Análisis del conflicto colombiano
Por enésima vez las Farc vuelven a salir con la suya. Como decía Tirofijo: “Si la oligarquía dice que no: pierde. Y si dice que sí, también pierde”. Con tres calculadas cartas escritas con lenguaje florido, Timochenco jugó otro as, para repetir la misma metodología de engatusar a la por siempre desubicada dirigencia política colombiana, a los periodistas afanados de la chiva y a los "analistas del conflicto", aquellos que pontifican de lo divino y de lo humano de la guerra, sin haberla vivido, ni mucho menos haber leído el Plan Estratégico del grupo terrorista.
Nada nuevo bajo el sol. Los mismos “vientos de paz” soplaron en los ochenta, cuando de espaldas a la realidad nacional pero de frente a sus intenciones egocéntricas de ser galardonado con el Premio Nobel de Paz, Belisario Betancur nombró una comisión de paz integrada por "sabios en casi todo", menos en negociar con el Partido Comunista y su brazo armado, que para esa fecha acumulaban 30 años de preparación para ese escenario manipulador.
Pese a que las conversaciones de Casa Verde fueron un fracaso para el establecimiento, y pese a que las Fuerzas Militares advirtieron con claridad que las Farc salieron ganadoras de ese embeleco populista de Belisario; su sucesor Barco cayó en el mismo error. Y luego César Gaviria mordió el anzuelo con “vientos de paz” en las improductivas conversaciones de Cravo Norte, Caracas y Tlaxcala. Igual que antes, las Farc salieron ganadoras y Colombia sacrificada, porque los negociadores de los respectivos gobiernos sabían más de otros temas, que de contrarrestar la estrategia política y armada de la combinación de todas las formas de lucha.
Pero como si la estulticia y la falta de información del establecimiento fuera poco, el veleidoso presidente Andrés Pastrana Arango se inventó un proceso de paz, sin ningún objetivo concreto, con negociadores bisoños e impreparados. Y cuando no pudo contener al monstruo de mil cabezas que se formó, Pastrana comprometió al país en una guerra más sangrienta de lo que ya había sido: Sin ningún objetivo ni claridad conceptual.
Por cuarta vez consecutiva, las Farc y el Partido Comunista salieron ganadores con la estratagema de los “vientos de paz”.
Años mas tarde, volvió a quedar claro que los terroristas y sus cómplices internacionales “quieren la paz”, con la nefasta e inconveniente intromisión de Hugo Chávez y Piedad Córdoba en la supuesta liberación de los secuestrados, pues el "camarada bolivariano" estaba montando un show con sus peoncitos Correa y Evo Morales para reunirse con Tirofijo en El Caguán.
Inclusive antes de morir, Jojoy tenía montado un sainete con el periodista Jorge Enrique Botero, mediante el que el más sanguinario de todos los narcoterroristas actuales, aparecería ante el mundo al lado de la terrorista holandesa Tanja, como un cruzado por la paz y ella como una niña bien europea convencida de la "justa guerra" de las Farc contra Colombia
Cuando murió Cano, apareció en Cali ante los medios de comunicación, un sacerdote tan despistado como oportunista, con el argumento que Cano murió viejo, ciego e indefenso (casi para canonizarlo), cuando intentaba aproximaciones por la paz. Antes de morir Tirofijo monotematizaba alrededor de "la paz" pero al mismo tiempo ordenadaba perpetrar inumerables actos terroristas. Hoy Timochenco juega esa carta ante la opinión pública, a ver si Colombia muerde la carnada y cae en el anzuelo.
Aunque en público Santos exterioriza con tonos bravucones, que no cederá ante las argucias de las Farc, en privado sueña con la reelección derivada de un exitoso proceso de paz. Pareciera que su paso por el ministerio de Defensa fue en vano y fuera de eso, que el actual ministro de esa cartera, tampoco lo asesora en estos temas, como se evidenció en la encerrona de la CELAC en Caracas, donde Timochenco y las Farc se salieron con la suya, frente a 33 presidentes de las naciones del hemisferio.
Entonces, otra vez hay “vientos de paz”. Una vez más las Farc y el Partido Comunista con un brazo clandestino (que no lo es tanto), vuelven a sacar ventaja político-estratégica. La amnesia colombiana es total. En menos de un mes la opinión pública olvidó que por orden de Timochenco, los terroristas de las Farc asesinaron a sangre fría a cuatro secuestrados que llevaban más de una década en su poder.
Si se profundiza un poco, la situación ha sido similar durante 30 años, sin que el gobierno de turno aprenda. Durante la época de Casa Verde, las Farc dilataron la firma del acuerdo de tregua y cese al fuego, con argumentos tales como su deseo de que se levantara la base militar de Uribe-Meta; mientras de manera cínica negaban como hasta ahora o siguen haciendo, su responsabilidad en secuestros extorsivos.
De remate el senador comunista Alberto Rojas Puyo oficiaba mas como estafeta de Jacobo Arenas que como delegado del gobierno nacional y en forma desleal informaba al jefe terrorista acerca de todo lo que pensaba el gobierno por medio de mensajeros de las Farc que se movían entre Casa Verde y Bogotá; igual a lo que al parecer, sucedió con quien en los computadores de Reyes y Jojoy, se identifica con los alias de Teodora o Gaitán.
La farsa del Caguán fue calcada de la estratagema en Casa Verde. Hoy hay voces que proponen diálogos en el exterior, que de seguro serían la repetición de la farsa de Tlaxcala y Caracas, con la circunstancia agravante que los comunistas Rafael Correa, Hugo Chávez, Evo Morales, Daniel Ortega, la Kirchner, Mujica y Lugo les darían embajadas y trato como a luchadores políticos.
Hechos reales indican que Santos no tiene un plan estratégico coherente para una eventual negociación con las Farc. Ni siquiera existe un ente encargado de manejar el tema. Si Santos ha pensado en una comisión de paz con miras a derrotar en la mesa a las Farc, es algo ultra secreto, o mejor dicho imposible e inexistente, pues debido a su populismo demagógico, es obvio deducir, que el mandatario colombiano no tiene un plan claro de cómo organizarla, ni cuáles serán los objetivos precisos.
Es tal el desorden en torno al tema, que Chávez rompió la promesa de no interferir en asuntos internos de Colombia, cuando anunció su voluntad de mediar en la solución al conflicto. Es algo articulado. Hace cuatro semanas, Chávez clavó el puñal por la espalda a Santos durante la Cumbre de la Celac, donde además, la ministra Holguín demostró ignorancia mayúscula acerca del tema y de la forma de ser del nuevo mejor amigo de Santos. Por esa razón, las Farc y los comunistas volvieron a salirse con al suya.
Y para colmo de los males que afectan a Colombia, Chávez designó como Ministro de Defensa al cuestionado general Rangel, el militar venezolano más cercano a los cabecillas de las Farc; con quienes tiene un acuerdo de vieja data, consistente en dividir la frontera binacional en tres secciones para que los bloques Norte, Magdalena Medio y Oriental de las Farc, entren y salgan a Venezuela con la complicidad de la Guardia Nacional y la Fuerza Armada de ese país, y para que desde allí continúen la guerra contra Colombia, como se refleja en el incremento de acciones terroristas en Norte de Santander y Arauca.
Eso sin contar que acuerdos secretos en torno a las Farc, urdieron Chávez y Ahmadineyad la semana pasada en Caracas, pues su relación con el grupo terrorista es vital para su reelección, para los objetivos a largo plazo de su proyecto bolivariano y para su campaña continental antiyanqui.
Además, las Farc en la era Timochenco gravitan sobre el Plan Estratégico que es una programa narcoterrorista de guerra contra Colombia, no una opción de paz, la cual es interpretada por el Partido Comunista como la derrota del capitalismo y la imposición de una dictadura similar a la cubana.
Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Analista de asuntos estratégicos
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