¿Qué pasa en Irak?

Publicado: 2003-04-16   Clicks: 2267

     Geopolítica del Medio Oriente

   Luis Alberto Villamarin PulidoQuizás la guerra sicológica, o de propaganda o de desinformación es el elemento que ha tenido mayor incidencia en el desarrollo de la guerra, lanzada por la coalición aliada contra el régimen iraquí. Una cadena coherente de coyunturas demuestra la trascendencia de este tipo de combate encaminado a captar mentes y corazones para cambiar la actitud y el comportamiento del adversario, acorde con las manuales militares de operaciones sicológicas.

    La latente advertencia de la Casa Blanca dirigida no solo a Sadam Hussein, sino al mundo entero, que en caso de no destruir las armas de destrucción masiva, una coalición actuaría en nombre de la libertad, fue el primer paso de una prolongada serie de hechos propagandísticos, con los cuales los aliados pretendían amilanar la voluntad del adversario y someterlo a su arbitrio.

    Vinieron los bombardeos de propaganda, informaciones exageradas que una división iraquí habría llegado hasta los campamentos de las tropas inglesas a entregarse antes de comenzar las hostilidades, sumadas al reluciente despliegue de muestreos de novedosas y sofisticadas armas de alta tecnología, que van desde equipo individual del combatiente hasta sofisticadas bombas, carros de combate ideales para la guerra en zonas desérticas, inteligencia militar apoyada en satélites, misiles teledirigidos, contrabaterías de artillería, etc. Por su parte  Saddam Hussein continuó la tónica de invocar la grandeza de Alá y la voluntad de su pueblo para llegar al máximo sacrificio en defensa de la libertad.

    De otra parte analistas de todo el mundo ensalzaron la impresionante ventaja tecnológica de los aliados el primer día, pero cuando surgieron los inconvenientes normales de la guerra primero por la incapacidad física de los aliados para bloquear las señales satelitales de Al Jazzera cuando mostraron los primeros prisioneros de guerra, los nervios se crisparon n el mundo entero. Los pacifistas inundaron las calles, la prensa mundial asumió una visión  desde la óptica árabe materializada en sobredimensionar la capacidad de la guardia republicana de Hussein, minimizar la veloz entrada de los aliados,  bajar el tono a la antes exaltada ventaja tecnológica y desconocer la infatigable labor de combate que desarrollan la aviación y las fuerzas de superficie combinadas.

    En ese momento la poderosa maquinaria de guerra sicológica del Pentágono se vio sorprendida por la habilidad  de la televisión árabe, la tendencia de los medios de comunicación mundial a presentar imágenes desgarradoras, resentimientos contra Estados Unidos, marchas pacifistas antiguerra, amenazas de la liga árabe, suposiciones o realidades acerca de la cantidad de tropas en el teatro de operaciones, la imagen de un Hussein respaldado por miles de fanáticos, jihad y algo que dan por cierto sin que corresponda a la realidad, minimizar y desconfiar de la capacidad de las unidades de maniobra terrestre. En ese sentido los voceros militares de Estados Unidos con el presidente a la cabeza pasaron de la ofensiva a explicar, justificar o reclamar. Sin duda los iraquies ganaron la primera batalla de guerra sicológica.

    Pero el conflicto no termina allí, pues una cosa es el manejo de los efectos sicológicos y otra bien distinta es la maniobra en el terreno. Irak planteó lo que en estrategia militar se conoce como una defensa de fuerza orientada, con la intención de canalizar al adversario para llevarlo a una zona de muerte en combate urbano, situación  conocida de antemano por los aliados, cuya operación fue una versión novedosa de la batalla aeroterrestre con prelación en el impacto sicológico de los bombardeos.

    Lo que viene es el reto y la prueba de fuego para los estrategas del pentágono. La ofensiva aeroterrestre se encuentra en la fase de reconocimiento en fuerza después de sucesivos movimientos hacia el contacto. Vendrá el ataque coordinado que es la fase estelar en la que se puede calificar de acertada o desacertada la acción militar aliada. Los atacantes encontraran unos escorpiones rodeados por las llamas que los inducen al suicidio. La habilidad táctica de los comandantes en el terreno deberá ser respaldada por la actividad diplomática, la guerra sicológica y la destreza de los aliados para bloquear Bagdag sin comprometerse en desventajoso, innecesario e inconveniente combate decisivo urbano.

    Vendrá la segunda gran batalla de guerra sicológica. Quien la gane decide el curso de la guerra, el eventual  asomo de occidentalización en Turquía, Arabia Saudita, Kuwait, Jordania; asi como la ubicación de un corredor geopolítico desde Europa Central, Asia Menor, Oriente Medio y Golfo Pérsico, que permita controlar los terroristas, fortalecer a Israel, y prevenir la amenaza de lo que el Pentágono llamó el Eje del Mal. Son muchas cosas de importancia capital las que juegan en la legendaria Mesopotamia y la guerra sicológica es fundamental para definir el curso no solo de Irak sino de la humanidad.

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido 

Analista de asuntos estratégicos

www.luisvillmarín

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