Obstáculos de las relaciones civiles-militares en Colombia

Publicado: 2007-07-28   Clicks: 3020

 

Por escritor-estratega

Coronel Luis Alberto Villamarin Pulido

Publicado el 28 de Julio 2007 2:16 PM en el Diario El Tiempo de Bogotá Colombia

http://www.eltiempo.com/blogs/analisis_del_conflicto_colombiano/2007/07/obstaculos-de-las-relaciones-c.php

 

    

      Producida la independencia de la Nueva Granada, las rancias élites santafereñas y de las principales ciudades, formaron un círculo de identidad politiquera, predispuesto a minimizar y despotricar de los militares que les acababan de dar la independencia, en especial de los iletrados oficiales venezolanos que comandaban las tropas en los cuarteles.

       La absurda muerte del coronel Leonardo Infante urdida por Santander y sus copartidarios, dejó claro que a la recién creada república le esperaban muchos años de distanciamiento o prevenciones, máxime que se hizo evidente que los civiles encendían la hoguera de las pasiones banderizas en la guerra civil, y los militares eran los encargados de apagar los incendios de la barbarie, generada por ambiciosos e irresponsables dirigentes políticos.

       Apoyado por el clero el partido conservador se posicionó durante largos periodos en el manejo de los asuntos gubernamentales, actitud que produjo clara politización dentro de los ejércitos de turno, anómala situación que solo vino a corregirse, hasta cuando el presidente Rafael Reyes profesionalizó el Ejército y creó la Escuela Militar de Cadetes y la Escuela Superior de Guerra.

      No obstante la incidencia partidista pervivió unos años más, lo cual dio lugar a que por ejemplo se enviaran a Corea o a los Llanos Orientales a los oficiales de familia liberal para que combatieran contra los comunistas.

      Establecido el Frente Nacional, surgió un nuevo problema. El entonces Ministro de Guerra General Alberto Ruiz Novoa, orientó el esfuerzo de las tropas a ganar el apoyo y afecto de la población civil mediante amplios programas de acción cívico-militar, e inclusive planteó en pMientras que el Ejército colombiano goza de total aceptación, aprecio y respeto dentro de los estratos bajos de la sociedad, desde el nacimiento como república independiente, Colombia ha afrontado serios obstáculos y dificultades para lograr la armonía entre los mandos militares y las élites civiles, pues desde siempre, los dirigentes políticos, se han creído dueños del país y poseedores por herencia del control político-administrativo del Estado. El nefasto atentado ocurrido en septiembre de 1828 contra la vida del Libertador, perpetrado por sectarios fanatizados bajo la dirección del ególatra general Francisco de Paula Santander, es el mas claro ejemplo de esta realidad.úblico que para salir de la pobreza y el atraso que han sumido a Colombia en la violencia, era necesario cambiar las estructuras de poder en el país.

      Sus puntos de vista sumados a la orden que impartió para que los oficiales estudiaran carreras liberales afines al quehacer castrense, generaron profundas prevenciones entre la dividida cúpula militar y el presidente de la república, hasta conducir al forzoso retiro del servicio activo del general mas visionario que tuvo la institución durante el siglo XX.

       A partir de ese momento creció el virus de la prevención en torno a la acción cívico-militar y la posibilidad que los generales expresaran en público pensamientos claros acerca de la pobreza, las desigualdades sociales y  las condiciones objetivas explotadas por los comunistas como caldo de cultivo para reclutar guerrilleros. Por estos mismos motivos fueron destituidos de manera sucesiva los generales Pinzón Caicedo, Valencia Tovar, Landazábal Reyes y Bedoya Pizarro. En todos los casos, los desprestigiados mandatarios que tomaron la decisión, arguyeron la preeminencia del poder civil sobre las Fuerzas Militares.

      A partir del laxo gobierno de César Gaviria y con ocasión de la fuga del narcotraficante Pablo Escobar del hotel de cinco estrellas denominado cárcel de La Catedral, los presidentes de turno tomaron por costumbre retirar oficiales como si se tratara de despedir empleados mediocres de bajo nivel en una empresa.

      Y para mas colmos, los mismos generales se inventaron la figura del poder discrecional para retirar “elementos indeseables”, es decir terminaron de fortalecer las posibilidades para sacar del Ejército a cualquier oficial con visión futurista, sentido histórico y comprensión del problema mas allá del combate militar.

     El adagio popular “no hay cuña que apriete más que la del mismo palo” tomó forma en el gobierno de Álvaro Uribe, Vélez el mandatario mas apreciado por las Fuerzas Militares, pero en contraste, el que mas ha exigido de ellas y mas ha abusado de su condición de comandante supremo. Si durante los gobiernos anteriores los abruptos llamamientos a calificar servicios de altos oficiales, eran situaciones esporádicas, con Uribe se volvió una costumbre cotidiana, hasta el extremo, que no obstante  ha crecido entre los oficiales reina mas el temor por ser sacados del Ejército que el respeto institucional y personal que merece la figura del señor presidente.

       El panorama descrito deja al descubierto varios asuntos puntuales: Desde siempre la dirigencia política colombiana ha desconocido la institución militar, pues solo la ha visto como un mal necesario. Por su parte las Fuerzas Militares se han dedicado a combatir las guerrillas sin el debido  apoyo político ni las suficientes herramientas jurídicas, pero se olvidaron de proyectar la imagen y de dar a conocer ante el mundo entero la realidad del asimétrico conflicto que enfrentan. Por esa razón, pululan estrategas de escritorio que opinan y sientan cátedra en torno a un problema complejo que ni siquiera conocen.

      El distanciamiento maquinal de las élites civiles que ven al Ejército como un mal necesario, frente a los mandos militares que siempre han visto en todo político a un corrupto en potencia o en acto, ha impedido que se concrete una estrategia integral y que los gobiernos de turno diseñen unas líneas de acción que lleguen al corazón y la mente de la población civil, para entender que la agresión es contra Colombia y por ende actuar en consecuencia.

      Aquí surge un elemento curioso, a la única institución que los estratos bajos respetan y por la cual expresan total credibilidad es la militar, sin embargo y a pesar de poner los muertos, los heridos y la mayor parte de las víctimas de la violencia guerrillera, es de esta misma cantera que se nutren las filas de las Farc, el Eln, las Auc, los sicarios y los grupos delincuenciales.

       Por esa razón los estratos altos eluden el servicio militar, las Farc ganan adeptos dentro del campesinado, y, las Auc reclutan exguerrilleros, expolicias, exmilitares y delincuentes de todas las pelambres. Por esa misma razón la guerra interna se convirtió en un conflicto crónico, cíclico y reticente alrededor de un círculo vicioso alimentado por el narcotráfico.

 

Coronel Luis Alberto V illamarín Pulido

www.luisvillamarin.com

Analista de asuntos estratégicos

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