Por coronel Luis Alberto Villamarin Pulido
Escritor estratega
Publicado el 17 de Octubre 2007 11:01 PM en el Diario El Tiempo de Bogotá-Colombia
Es indudable que el anciano terrorista ejerce una fuerza magnética importante dentro de la “guerrillerada” como el mismo la denomina. Su idea de hacer de cada combatiente un cuadro político-militar con capacidad de multiplicar el reclutamiento y cualificación de nuevos terroristas, le ha multiplicado la admiración enriquecida por fantasiosas narraciones, según las cuales Tirofijo huyó de un cerco en Marquetalia, murió, resucitó y hasta se convirtió en árbol de café o plátano.
Por naturaleza y condición atávica el campesino colombiano es fácil presa de los mitos y las leyendas exageradas, además de estar convencido desde niño, que como decía el Indio Rómulo “los gobiernos solo sirven para joder a la gente pobre”. En este entorno, es fácil que la figura legendaria de un guerrillero astuto, a veces sobredimensionado, pero siempre perseguido por sus “ideas” sin importar los crímenes que cargue a cuestas, es un referente para muchos ilusos que ingresan a las guerrillas engatusados por la dialéctica comunista.
Auto-didacta, con habilidades histriónicas y mucha malicia indígena, Tirofijo construyó su imagen de rebelde armado desde la década de los cincuenta, víctima de la común orfandad que causaron los “pájaros” conservadores que pretendían desaparecer del planeta a los “collarejos” liberales. Sobreviviente a varias guerras incluidas las del narcotráfico, la imagen de Tirofijo al interior de las Farc, creció como una bola de nieve.
Igual que Pablo Escobar, cabecilla de una horda de sicarios y terroristas, Tirofijo acumula un extraordinario y maquiavélico pragmatismo para hacer valer sus puntos de vista y líneas de conducción organizacional. Despiadado para asesinar a quien no esté de acuerdo con sus ideas, o sea sindicado de traicionar a la revolución, Tirofijo estructuró la cultura de la muerte sustentada en le terrorismo interno dentro de los campamentos de las Farc.
Su poder dictatorial para enmascarar un tremendo complejo de inferioridad frente a los citadinos, y, su mano de hierro disfrazada como en todos los sistemas comunistas con la existencia de un comité central y un secretariado, lo posicionaron como el líder mítico, irremplazable y el modelo a seguir por toda la “guerrillerada”, porque las evidencias les indican que comenzó desde abajo, combatió y sobrevivió a todas las persecuciones.
El argumento de las gallinas y los marranos que le robaron en Marquetalia, es la pueril triquiñuela con la que el Partido Comunista oculta su maridaje con las Farc, y la estulta disculpa con que Tirofijo justifica el reguero de cadáveres, que por orden directa o indirecta reflejan el dantesco drama de la violencia colombiana.
Lo cierto de todo esto, es que todos los cabecillas de cuadrilla de las Farc quieren ser como el. Por eso lo siguen a ojo cerrado y lo imitan en todo lo que sea necesario para conservar el perfil campesino y “proletario” de las Farc.
Por esta misma razón no hay escrúpulos para detonar un cilindro-bomba en la iglesia de Bojayá, arrasar a Granada en Antioquia, explotar carros-bomba, utilizar trampas mortales como animales-bomba, bicicletas-bomba, etc; o envenenar un acueducto, o untar con estiércol humano la metralla de los explosivos para causar gangrena a las víctimas; o asesinar campesinos tildados de “sapos”. Todos estos actos son la multiplicación de la personalidad individual de Tirofijo, convertida en acción violenta y depredadora, contra la “burguesía citadina” que hace muchos años encendió la hoguera de las pasiones banderizas, producto de la cual uno de los muertos fue el papá de Tirofijo.
Con base en este odio insepulto, el cual fue bien alimentado por Jacobo Arenas miembro del secretariado general del partido comunista colombiano enviado al grupo armado, las Farc han cultivado terroristas con el mismo perfil psicológico y la misma morbosidad criminal. El mono Jojoy es el más inminente y el mas cercano sucesor de Tirofijo. Es su “hijo” predilecto, pues es alguien a quien “enguerrilló” desde niño. Dentro de ese mismo perfil están Romaña, Oscar Montero, Tomas Lince, Karina, Fabian Ramirez, etc.
En ese orden de ideas hay un error craso, al creer que Alfonso Cano, Raúl Reyes y Pablo Catatumbo, encarnan una línea mas moderada, menos guerrerista y de posible solución al conflicto armado. Por el contrario estos tres terroristas y otros como Carlos Antonio Lozada, Marcos Calarcá, los hijos de Jacobo Arenas, Andrés París, etc, son el reflejo del maquiavelismo que encarnaba Jacobo Arenas. En términos sencillos, son tan o mas criminales que Tirofijo, pues mientras este actúa por veneno en la sangre contra los “ricos” y tiene un problema sicológico de venganza insaciada, los terroristas enunciados con conocimientos profundos del marxismo-leninismo, son los encargados de manipular la línea ideológica y de multiplicar el odio del campesinado contra todo lo que sea citadino y signifique “enemigo de clase” contra la guerrilla comunista.
Todo lo anterior explica la actitud de las Farc de negociar bajo coacción armada, de aterrorizar la población civil, de sembrar células dentro de las comunidades para espiar y asesinar a los contradictores y desde luego para justificar la guerra, en el robo de unos semovientes contra unos campesinos “pobres e inermes”…
Pero hay algo mas grave que todo esto. Gracias a la corruptela y la indiferencia de los politiqueros que han saqueado a dos manos el erario público, dejado atrás la educación y olvidado el campo, los terroristas con fusil o sin el, y los comisarios políticos de las Farc, han encontrado terreno llano, para sembrar la simiente del odio y prolongar la guerra personal de Tirofijo contra la sociedad colombiana, que en esencia es la misma de las Farc contra Colombia.
Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Analista de asuntos estratégicos