La encrucijada de Uribe a los dos años de gobierno

Publicado: 2004-07-04   Clicks: 1328

     Publicado en le Periodico Acore, julio de 2004

      TLC, reelección, diálogos con las autodefensas, hervidero político o quizás politiquero, para parafrasear al presidente Uribe, precandidaturas presidenciales, titulares de prensa, críticas de tirios y troyanos, y mucho mas, es el perfil del amplio espectro político que circula por los corredores de Palacio, las altas cortes, el congreso y los mentideros electorales.

     Examinar cada uno de estos puntos, demandaría un artículo en particular. No obstante, al visualizar los eventos dentro del concepto macro, arroja importantes conclusiones, que coadyuvan a dilucidar la realidad cambiante pero objetiva de los altibajos políticos de  los estados.

     Sin duda que después de veinte años acumulados de desgobiernos,  Álvaro Uribe Vélez cumplió la tarea de retornar la credibilidad de la institución presidencial, desprestigiada y hasta vilipendiada desde la laxitud de Belisario Betancourt, pasando por la incapacidad funcional de Virgilio Barco, la crisis de autoridad de César Gaviria y su Kínder con el vergonzoso show de la cárcel- hotel de cinco estrellas La Catedral y la descarada fuga de Pablo Escobar, la aberrante denominación de narcodemocracia durante la cuestionada administración de Ernesto Samper- quizás uno de los mas, si no el mas desprestigiado colombiano que se haya sentado en el solio de Bolívar, hasta llegar a la ineptitud y falta de autoridad del presidente Andrés Pastrana Arango.

     cover la silla vacíaLas altisonantes declaraciones- innecesarias por demás- del comisionado de paz para recordar a los colombianos y al mundo entero, realidades históricas que debieran avergonzarnos y dejar  atrás tapados con el manto del olvido o la indiferencia, por la abrupta ineptitud de quienes han debido hacer valer los principios de autoridad y a cambio de ellos, transigieron con los delincuentes, no en aras de la paz, sino tras ostentosas nominaciones internacionales, verbigracia las abiertas ambiciones compartidas por Belisario Betancourt y Andrés Pastrana, ansiosos de ser nominados Premio Nobel de Paz.

     No se entiende si hay cinismo o desparpajo, cuando el comisionado de paz Camilo Gómez o el propio expresidente Pastrana, salen a la palestra pública a decir que durante su gobierno los diálogos con las Farc tuvieron norte y lo que es peor que las Fuerzas Militares fueron dirigidas de manera excelente. Pero las estadísticas no mienten y las ciencias sociales miden los juicios críticos a partir, de estructuras no de coyunturas.

     Los fracasos operacionales de Gutiérrez Cundinamarca, Dabeiba, Juradó, Murindó, Cerro Grande, Coreguaje, El Dorado Meta, Granada Antioquia, Cerro Tokio en el Valle del Cauca, así como los espectaculares secuestros de un avión y los habitantes de un lujoso edificio en Neiva y de 12 magistrados en Cali, sumados a las barbaridades cometidas por las Farc dentro y fuera de la zona de distensión, demuestran todo lo contrario, pues revisados los archivos, estos golpes adicionados a los secuestros del gobernador de Antioquia, el ex ministro de Defensa, el crecimiento desmesurado de las autodefensas y la primavera soterrada del narcotráfico demuestran todo lo contrario.

     lLo grave del asunto es que no hay juicios históricos, sino que todo se queda en palabrería y oportunismo politiquero. Entretanto las Farc desarrollan una sistemática estrategia integral, que avanza silenciosa, así haya triunfalismo y equívocos conceptos que la guerra se esta ganando, porque los guerrilleros no presentan combate frontal, sin tener en cuenta que la tesis leninista cataloga el tiempo como el mejor aliado, sin perder de vista el replanteamiento permanente. La Selva Roja     Sumido en la encrucijada de la reelección, el presidente Uribe ha mantenido altivo el principio de autoridad funcional, pero ha perdido la autoridad moral al ingresar en los enjambres de la politiquería tradicional con puestos y prebendas a sus copartidarios, situación que no es nada favorable ni para el ni mucho menos para Colombia, que luego de cuatro lustros de desorden, recuperó la credibilidad en la figura presidencial.

     El Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos que pretendía incrementar las ventas de las microempresas y estimular el empleo en Colombia, navega por aguas turbulentas debido al marcado interés de los negociadores norteamericanos de eliminar prebendas a la empresa Telecom, fortalecer los subsidios a los productos  agrícolas de Texas, New México, California, etc o manipular a su antojo la propiedad intelectual, las patentes y la transferencia de tecnología. Pero como el pez grande se come al chico, el horizonte inmediato indica que es muy poco o casi nada lo que los negociadores colombianos lograran en estos aspectos vitales en el comercio internacional moderno.

     Entretanto el Estatuto Antiterrorista sigue dando tumbos en las altas cortes, el narcotráfico continúa exportando miles de toneladas de coca, las guerrillas continúan fuertes en plena estrategia dilatoria, las Fuerzas Militares se desgastan pero sostienen la estabilidad democrática y la mentalidad ofensiva, el congreso esta cada vez mas inmerso en la reelección presidencial y los proyectos de ley conexos, como la absurda propuesta de gravar con el IVA nuevos artículos de la ya super-hostigada canasta familiar, el cuestionado exalcalde de Bogota Enrique Peñalosa inicia campaña política, el dividido partido conservador arde en intrigas internas, el eterno candidato presidencial Horacio Serpa vuelve a contraatacar, etc, etc, pero nadie se acuerda de Colombia como tal.

     Solamente y a pesar de los yerros que pueda cometer como ser humano, el presidente Álvaro Uribe arriba al inicio del tercer año de su mandato con alguna claridad de para donde puede ir Colombia de continuar el desmadre de acontecimientos, en un instante en que las caldeadas elecciones presidenciales en Estados Unidos afectan la continuidad de la lucha contra el triangulo fatal que articulan el narcotráfico, el tráfico de armas, y el terrorismo, con su conexo el lavado de dinero en paraísos fiscales.

     La crisis colombiana se deriva de la ausencia de propósitos u objetivos nacionales, complementada por el inexistente liderazgo político en los órdenes departamental y municipal. Pareciera una nación que sobrevive a si misma y a pesar de los dirigentes. En ese orden de ideas otean en el horizonte venidero, dos condiciones estructurales. Primero que durante los próximos dos años el presidente Uribe mantenga la línea ascendiente de los resultados positivos del plan de seguridad nacional y segundo que el nuevo mandatario, electo o reelecto, proyecte en el tiempo la estrategia de seguridad para mejorar la inversión, pero en ambos casos con un fuerte incremento del componente social.

De lo contrario, estaremos ad portas de iniciar nuevos experimentos pacifistas, retorno de la politiquería mas fuerte y remozada, aumento de la corrupción, fuga de cerebros y capitales, posicionamiento de la criminalidad promovida por el narcotráfico y retorno al debilitamiento de la imagen o de la figura presidencial. Pero somos los colombianos quienes tenemos la sartén por el mango en las próximas elecciones. 

     El elemento moral es fundamental en esta decisión. No puede ser presidente quien haya sido cuestionado como alcalde de la principal ciudad, por la nunca aclarada pésima construcción del Transmilenio. Tampoco tendría autoridad moral para gobernar a Colombia, quien haya defendido a capa y espada al mas inepto de los presidentes colombianos durante toda la historia. Menos podría ser presidente de los colombianos, quine ocupando la cartera de Defensa, no tuvo ni el carácter ni el valor político de renunciar a su cargo, cuando escapó Pablo Escobar de la asqueante forma sui géneris de purgar condena. El país no puede olvidar tan fácil, así se diga de manera persistente que los colombianos sufrimos de amnesia.

     Lo realmente importante es que los colombianos elijamos a quien tenga visión de conjunto, cualidades de líder, un programa concreto y no politiquero o etéreo. Lo demás es especulación. Ese es el turbio panorama político y social de Colombia a los dos años de gobierno Uribe, y ese a la vez es el reto que tiene el presidente para encauzar los destinos colombianos por el sendero del desarrollo, la paz y el progreso.

 

      Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

      Analista de asuntos estratégicos

     www.luisvillamarin.com

      Luis Alberto Villamarin PulidoEl coronel Luis Alberto Villamarín es analista de asuntos estratégicos especialista en temas de defensa nacional, contraterrorismo, geopolítica, estrategia e historia colombiana, en torno a los cuales ha publicado cerca de 30 libros y mil artículos que son referentes para elaboración de tesis y trabajos académicos en universidades de diversas partes del mundo para pregrados, postgrados y doctorados. Para leer los escritos del coronel Villamarín, haga click aquí.

 

 

 

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