A la reacción conjunta de los bandidos de las Farc en La Habana con el conciliábulo delictivo del Palacio de Miraflores en Caracas por la visita de Capriles a Colombia, se sumaron las frases consecutivas y críticas de Santos a las Farc por la andanada de propuestas (que no son nuevas) políticas planteadas por el grupo narcoterrorista, al inicio del nuevo acto teatral del costoso y desgastador sainete en Cuba, que ya completa siete estériles meses.
Con estilo de tahúr Santos quiere cañar con barajas de cinco ases, propaganda publicitaria a su favor por parte de cónsules y embajadores, fotos en calzoncillos en barrios humildes, payasadas con cadetes de la Escuela Militar el 9 de abril en Bogotá, disfraz a su hijo de soldado y fuera de eso dizque lancero, ridiculeces en el Medio Oriente ofreciendo la paz a palestinos e israelíes, etc, etc…
Sin embargo la realidad es otra. La payasada de La Habana es cada vez más resbalosa entre sus manos. Los capos del cartel de las Farc, saben de antemano que ellos no pueden salirse del plan estratégico ni de los dictados políticos del Partido Comunista, su órgano superior.
También saben y eso lo han corroborado en la mesa de La Habana, que el equipo negociador de Santos es muy livianito, que desconoce el Plan Estratégico del grupo terrorista, que actúan sin iniciativa y que responden como corderos a la manipulación dialéctica y calculada de las Farc a la agenda, etérea y sin claridad.
Así lo corrobora el largo y sin concreción acuerdo parcial del primer punto de la agenda. Se necesitaron siete meses de protagonismo de Santos, esterilidad negociadora de De La Calle y sus mudos asesores, y reiteración de argucias farianas, para resumir en siete páginas, una serie de juicios de valor, sin acuerdos precisos puntuales, acerca de cómo renovar y hacer mejor la producción agrícola.
Por el contrario, ese texto parece la copia de uno de los tantos discursos politiqueros insertos en planes de gobierno nacional y departamental desde hace varios años. Nada nuevo bajo el sol.
Ahora los bandidos de las Farc, en coincidencia con sus cómplices desarmados y quien lo creyera , con demagogos ubicados en orillas opuestas, proponen hacer una nueva constitución nacional, para descubrir que el agua moja, el fuego quema y el hielo polar congela.
El embeleco de hacer nuevas constituciones es tan antiguo en Colombia, como el vicio crónico de enfrentar a lo mejor de la juventud en guerras personales de gamonales y aristócratas, contra “revolucionarios” con argucias de bandidos.
Y esas constituciones no han funcionado, porque nunca se cumple lo escrito, sino que leguleyos de oficio, politiqueros baratos y bandidos de cuello blanco, han encontrado en cada constitución nacional un filón para ensanchar la reformitis y sacar ventajas personales o grupales para su caterva.
Embelesado como en el cuento de hadas”Espejito, espejito dime ¿quién es el mas lindo?, Santos levita en su ego y navega en la politiquería, mientras la delincuencia campea en las ciudades de un país que según los propagandistas de una institución armada, ha tenido a dos mejores policías del mundo, al tiempo que desde la comodidad del ron habanero, las jineteras cubanas y la cenozoica visión política de Fidel Castro y su taifa, los capos del cartel de las Farc , hacen lo que les place en torno al sainete de las conversaciones.
Pero, también es obvio que los “sesudos”escuderos-asesores de Santos, saben que toda payasada tiene un final, y que depende de la habilidad histriónica del payaso, el público aplaude o rechifla, al circo, su director, sus domadores, sus trapecistas y sus comodines.
Por esa razón, Santos que creía tener engatusado a todo el mundo, incluidas las Farc, intenta reaccionar con críticas baratas, a las posiciones políticas de las Farc y los comunistas en torno a la orientación de las conversaciones, que no son nuevas, que ya las habían planteado los terroristas en Oslo y La Habana, y que en cualquier momento lo obligarán a suspenderlas, con la circunstancia agravante que las Farc tendrán un argumento más para decir que quieren la paz, pero que el gobierno Santos no quiso, entonces hay que seguir la guerra. Lo mismo que decían desde hace 50 años Tirofijo, Jacobo Arenas, Gilberto Vieira y los demás dinosaurios comunistas.
La pregunta obvia: ¿Por qué ocurre eso?
La respuesta obvia: Porque ni Santos, ni los mudos del equipo negociador conocen el Plan Estratégico de las Farc. Es más, a juzgar por sus actuaciones, ni siquiera saben o creen que existe. Y de repaso, llegaron a la mesa nombrados a dedo, sin haber preparado una estrategia de Estado para contrarrestar una estrategia revolucionaria comunista decantada en varios procesos nacionales e internacionales.
Convidados de piedra, sin norte, sin análisis previo de obvios y posibles escenarios, y por ende sin iniciativa. Repetimos, prueba de ello es que las Farc imponen los ritmos, la temática, la redacción de los comunicados y la estrategia.
Y a pesar de semejante oso, Santos quiere reelección, fanfarronada con bendición papal para su premio Nóbel de Paz, y, la fila de lagartos e ineptos que lo secundan tienen el apetito ávido en torno a la continuidad del desgobierno santista, para seguir con el diente hincado en el presupuesto nacional y la burocracia.
Es lo que da la tierra y no hay abono para mejorar la cosecha.
Coronel Luis Alberto VillamarínPulido
Analista de asuntos estratégicos
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