Dos años después de la muerte de Jojoy las Farc continúan la misma estratagema de paz

Publicado: 2012-10-02   Clicks: 2981

    Análisis del conflicto colombiano

     Pocos días antes del bombardeo en el que murió el Mono Jojoy, por enésima coincidencia,  el sesgado periodista Jorge Enrique Botero, que siempre aparece en el escenario cuando las Farc necesitan alguna publicidad, visitó los campamentos del entonces narcoterrorista mas buscado de Colombia, para hacerle una entrevista en la que quien lo creyera, el criminal mas despiadado de las Farc ofrecería toda su vocación de paz.

     La sorpresiva incursión aerotáctica militar contra la guarida de Jojoy se produjo en el mismo momento, en que Botero editaba y preparaba el material propagandístico de las Farc, en el cual además pretendía demostrar que la terrorista holandesa Tanja es una especie de Robin Hood y una luchadora internacional.

     En la vereda La Escalera de La Macarena-Meta, las tropas hallaron mas de 20 computadores personales pertenecientes al Mono Jojoy, a Tirofijo y a los cabecillas del Bloque Oriental de las Farc. De manera curiosa y poco clara, el presidente Santos muy dado a darse publicidad y autoatribuirse la idea y la conducción estratégica de las exitosas operaciones Jaque y Fénix, decidió ocultar a la prensa y a los colombianos en general, los reveladores contenidos de estos archivos electrónicos.

     Por el contrario después de la baja de Jojoy, se incrementaron los acercamientos subrepticios de Enriquito Santos con los camaradas de las Farc en la Habana, los viajes furtivos de un ministro del despacho al exterior, y las rees tácitamente autorizadas por el presidente Santos, entre los cabecillas de las Farc y el nuevo mejor amigo de Juanma en Caracas.

     Paralelo a esto, algunos sectores de la iglesia católica, y una serie de grupúsculos políticos y sociales manipulados por el Movimiento Bolivariano de las Farc, arreciaron la catarata de ofrecimientos reiterativos de buscar la paz, pero no aquella que implique la rendición de los terroristas y su sometimiento a la justicia, sino aquella que los legitime dentro y fuera de Colombia, para que continúen su insaciable apetito de implantar en Colombia una dictadura comunista.

     Hasta el extremo que un curita despistado en Cali, se atrevió a decir que cuando Cano cayó en combate era un pobre viejecito, diríamos nosotros digno de la fábula de Pombo, sin nadita que comer.

      No obstante la baja del filósofo del narcoterrorismo comunista contra Colombia, por partida doble las Farc y el gobierno Santos continuaron la construcción del carnaval de mentiras y engaños que se avecinan, derivados de la obcecación de las Farc de actuar acorde con su plan estratégico de tramas y farsas, así como de la ilusa idea de Santos, que cree que tiene a las Farc derrotadas y que su hermano Enriquito por haber sido “mamerto ricachón” del exclusivo sector de El Chicó, logró convencer a los bandidos de la desmovilización.

     Este nuevo intento de conversaciones con las Farc nació expósito y sin norte. Los terroristas siguen apegados a sus inamovibles al autodenominarse representantes de las clases menos favorecidas, pese a que duras penas representan a los carteles del narcotráfico y a los dinosaurios del Partido Comunista, aquellos retrógrados, que todavía creen que Cuba y Corea del Norte no son vergonzosos estados parias, sino maravillas de la política.

     Los negociadores del gobierno, nombrados a dedo y a última hora, no obedecen a una escogencia popular ni a sus calidades como tales. Obviamente van para seguir presentes en los medios que los tenían olvidados, con el único encargo de tratar de posicionar una imagen positiva de Santos en aras de la reelección, o en su defecto el premio Nobel de la Paz, o la Secretaria de Onu,  o por lo menos dos de las tres posibilidades.

      Todo está montado para que sea un fiasco, del cual unos y otros pretenden sacar ventajas político-estratégicas, pues tanto Santos como las Farc, saben que eso no va a funcionar. Ambos actúan con cinismo. No importa el precio que pague Colombia, que paguen las víctimas de las Farc y en especial las abnegadas Fuerzas Militares que serán las receptoras de los efectos negativos de la sinuosidad, falta de carácter y falta de claridad del presidente Santos.

      Los militares ya conocen la deslealtad permanente de Santos. Dueño absoluto de los éxitos de las tropas, las llena de elogios en los discursos polititiqueros después de exitosos golpes militares contra el narcoterrorismo, pero las traiciona cuando se trata de defender el fuero militar, solucionar el prolongado problema del pago legítimo de los salarios establecidos desde 1992, o resolver el problema del vergonzoso sistema de salud que en la actualidad tienen activos y retirados. Si esos son los amigos de las tropas como serán los enemigos diría cualquier lego en el asunto.

      Aterra el facilismo de la prensa, la indiferencia de la academia y el oportunismo politiquero de los congresistas que para tapar la baladronada de la vergonzosa reforma a la justicia, dieron un cambio de tercio fantasmal para abrazar el proyecto de paz del gobierno Santos.

      La paz es un derecho inalienable que se debe defender a toda costa, pero con dignidad y acorde con las leyes, las buenas costumbres, los intereses nacionales y el beneficio común, es decir del pueblo colombiano martirizado por el narcoterrorismo comunista y por la corrupción e ineficiencia de los politiqueros de siempre.

     Colombia no necesita la paz propuesta por las Farc, pues esa solo apunta a prolongar la guerra de los comunistas contra el país, buscar embajadas en Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Cuba, Brasil, Argentina, Uruguay, y Noruega. Tampoco necesita movimientos políticos de izquierda proterrorista bautizados con nombres rimbombantes, urdidos para buscar la legitimación total de las Farc.

      Por ende dos años después de la muerte de Jojoy la estratagema de paz de las Farc  sigue igual. Telesur dirigida por el periodista Botero fue la encargada de publicar la chiva de los diálogos, las posiciones de los negociadores son las mismas de Caracas y Tlaxcala hace 20 años, o de Uribe Meta hace 30. Todo igual.

       Inclusive hay muchas semejanzas entre Pastrana y Santos. Ambos provienen de la crema y nata de los niños bien, que pataletean por el juguetico llamado Casa de Nariño. La diferencia es que el primero  entregó el país a las Farc desde antes de posesionarse, en cambio en su afán reelectorero Santos cree que ya tiene el toro por los cachos y que las Fuerzas Militares, una vez mas salvarán a Colombia de a tragedia en la que siempre la han metido los ineptos dirigentes políticos.

     Ya veremos lo que viene de este nuevo sainete, echado a rodar para satisfacer el ego y la vanidad de una de las familias que se creen dueñas de Colombia…

 

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

Analista de asuntos estratégicos

www.luisvillamarin.com

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