Por coronel Luis Alberto Villamarin Pulido
Escritor estratega
Publicado el 8 de Octubre 2007 7:21 PM en el Diario El Tiempo de Bogotá-Colombia
Sin duda que al escoger como mediadora a Piedad Córdoba y al aceptar su sugerencia de vincular al presidente venezolano en la intermediación para el acuerdo humanitario, el presidente Uribe jugó un audaz as estratégico, pues puso a una contradictora suya a demostrar resultados y a un aliado abierto de las Farc a conminarlas a liberar los secuestrados, ante la vista del mundo entero.
La noticia fue bien recibida por las familias de las víctimas y elogiada en los medios de comunicación. Pero del dicho al hecho, hay mucho trecho. Desde cuando se produjo el anuncio hasta la fecha, no se ha avanzado nada. Pasan los días, pero no se ve ningún resultado concreto por parte de los mediadores, ni tampoco se ven gestos de buena voluntad por parte de las Farc.
Una cernida del cedazo apunta a demostrar que las Farc y su aliado Hugo Chávez tomaron la generosa oferta dentro de los canales clásicos de la dialéctica marxista, según la cual la única verdad es la de los comunistas, y solo es útil ceder concesiones al enemigo de clase “donde salga ganando la revolución. Lo que no sea útil para ella, no es conveniente y punto”.
Las pantalleras sugerencias de Chávez demuestran su sesgo marcado a favor de las Farc. Primero, hizo la payasada de pedirle a Tirofijo que el enviara una señal, como si funcionarios suyos de alto nivel no mantuvieran contactos permanentes con las Farc y como si en los colegios y universidades venezolanas, no se estuviera enseñando que el terrorista colombiano, es un “héroe” equiparado a José Martí y Simón Bolívar, actividad para la que cuenta con el apoyo de la dictadura cubana y los miles de “médicos” voluntarios que están dedicados a construir las bases del socialismo en Venezuela, sobre la línea de la “educación política revolucionaria”.
Acto seguido, Chávez sugirió viajar a Colombia para reunirse con los terroristas en la selva. En vista de la negativa del gobierno colombiano, ayer sugirió que le envíen a Tirofijo en un avión. Aquí solo caben tres posibilidades: 1. Que Chávez es iluso y obra de buena fe. 2. Que está siendo engañado por las Farc 3. Que está de acuerdo con la guerrilla para presionar el despeje de dos departamentos y planea a corto plazo que las Farc se fortalezcan para la guerra contra Colombia.
Como no existen argumentos sólidos para probar alguna de las dos primeras posibilidades, es indudable que la situación particular del acuerdo humanitario con la mediación de Chávez, se convirtió en un “papayazo” para ir construyendo la legitimación de los terroristas, pues las ofertas de Chávez de visitar a los terroristas en Colombia o de que el gobierno colombiano se los envíe en avión, son trampas calculadas para ver si el presidente Uribe “muerde el anzuelo” y le da la luz a la salida al túnel que necesitan las Farc para que un gobierno las reconozca en pos del estatus de beligerancia, con la circunstancia agravante que liderados por Chávez, los “bocones mandatarios” de Cuba, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, podrían optar por la misma línea.
Pero al mismo tiempo, una vez mas, es evidente que la diplomacia colombiana, dada a dormir el sueño de los justos sobre las mieles de la burocracia, ha sido inferior al reto. No se evidencia que nuestros cónsules y embajadores, difundan ante el mundo entero la realidad. Pareciera que a ninguno de ellos les importara la suerte del país que les está costeando los gastos de sostenimiento en el exterior, para que paradójicamente nos representen ante la comunidad internacional.
Entretanto los diplomáticos de los países enunciados facilitan todos los espacios y herramientas posibles, para difundir a los cuatro vientos “las bondades” de la revolución chavista, en un episodio previsible, del cual puede salir “mal librado” el gobierno colombiano, pues en caso de empantanarse la concreción del acuerdo (como parece ser el curso de acción mas probable), tanto Piedad Córdoba como los “chavistas” van a decir que no fue posible el acuerdo dada la reticencia del presidente Uribe.
He ahí la diferencia entre mediación humanitaria y “papayazo” político.
Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Analista de asuntos estratégicos