Partido comunista clandestino de las Farc

Publicado: 2007-06-25   Clicks: 3051

 

 

Por Coronel Luis Alberto Villamarin Pulido

Publicado el 25 de Junio 2007 10:11 PM en el Diario El Tiempo de Bogotá-Colombia

http://www.eltiempo.com/blogs/analisis_del_conflicto_colombiano/2007/06/partido-comunista-clandestino-.php

       Al cabo de una reunión de cabecillas de las Farc presidida por Jacobo Arenas en 1979, se decidió que el Partido Comunista Colombiano debería trabajar en dos proyectos concretos. Uno amplio o abierto realizado por los “camaradas” de Bogotá y las demás ciudades, incrustados en la burocracia tradicional, encasillados en negar y sostener que nunca han tenido nexos con las Farc, y otro, clandestino incrustado dentro de los partidos tradicionales, las juntas de acción comunal, los sindicatos, el magisterio, etc.

      En apariencia los comunistas clandestinos son personas ajenas al grupo armado, pues coexisten dentro de la comunidad, pero todas sus actividades subversivas están orientadas hacia el reclutamiento de guerrilleros, la construcción de mas células de partido, inteligencia de combate, logística y propaganda, desarrolladas de manera discreta.

     El asentamiento de la novena cuadrilla de las Farc en el suroriente de Antioquia, fue un proceso largo de trabajo del partido comunista clandestino, iniciado en Cali y Medellín. Los “vallunos” como fueron denominados por los campesinos antioqueños, llegaron al área rural de San Rafael, San Roque, Puerto Nare, San Luis y San Carlos, después que algunos “catequistas revolucionarios” hicieran un trabajo de masas, dirigido por un sindicalista oriundo del Chocó que se identificó con el alias de Filomeno. Este hombre organizó cooperativas campesinas, un sindicato de mineros, una flota de transporte intermunicipal y reclutó cientos de adeptos para la Unión Patriótica.

     Cuando ya el terreno estuvo preparado, aparecieron en el sector los “vallunos” al mando de Caicedo y Camilo, e iniciaron el reclutamiento y entrenamiento de nuevos guerrilleros, apoyados por el médico José Sarmiento, quien acababa de regresar de Nicaragua como miembro de una “brigada de voluntarios” para recolectar café en ese país, donde en realidad estuvo recibiendo del gobierno sandinista entrenamiento militar en técnicas y tácticas de guerra de guerrillas.

     Con la aparición de las Farc en la región enunciada se incrementaron la comisión de delitos y la tasa de homicidios. Algunos dirigentes conservadores terminaron convertidos en miembros de la Unión Patriótica y se desató un ambiente de proclividad al apoyo de las actividades clandestinas de las Farc, en la zona donde precisamente acababan de ser construidas las principales hidroeléctricas generadoras de la mayor parte de la electricidad en Colombia, lo cual indica la intención estratégica del asentamiento de la novena cuadrilla en esa región.

       En retaliación, grupos de justicia privada financiados por el Cartel de Medellín desataron una tenebrosa oleada de “limpieza” en el Suroriente antioqueño, zona en la cual se estaba asentando el frente Carlos Alirio Buitrago del Eln,  creado por el sacerdote católico Bernardo López Arroyave. Producto de esa oleada de terror ocurrieron varias masacres, pero a la vez, quedó al descubierto parte de la estrategia del partido comunista clandestino adherido a la Unión Patriótica.

      La persecución contra la Unión Patriótica por parte de los narcotraficantes se extendió a todo el país, debido entre otras cosas al robo de un dinero y un cargamento de coca lista para exportar, perpetrado en los Llanos Orientales por miembros del bloque oriental de las Farc en la Hacienda de los hermanos Plata, cercanos colaboradores de Gonzalo Rodríguez Gacha  alias “el mexicano”.

      Como consecuencia del literal exterminio al que fue sometido el brazo político de las Farc, Tirofijo y los demás cabecillas evaluaron la necesidad de reorientar la construcción del movimiento bolivariano, organización clandestina encargada de aglutinar las milicias bolivarianas de las Farc y de orientar las labores de conformación de células clandestinas de apoyo a las guerrillas con la doble misión de cooperarles en asuntos de inteligencia y logística, y a la vez, preparar a largo plazo las condiciones para la insurrección generalizada.

       Dirigido por Alfonso Cano, el movimiento bolivariano clandestino que cuenta con el apoyo sentimental y logístico del locuaz presidente venezolano Hugo Chávez, constituye una fuerza subversiva en proceso de crecimiento cualificado y cuantificado de las estructuras urbanas de las Farc y de las redes de milicianos instaladas a lo largo de los corredores de movilidad que conducen hacia Bogotá y otras treinta ciudades de importancia prioritaria en la órbita geopolítica nacional.

       Las sucesivas capturas de un terrorista de las Farc infiltrado entre los directivos de las Empresas Públicas de Medellín y de un intelectual en Armenia, pusieron al descubierto nuevos perfiles del partido comunista clandestino, en cuyas filas han militado alcaldes electos, funcionarios municipales y regionales, facilitadores de paz, etc.Es un fenómeno similar al de la parapolítica de las Auc, que aún está pendiente por desenmascarar.

Reconocer la existencia subversiva y corrosiva del movimiento bolivariano clandestino es fundamental para entender los alcances de la guerra en Colombia y desde luego para negociar un eventual acuerdo de paz. Este es un movimiento subrepticio que cuenta con mas de 10.000 personas, algunas de ellas conocidas a nivel nacional, que gracias a la conspiratividad, la clandestinidad y la verborrea comunista, se sostienen en el ámbito de la opinión pública y los medios de comunicación.

       No llamar las cosas por su propio nombre y dejarse enredar en medio de los artificiosos entuertos de la propaganda subversiva izquierdista multiplicada por los difusores de oficio, solo conduce a prolongar el desangre en Colombia, acrecentar la desinformación y evitar que se pongan los puntos sobre las íes.

      Si se quieren desarticular las estructuras armadas de las Farc, es necesario neutralizar las células del partido comunista clandestino, desbaratar las redes de milicianos, cortar el flujo de dinero proveniente del narcotráfico o el secuestro, y comprometer a los países afectados por la internacionalización del conflicto colombiano, en la acción policiva y militar contra el Frente Internacional de las Farc y las cuadrillas que a diario cruzan las fronteras para incursionar a territorios vecinos, con el fin de eludir la acción de las autoridades colombianas. De esa forma el estado colombiano logra el monopolio de la fuerza y evita la nefasta aparición de los grupos de justicia privada.

      Por lo tanto, en caso de una eventual negociación de paz, es imperativo que las estructuras clandestinas de las Farc sean desarticuladas, e identificados plenamente sus miembros, para que no hayan gatos por liebres.

     En ese orden de ideas, los miembros del partido comunista clandestino y de las milicias bolivarianas, deben asumir las responsabilidades penales y políticas que sean del caso, para que no se repita el vergonzoso episodio del Palacio de Justicia, en el que se juzga, rejuzga e incrimina al Estado por haber salvado la república, mientras que curiosamente los terroristas que ocasionaron el holocausto se convirtieron en denunciantes y férreos moralistas. Son experiencias que no se pueden repetir con el partido comunista clandestino de las Farc.

 

Escritor-estratega

www.luisvillamarin.com

 

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