¿Dónde están los exministros de defensa civiles?

Publicado: 2007-11-13   Clicks: 2374

Por coronel Luis Alberto Villamarin Pulido

Escritor estratega

Publicado  el 12 de Noviembre 2007 10:34 PM en el Diario El Tiempo de Bogotá Colombia

http://www.eltiempo.com/blogs/analisis_del_conflicto_colombiano/2007/11/Dnde-estn-los-exministros-de-d.php

       Se supone que los civiles que han ocupado la cartera de defensa durante los últimos 17 años, son expertos en seguridad nacional, alta estrategia, manejo de crisis, dirección estratégica de Fuerzas Militares en conflictos regulares o irregulares, guerra sicológica a nivel estratégico, manejo al dedillo de las hipótesis de guerra, conocimiento del pensamiento estratégico del adversario y sus aliados, etc.

Por lo menos eso es lo que un mortal común y corriente, imagina que deben saber y dominar quienes ocupan el Ministerio de Defensa, en una situación tan compleja como la colombiana, en la cual se necesita articular todos los componentes del poder nacional para ganar la guerra y conquistar la paz, con obvia mejoría del nivel de vida para los gobernados, pues como dijera el general Mc Arthur, la victoria no tiene sustituto.

            Sin embargo, llama la atención el hecho que además de la evidente descomposición e incremento del conflicto durante la permanencia de los ministros civiles de Defensa, ninguno de ellos se manifiesta al respecto de lo que dejó de hacer para ganar la guerra al terrorismo. Con excepción de la eventual demagogia politiquera de Rafael Pardo Rueda para buscar réditos personales y de los fallecidos Rodrigo Lloreda y Gilberto Echeverri que desde luego ya no pueden opinar, los demás exministros de esta cartera brillan por su ausencia en los momentos trascendentales del conflicto colombiano.

            Ni rajan, ni prestan el hacha.  Ni aprueban, ni desaprueban. Ni aportan, ni reclaman. Pasan desapercibidos, a pesar de que se debiera esperar de ellos, consejo sabio basado en el supuesto conocimiento del conflicto interno y presumibles ejecutorias desarrolladas bajo sus mandatos.

            Dicho silencio podría tener una de tres justificaciones. O son demasiado prudentes y muy respetuosos de la labor de su actual sucesor, o no tienen la capacidad para coadyuvar a solucionar lo que no fueron capaces de iniciar a resolver, o simple y llanamente, no les importa ni la suerte del país ni la de las Fuerzas Militares, que en nombre de la democracia, los llenaron de honores inmerecidos y de escoltas con un enorme boato de vehículos blindados y excesiva seguridad para ellos y sus familias.

            Lo cierto, es que ninguno de los impreparados e ineficientes exministros de defensa civiles, ha aportado algo de valor para ganar la guerra al terrorismo en todos los campos del poder. No se sabe si todavía funciona el Consejo Superior para la Defensa Nacional.  No es claro cual es el papel que cumplen para una eventual movilización de reservistas y recursos dado el inminente crecimiento de los niveles del conflicto interno a mediano plazo.

            La explicación es muy sencilla: Desde Rafael Pardo Rueda hasta el actual ministro de Defensa, todos han rotado por el cargo, sin conocer que es y cómo se pone en ejecución un plan de movilización para la Defensa Nacional, pues ni siquiera conocen la estrategia del enemigo, al que tampoco han sido precisos para definir. Han utilizado el cargo en procura de trampolines politiqueros personales.

            Uno como mandadero de Cesar Gaviria. Otro como representante del cartel de Cali. Otro en calidad de vicepresidente sin funciones específicas ni idoneidad para ninguno de los dos cargos durante la tormentosa debilidad de carácter pastranista. Otra para desarrollar su egolatría al extremo de auto-creerse la inmediata sucesora del presidente Uribe Vélez. Otro que era feliz disfrazado de soldado. Y otro, un abogado de bajo perfil que no podía con su arrogancia. Total: Egolatría cinco. Estrategia cero.

            La falta de claridad tanto de los funcionarios de alto nivel, como de los colombianos en general en torno al desangrante conflicto, solo ha favorecido a las Farc. Pareciera que la internacionalización del conflicto y el riesgo de que un gobernante pintoresco como Hugo Chávez pueda cometer el absurdo de darles estatus de beligerancia, no fuera trascendental para el futuro de la guerra y la paz.

Si estos exfuncionarios, tuvieran un asomo de patriotismo y de responsabilidad con los contribuyentes que pagaron con los impuestos su permanencia en los cargos, pensarían y actuarían a favor de Colombia. Escribirían artículos, estarían presentes en los medios de comunicación, estarían al lado de las Fuerzas Militares, generarían movimientos de opinión, ilustrarían con ideas al Consejo Superior de la Defensa Nacional, asesorarían al actual ministro para que baje la arrogancia y aumente la efectividad, etc, etc…

            Pero nada que se parezca a eso. Viven y actúan como agentes ajenos al conflicto, en el mismo, que la historia les dio la oportunidad de hacer algo positivo y no fueron capaces. Claro que si se les pregunta que hicieron para diseñar una estrategia prolongada y sólida, se pegan de los informes o memorias anuales del ministro de Defensa y de los resultados operacionales, que son producto de la abnegación de las tropas y no de la dirección del Ministerio de Defensa, pues esta dirección no existe desde 1991. Prueba de ello es la descomposición causada al interior de la Fuerza Pública por elementos mal incorporados, la progresiva desaparición del fuero militar y de la justicia penal militar, y en particular, la ausencia de líneas estratégicas de conducta para orientar el rumbo de la guerra en los ámbitos político, militar, económico, y psicológico.

            Otros que brillan por su ausencia, son los exalumnos de los cursos de información de defensa nacional y los oficiales de reserva que con contadas excepciones solo sirven para disfrazarse de militares. Pareciera que estos cursos se hubieran convertido en un lujoso aditamento mas en la hoja de vida de los beneficiados (incluida una terrorista de las Farc vergonzosamente infiltrada).

            Uno o tal vez dos estrategas de escritorio, alumnos de esos cursos, que a duras penas diferencian entre un cabo y un general, pero que han leído algunos escritos acerca de la guerra revolucionaria, pontifican por los medios de comunicación acerca de la guerra, pero no aportan soluciones, ni tocan el asunto medular. Hasta dirigen fundaciones que se convirtieron en la verdad revelada del conflicto. Toda esa pobreza estructural y analítica de lo que es la Defensa Nacional, tiene que redundar en los altibajos característicos de la dirección de la guerra en Colombia y la consecuente carencia de soluciones definitivas a la prolongada guerra del terrorismo comunista contra la nación.

            Faltan análisis y previsión, algo que si tienen las Farc, porque trabajan sobre el eje de un plan estratégico. Por estas razones, se criticó a Andrés Pastrana, pues llegó a la primera cita con Tirofijo sin plan de paz y luego rompió los diálogos sin plan de guerra. Hoy la situación no difiere mucho.

 Es inconcebible que no se haga un juego de guerra o simulacro permanente a nivel ministerial, que se siga dejando sin tomar en serio la agresión comunista, que los colombianos sigan comiéndose el cuento que el ministro de defensa civil representa a nivel político a las Fuerzas Militares y de policía; que no existan cursos de acción previos al juego de las cartas en el escenario político nacional o internacional; que las decisiones trascendentales dependan del estado emocional del presidente Uribe o de las peticiones absurdas e ilógicas como la de Sarkosky para liberar al terrorista Rodrigo Granda o la calculada baza de Chávez para  pedir la reunión con Tirofijo en El Yarí.

Aunque injustificable, es comprensible que los exministros y el actual jefe de la cartera de Defensa desconozcan que las decisiones bélicas obedecen a un procedimiento científico de comando, pero lo que no es aceptable, es que las guerrillas sigan apoderadas la iniciativa estratégica, aunque pierdan batallas en el campo militar.

 Quizás, todo esto suceda, porque todavía hay ilusos que no creen que las Farc están en guerra contra Colombia, cuyos integrantes están convencidos que la única paz valedera, es cuando ellos estén en el poder e implanten una dictadura comunista. Por ende, toda acción política o armada, es parte de la guerra revolucionaria y requiere respuestas estratégicas planeadas no solo  acciones intuitivas.

Mientras tanto, es claro que en una crisis como la actual, brillan por su ausencia los exministros que han usufructuado las mieles del poder y recibido inmerecidos honores, sumados a las muertes en combate de cientos de soldados y guerrilleros todos colombianos potencialmente productivos, quienes ofrendaron sus vidas para que los ministros ostentaran esos cargos con altos salarios y muy pocas ejecutorias claras proyectadas en el tiempo para anticiparse a las intenciones de los terroristas. Hasta la fecha casi todas las respuestas del Estado han sido reactivas. Muy pocas han sido proactivas.

 

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

www.luisvillamarin.com

Analista de asuntos estratégicos

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