddam Hussein, luchar contra Al Qaeda y unirse a la lucha de Irak contra el Estado Islámico ISIS.

Pero los resultados son adversos en ese sentido para las intenciones geopolíticas y diplomáticas de la Casa Blanca. Hoy Irán es la fuerza con influencia predominante en Irak.

¿Cómo y por qué la milicia chiita de Khataib Hizbolá tomó el control geoestratégico de Jurf al-Nasr?

Desde el ascenso del régimen teocrático de Irán en 1979, los ayatolás pretenden expulsar al ejército estadounidense del Medio Oriente. Para el efecto, Irán se concentró en crear, entrenar y armar a milicias chiitas iraquíes, con el fin de atacar a las fuerzas estadounidenses en suelo iraquí. A manera de ejemplo, entre 2003 y 2011, grupos terroristas respaldados por Irán asesinaron a 603 soldados estadounidenses en Irak.

Uno de esos grupos fue Khataib Hizbolá, que desde su aparición en el escenario político-militar iraquí estuvo estrechamente vinculado a la Fuerza Qud de Irán, ramificación del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán responsable de entrenar, equipar y financiar las milicias chiitas proxies en la región.

En 2011, el ejército estadounidense se retiró de Irak y, en 2014, el Estado Islámico apareció en la región. Como consecuencia de la demoledora ofensiva de ISIS, el ejército iraquí colapsó, razón por la cual el gobierno chiita de Bagdad que remplazó la dictadura de Saddam Hussein, pidió ayuda a sus amigos Irán y Estados Unidos.

Irán respondió rápidamente, enviando asesores militares y armas para reclutar y entrenar una fuerza iraquí voluntaria –conocida como Unidades de Movilización Popular – para combatir contra los terroristas sunitas de ISIS junto con milicias vinculadas a Irán, incluido Khataib Hezbollah. En medio de una encrucijada derivada de intereses contrapuestos, varias semanas después Estados Unidos también envió ayuda.

Buena parte de la sangrienta campaña militar contra ISIS en Irak, se escenificó en Jurf al-Nasr, conocido entonces como Jurf al-Sakhar, área ubicada a 65 kilómetros de distancia de Bagdad, escogida por el Estado Islámico para atacar pequeños poblados chiitas y a millones de peregrinos iraníes, que pasaban por allí en camino hacia los santuarios chiitas en Karbala y Najaf.

Además, Jurf al-Nasr estaba estratégicamente ubicado porque por allí cruzan las carreteras que conducen hacia Siria, ruta vital para que Irán pueda transportar armas con destino a los terroristas del Hizbolá libanés.

Durante los sangrientos combates, Khataib Hizbolá se encarnizó contra los pobladores civiles, desocupó todas las aldeas sunitas, advirtiéndoles que podrían regresar cuando el Estado Islámico desapareciera. La barbarie orquestada por Irán fue aterradora. Human Rights Watch y Amnistía Internacional documentaron cientos de desapariciones, principalmente de hombres sunitas, en la zona. Igualmente, el Informe de Derechos Humanos del Departamento de Estado de Estados Unidos de 2019, aseguró que en ese momento había 1.700 personas recluidas en una prisión secreta, controlada por milicianos proiraníes, ante la vista gorda del gobierno en Bagdad.

En 2016, Khataib Hizbolá y otras milicias proiraníes, junto con las Unidades de Movilización Popular, se integraron al aparato de seguridad iraquí. En consecuencia, a partir de esa fecha, el tesoro iraquí les paga salarios y les proporcionó armas, incluidas las milicias que ahora atacan a las fuerzas estadounidenses, cuyo gobierno en la práctica es amigo del de Bagdad.

En 2023, el primer ministro iraquí Mohammed Shia' Al Sudani, aprobó un presupuesto de tres años, el cual incluye más recursos para que los combatientes, que ahora suman más de 150.000, crezcan el 20%.

Por su parte y con doble moral, Irán niega que esté controlando los grupos armados iraquíes que han atacado a las fuerzas estadounidenses, aunque en reciente intervención pública, el ministro de Asuntos Exteriores, Hossein Amir-Abdollahian, dijo que la teocracia iraní ve a Estados Unidos como cómplice de la guerra de Israel en Gaza y añadió abiertamente, que las milicias chiitas proiraníes fueron creadas para luchar contra el terrorismo y la ocupación de territorios palestinos por parte de los sionistas.

Para cualquier lego en la materia que visita la zona Jurf al-Nasr es territorio iraquí controlado por Irán. Los puestos de control militar instalados en las carreteras de acceso a la zona ondean la bandera del grupo terrorista, de color blanco con la imagen de un puño, agarrando un fusil Kalashnikov estilizado, que emerge de un globo terráqueo y las palabras “Partido de Dios” escritas en caligrafía árabe.

Además de los puestos de control ejercidos por las milicias proiraníes, por donde solamente cruzan agentes de Khataib Hizbolá y extranjeros que hablaban árabe con acento iraní o libanés, la calle central de la cercana ciudad de Mussayib, está colmada de “banderas de mártires” impresas con fotografías de milicianos que murieron luchando en Irak, y con grandes carteles que representan al líder de la Fuerza Quds de Irán, el general Qassim Suleimani, quien murió en una operación especial de Estados Unidos en enero de 2020.

En síntesis, en Jurf al-Nasr, zona de alto valor estratégico para los intereses vitales expansivos de Irán, se entrenan terroristas chiitas que luego se expanden por el mundo, y de remate, la Guardia Revolucionaria iraní y el Hizbolá libanés ensamblan drones y adaptan sistemas de guía de precisión en cohetes y misiles tierra-aire con componentes tecnológicos mejorados por la industria militar de Irán.

Igual que para Hamás en Israel, o los hutíes en Yemen, el arsenal de cohetes de Khataib Hizbolá en Irak, se compone esencialmente de cohetes Katyusha convencionales de corto alcance, pero también incluye algunos de mayor alcance, almacenadas en túneles y bodegas secretas para luego ser enviadas Siria, Rusia, Gaza y Líbano. No está claro, por ahora, si los cohetes de mayor alcance están completamente bajo el control de los grupos terroristas proiraníes, o si la Guardia Revolucionaria iraní supervisa de cerca el uso de las armas más sofisticadas.

La inteligencia militar de Israel lleva mucho tiempo enfocada en determinar la ubicación exacta de los crecientes arsenales de armas protegidos por Khataib Hizbolá en el área de Jurf al-Nasr. Por esta razón, en 2019, aviones de combate israelíes atacaron un depósito de armas en Bagdad, en una zona controlada por Khataib Hizbolá. Por esa misma razón, en 2019 y en 2022, Israel atacó los campamentos de este grupo terrorista en Siria, justo al otro lado de la frontera iraquí, pero hasta ahora, Israel no ha atacado en Jurf al-Nasr.

Reflexiones finales

Este es un caso emblemático de geopolítica clásica aplicado en ambientes operacionales de guerra irregular desarrollada por terrorismo islámico. Irán busca defender el espacio vital que requiere su proyecto geoestratégico.

Para el efecto financia y desarrolla acciones terroristas desde campamentos ubicados en la zona de Jurf al-Nasr, ubicada a 65 kilómetros al sur de Bagdad, desde donde estructura su proyecto estratégico, construye enormes arsenales, entrena terroristas y prepara acciones criminales contra sus enemigos.

Las connotaciones descritas infieren que ante la presión simultánea por diferentes flancos, Israel puede retaliar directamente contra Irán en su propio territorio, atacando su central nuclear, eliminando sus científicos, destruyendo los almacenes de armas de Khataib Hizbolá en zonas críticas y que en consecuencia, los proxies de Irán ataquen gravemente a Estados Unidos comprometiéndolo en una guerra impredecible que incendie la región y por extensión otras regiones del planeta.

Son tan variados e intensos los intereses geopolíticos, que bullen en el Medio Oriente a los cuales se suman los extremismos religiosos de dos de las tres religiones del libro, que cualquier evento conexo de imprudencia estratégica de alguna de las partes puede desatar una conflagración imparable.

La diplomacia internacional encara complejos retos en esta situación. La Onu es la principal responsable de asumir el camino de la solución, pero carece de dientes y de credibilidad entre los actores. Así las cosas, solamente la firmeza de carácter de los implicados en combatir el terrorismo, puede conducir hacia una solución conveniente por ahora, pero no del todo definitiva. Este problema va para largo.

Teniente coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

Autor de 40 libros de geopolítica, estrategia y defensa nacional

www.luisvillamarin.com

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