Por coronel Luis Alberto Villamarin Pulido
Publicado el 9 de Agosto 2007 10:12 PM en el Diario El Tiempo de Bogotá Colombia
Está científicamente demostrado que una mentira repetida se vuelve verdad y con el paso del tiempo, el efecto del rumor la puede acrecentar. Tal es el caso de la desmedida desinformación alrededor de la Operación Marquetalia desarrollada por el Ejército colombiano contra las Farc en 1964.
Con calculada argucia los propagandistas de las Farc y el Partido Comunista han sostenido que 16.000 soldados del Ejército Nacional fueron incapaces de capturar o dar de baja a Tirofijo, además que los 41 hombres armados que acompañaban a Marulanda eran una autodefensa campesina que solo pretendía defenderse de las agresiones del Estado. Y de tanto repetir esta versión, terminó por ser aceptada como verdadera.
Pero la realidad es otra. Durante el IX Congreso del Partido Comunista Colombiano en 1961, los “camaradas” decidieron crear una guerrilla comunista que les permitiera “combinar las formas de lucha” para hacerse al poder político central. En ese sentido los bandoleros desalojados de Marquetalia, muy dados a practicas despiadadas como el “corte de franela”, la destrucción de sementeras y a asesinar a los votantes del partido contrario, ya eran guerrilleros listos para desarrollar la guerra revolucionaria, orientados por el comité central del partido comunista, e inclusive Jacobo Arenas fue enviado a esa zona para prepararlos a nivel ideológico.
Por su parte al Estado colombiano le asistía el deber legal y la obligación constitucional de desalojar cualquier foco de resistencia armada que se opusiera al imperio de las leyes vigentes en el país. Pese a que de manera pacífica el gobierno nacional intentó convencer a los bandoleros que depusieran las armas, los cabecillas y el comité central del Partido Comunista ya habían preparado un área alterna en Riochiquito para huir de Marquetalia e iniciar la prolongada guerra de guerrillas que aún pervive.
El complejo sociopolítico que había organizado Tirofijo en Marquetalia, no se reduce a unas pocas gallinas y unos cerdos como se ha repetido muchas veces. Era una organización social, política y armada, que pretendía instaurar un orden administrativo regido por el marxismo-leninismo, con combatientes alzados en armas que desconocían la Constitución de 1886 y se preparaban para desarrollar células guerrilleras en otras partes del país.
Rotas las posibilidades de lograr la desmovilización de los bandoleros de extracción campesina, herederos de la barbarie bipartidista, el gobierno nacional ordenó la conquista militar del terreno con la obvia restauración de la soberanía nacional. La operación ofensiva fue realizada por 1500 soldados, no por 16000 como han repetido los comunistas desde aquel entonces.
Las explicaciones al respecto son sencillas. Para esa época el Ejercito Nacional no contaba con 16000 hombres en todo el territorio colombiano, pues esta es una fuerza equivalente a 30 batallones de infantería o 480 pelotones de contraguerrillas. Tampoco contaba con los medios para transportar y concentrar tantas tropas en un solo sector. Si se analiza el terreno donde ocurrieron los hechos es materialmente imposible que 480 pelotones de contraguerrillas se puedan movilizar por un sector similar sin tener contacto entre si y sin delatar la ubicación de las unidades de infiltración. Y no hay un solo comandante capaz de coordinar los movimientos tácticos de ese exagerado número de soldados en un área de combate.
En 1964 el Ejército colombiano tampoco contaba con los suficientes medios de comando y control para dirigir 480 unidades de contraguerrillas, ni mucho menos con la logística adecuada para abastecer tantos hombres a la vez. Mucho menos el terreno facilitaba la inserción de abastecimientos para esa cantidad de soldados, sin violar las normas de seguridad o sigilo en el apoyo logístico, esenciales para el éxito en el combate de contraguerrillas.
En el libro La resistencia de Marquetalia escrito por Jacobo Arenas, quedó claro que los “campesinos” agredidos por el Estado, eran guerrilleros entrenados en técnicas de combate irregular, poseían armas de largo alcance de uso privativo de las Fuerzas Militares, así como explosivos suficientes para sorprender patrullas móviles que cayeran en el error de utilizar los abruptos caminos que conducían hasta la guarida central. Es decir, eran un movimiento subversivo que había declarado la guerra al Estado legítimo.
Por elemental criterio táctico en ambientes operacionales de contraguerrillas, las tropas regulares se adecuan a las técnicas guerrilleras de los pequeños grupos. Inundar un área con muchas tropas que se muevan a nivel compañía (160 hombres), es anti-táctico y solo conduce a estruendosos fracasos, pues un solo tirador emboscado puede matar o herir a varios soldados.
Pero como ni individual ni colectivamente se ha tenido en cuenta al Ejército para analizar el conflicto colombiano, la propaganda comunista ha desfigurado verdades históricas como esta. Y el desconocimiento de temas militares y de la Defensa Nacional por parte de la población civil, ha coadyuvado a que la distorsión se multiplique.
Nota En febrero de 2020, publique el libro titulado Operación Marquetalia, Mitos y Realidades del origen de las Farc.
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Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Analista de asuntos estratégicos