El mensaje de estas dos asonadas es claro: Ni los terroristas de las Farc ni sus cómplices de cuello blanco quieren que el Ejército esté en esas zonas, porque se les daña el negocio del narcotráfico.
Estás acciones son impulsadas por las milicias bolivarianas, el partido comunista clandestino, y el movimiento bolivariano clandestino, es decir las tres fortalezas estructurales del narcoterorismo comunista contra Colombia, olímpicamente olvidadas por De la Calle y los mudos convidados de piedra enviados por Santos a arrodillarse ante las Farc en Cuba.
Dice el viejo adagio que "tanto va el cántaro al agua, que al fin se rompe"
Petro y sus contertulios de la paz total, deben replantear esas conductas de los instigados "campesinos", porque la seguridad está transitando por el filo de una navaja, "con precipicio a lado y lado"
Antes de que ocurra alguna lamentable tragedia, producto del desespero de soldados ultrajados, irrespetados y sobre todo sin lealtad ni claridad, del presidente de la república.
O lo que es peor, que civiles agobiados por organizaciones clandestinas de las Farc y el Eln, reverdezcan las atrocidades de los mal llamados paramilitares.
La desmedida ambición de Petro por atornillarse en el poder, está generando el caldo de cultivo para que puedan venir escenarios de violencia y horror.
Es el momento preciso de que el alto mando militar, hable claro al presidente, para hacerle ver qué su paz total es una farsa, y que Colombia entera necesita conocer con claridad, cuál es su propósito real, pues a ojo de buen cubero, se evidenciaria, que estos hechos corresponden a la trillada táctica leninista de instigar el caos para sacar réditos políticos personales tendientes a eternizarse en el poder.
El Ejercito Nacional es un patrimonio de nuestra seguridad nacional.
Por ende, no puede ser manoseado por ningún delincuente. Ni de los que usan botas de caucho, ruana, poncho y fusil; ni de los abundantes delincuentes de cuello blanco
Teniente coronel Luis Alberto Villamarin Pulido