Ministro Rivera: Cuando no hay lealtad en dos vías, la mejor opción es la renuncia.

Publicado: 2011-05-19   Clicks: 5344

 

.     Análisis del conflicto colombiano

     Vergonzosa. Así fue la locuaz presentación del Ministro de Defensa Rodrigo Rivera, para responder ante el Congreso de la República por la inaceptable e injustificada demora, por parte de sucesivos gobiernos nacionales desde 1992, fecha en que por diciente coincidencia, asumieron los ineptos ministros de Defensa civiles; para pagar a los miembros de las Fuerzas Militares y la Policía, la nivelación salarial y el ajuste de los salarios en los grados de Teniente Coronel hacia abajo, así como los ajustes anuales con base en el Índice de Precios al Consumidor (IPC).

      Pese a la contundente claridad de los senadores citantes, el ministro Rivera “peló el cobre”, y por medio de leguleyadas y actitudes histriónicas, pretendió justificar lo injustificable mediante actuaciones contrarias a la ley.

    Sin cifras ni documentos, ni pruebas válidas diferentes a un cuestionable concepto del Consejo de Estado, Rivera adicionó las razones de la incompetencia de sus antecesores en el Ministerio de Defensa, para corroborar que su actuación no obedece a la conciencia de un ministro del gabinete, sino al capricho del Presidente Santos, que en diversos cargos anteriores conoció el problema y no quiso hacer nada por solucionarlo.

    Con frases traídas de los cabellos propias de un “leguleyo ilustrado”, Rivera pretendió  difuminar el fondo del asunto y con muchas contradicciones,  aparentar que él si ha hecho algo por resolver el problema. Fuera de eso, Rivera argumentó que no va a solucionar nada porque sus antecesores tampoco lo hicieron, o lo que es peor, se contradijo y aseveró que no ha iniciado a buscar soluciones concretas, porque los afectados le han enviado emails irrespetuosos.

    En otro momento, cambió e tercio y pretendió cambiar el sentido de la citación con argumentos tan baladíes como que debido al incumplimiento del Estado, los reclamantes han pedido compensaciones por intereses que acumulan cifras exorbitantes, y que como su función es “cuidar la platica” no va a hacer nada al respecto.

    De remate dijo que esta situación no afecta para nada a los activos de la Policía y el Ejército, pese a que cifras y estadísticas demuestran que no es cierto, por la sencilla razón que al aplicar las sentencias igualando los sueldos básicos de activos y retirados, todos van a ser beneficiados, como debe ser y como ordena la ley.

   Y culminó su paupérrima intervención con el punto de vista personal, que esta situación no desmotiva a las tropas porque según él están muy cohesionadas. ¡Falso!. Miente el ministro Rivera. Es obvio que los militares y policías activos están insatisfechos con la actitud desleal de Santos y Rivera, pues saben que también van para el retiro y que así como los retirados hoy son maltratados, es probable que ellos sufran iguales o peores descomedimientos del gobierno, cuando ya no porten los uniformes y por la edad o limitaciones físicas no tengan otro ingreso que el exiguo salario de retiro.

    Pobre, muy pobre, demasiado simplona la argumentación del ministro Rivera, derivada de la evidente orden del presidente Santos para que actúe de manera histriónica sin fundamentos lógicos; de su desconocimiento de las instituciones armadas y de la poca importancia que da a quienes entregan hasta su vida, para que él y otros politiqueros disfruten de las mieles del poder y de un inmerecido salario de más de 15 millones de pesos, mientras que quienes exponen su integridad o la expusieron para que la institucionalidad perviva y le permita estar donde está, no reciban ni siquiera el pírrico salario ordenado por la ley.

   Es claro: Por evidente desconocimiento, Rivera ni se da cuenta que quienes son afectados por su terquedad y falta de consideración con las instituciones armadas, son los actuales uniformados, los retirados y en particular quienes con uniformes de soldados o policías, combatieron durante las décadas de los ochenta y los noventas y participación entre otras en estas acciones:

   Bajas de Pablo Escobar, y el Mexicano con el cosnecuente desmantelamiento del cartel de Medellín. Además,  forzaron al grupo terrorista M-19 a la rendición, desarticularon al Epl en Antioquia y Córdoba, neutralizaron al Eln, desalojaron a las Farc de Casa Verde y el Guaviare, capturaron a los jefes terroristas Felipe Torres, Francisco Galán, Francisco Caraballo, y en términos generales impidieron la ofensiva final de la Coordinadora Nacional Guerrillera urdida en el plan terrorista “Movimiento Bolivariano para una Nueva Colombia” prevista para tomarse el poder e imponer en Colombia una dictadura comunista similar a la cubana.

    La ignorancia es atrevida sobre todo cuando de las decisiones dependen vidas o reconocimientos legales. Desconocedor absoluto de la Defensa Nacional, la geopolítica, la estratégia, la historia militar, la táctica, la logística y el plan estratégico de las Farc, igual que sus antecesores, Rodrigo Rivera ve en el ministerio de Defensa un trampolín para su inocultada ambición presidencial y no la posibilidad de representar y defender a los militares y policías.

    En realidad, Rivera carece de sensibilidad y sentido humanitario. Con arrogante verborrea pretendió justificar la flagrante prolongación de la violación de la ley, como si el derecho adquirido no existiera o desapareciera, con base en un concepto del Consejo de Estado, redactado por algún burócrata que ignora el sacrificio y la lealtad de los militares y policias hacia Colombia por desgracia a esa capta de ineptos que pululan en las tres ramas del poder público incluidas las altas cortes.

     Con cinismo Rivera olvida que esta situación es aprovechada por abogados avivatos que buscan quedarse como mínimo con el 30% de los dineros que por ley pertenecen a los afectados y que no tiene presentación que quienes entregaron los mejores años de su vida al servicio de Colombia, tengan que soportar la humillante estulticia de Rivera y fuera de eso pagar a apoderados para que reclamen lo que la ley ordena y que debería ser solucionado por vía gubernativa.

    ¿Será que como abogado lenguaraz y ambicioso al extremo, Rivera toleraría que cuando a él le llegué la edad de retiro forzoso, no le sean reconocidos sus derechos pensionales en plenitud? Y que de remate, aparezca un funcionario público que argumente leguleyadas para no pagarle?... Seguro que no.

    Las subsiguientes exposiciones de varios congresistas dejaron la sensación que ellos tienen más conocimiento que el Ministro de Defensa Rivera, acerca de la realidad institucional, de la vida en campaña, de las vicisitudes de los militares y policías con las familias, de las necesidades básicas de las tropas y de la necesidad de luchar por su bienestar.

    Hasta el punto que el Senador Benedetti nombró una comisión accidental para que  acerque a las partes, convenza al Ministro y sus asesores que la salida no es buscar como empantanar el asunto sino como solucionarlo y para que se promulgue la ley propuesta por el senador Lozano, para solucionar de una vez por todas y para todos los afectados, con demandas o sin ellas, una petición que es legal y que es un derecho adquirido.

    En síntesis, a las constantes críticas contra su escasa efectividad en el cargo, a su indiferencia y aparente desconocimiento de serios problemas en el bienestar de las Fuerzas Militares como el ineficiente servicio de Sanidad Militar donde el presumible tufillo de corrupción flota en el  ambiente, por ejemplo con la concentración del suministro de medicamentos y los ineficientes centros de llamadas (Call center) en lugar del práctico y moderno servicio de Internet; se agrega con  incidencia negativa para el Ministro Rivera su ausencia de credibilidad y liderazgo dentro de las tropas y su deteriorada imagen como funcionario ante la opinión pública.

    Dadas las anteriores razones y debido a que la lealtad es doble vía, que el cargo que ocupa no es para que lo sirvan sino para servir, y, que su tozuda negativa a reconocer los derechos legítimos salariales de los militares activos y retirados, la mejor opción para Rivera es que renuncie al inmerecido cargo, antes que la presión crezca y el Presidente Santos acuda a la fórmula de quemar el fusible y lo destituya después de haber ordenado su histriónica  actuación. Rivera y el país saben que se puede esperar eso de Santos.

    Al ritmo que va Rivera de tumbo en tumbo y sin siquiera conocer sus funciones, todo parece indicar que sus días están contados en el Ministerio de Defensa. La ambición rompe el saco…

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

www.luisvillamarin.com

Analista de asuntos estratégicos

Obras del coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

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