Reflexiones político-estratégicas diez años después de finalizada la Zona de Distensión con las Farc

Publicado: 2012-02-20   Clicks: 2544

 

     Análisis del conflicto colombiano

     Pocos días después de la posesión de Juan Manuel Santos, empezó a rumorearse que su gobierno está empeñado en reiniciar conversaciones con las Farc. La versión tomó más fuerza cuando como es su costumbre en estos casos, las Farc la ratificaron con sucesivas escaladas terroristas en Putumayo y Caquetá, las cuales fueron respondidas por las tropas, con dos bombardeos estratégicos en menos de una semana.

     En el primero cayeron abatidos en el Putumayo dos docenas de terroristas entre quienes estaban Lucero Palmera la concubina de Simón Trinidad y el experimentado cabecilla Domingo Biojoy. Tres días después fue abatido en La Macarena, el Mono Jojoy símbolo del narcoterrorismo comunista contra Colombia.

     De inmediato, los camaradas del Partido Comunista,  de luto por las irreparables pérdidas para su proyecto estratégico, imploraron por el “diálogo con la insurgencia en busca de la paz democrática”.

     Esta jugada político-estratégica no era nada novedoso.  Corresponde a lo acordado por las Farc y el partido como línea de acción y estratagema distractora a partir de 1991, cuando en asocio con los comunistas venezolanos que planeaban el golpe de Estado dirigido por Hugo Chávez, urdieron la farsa de los diálogos de paz en Caracas, gracias a la estulticia compartida de los presidentes Cesar Gaviria y Carlos Andrés Pérez, que mordieron el anzuelo y aceptaron que los comunistas colombianos no son los padrinos de las Farc, sino los supuestos "buscadores de la paz en el país".

     Desde la otra orilla, tras la muerte de Jojoy, el presidente Santos amenazó a las Farc con volverlas a golpear si no renuncian al narcotráfico, al secuestro y al terrorismo contra la población civil, pero a la vez envió mensajeros secretos, para proponerles  sentarse a negociar la paz. Cano que era experto en tramar engaños, también envió a sus emisarios, pero la ofensiva militar en su contra, estaba en la recta final.

     Quizás por esta razón, apareció un sacerdote enardecido en Cali, quien de manera irresponsable quiso dar a entender, que la muerte en combate del jefe terrorista habría sido un crimen contra un pobre viejecito, ciego, hambriento, solo y desvalido.

    Tras la muerte de Cano, apareció Timochenco con palabras rebuscadas y fingida intencionalidad de hacer la paz. Como si la dirigencia  política, los medios de comunicación y los analistas políticos no discernieran las históricas manipulaciones mediáticas de las Farc y sus cantos de sirena; los sabelotodo, volvieron a hablar sin detenerse a reflexionar qué pretenden las Farc, cuando  dicen estar dispuestos a reiniciar la agenda del Caguán, sin entregar las armas, sin desmovilizarse, sin ceder en los objetivos de su obtusa ideología comunista y sin dejar de amedrentar a los colombianos por medio del terrorismo, consentido por los gobiernos del Foro de Sao Paulo.

     Todo lo anterior sirve para dar una mirada analítica retrospectiva a la sumatoria de errores repetidos en Uribe-Meta (1984-1990), Caracas-Tlaxcala (1991-1992), o Caguán y aledaños (1998-2002). Al analizar  los contenidos del Plan Estratégico de las Farc y compararlos con las tres negativas experiencias enunciadas, cualquier lego en temas estratégicos, evidencia que sin excepción en los tres  casos, las Farc repitieron la misma metodología manipuladora y que para colmo de males, los sucesivos impreparados negociadores del gobierno cayeron en la  misma celada.

     La explicación es simple. Las Farc y el Partido Comunista llegaron a las tres mesas de negociación guiados por un plan de guerra que contempla todas las posibilidades armadas y políticas para acceder al poder en Colombia, sin renunciar a sus objetivos, mientras que los representantes del gobierno además de impreparados estuvieron improvisados, descoordinados, arrogantes y locuaces.

     Durante el pleno ampliado de 2003 y la Novena Conferencia Guerrillera de 2007, los cabecillas nacionales y regionales de las Farc, revisaron con profundidad los avances cuantitativos y cualitativos de  su Plan Estratégico a partir de la experiencia de la Zona de Distensión.

     Concluyeron que así como tuvieron aspectos negativos por la inactividad armada de algunas de sus cuadrillas, ganaron mucho espacio internacional con los gobiernos amigos de Chávez, Correa, Evo, Lula, los Kirchner, Ortega y la dictadura cubana, lo cual fue refrendado en los computadores de Reyes.

     Además puntualizaron, que el control coercitivo de núcleos geohumanos dispersos a lo largo y ancho de 42.000 kilómetros cuadrados facilitó a las Farc incrementar los negocios de coca, secuestros, extorsiones, boleteos intimidatorios, adquisición de armamento especializado para acciones de trascendencia político-estratégica, gracias a la falta de visión del presidente Pastrana preocupado por ser Premio Nóbel de Paz, la complicidad del Congreso de la República que nunca se manifestó al respecto y la idiotez colectiva de millones de colombianos que toleraron la afrenta.

      Al cumplirse 10 años del final del turbulento proceso, surgen voces a favor de repetir el sainete, provenientes de quienes siempre han usufructuado el poder y solo piensan en ganar nuevas prebendas, inclusive a costa  de sacrificar los intereses nacionales supremos.

     Sería un imposible moral y un grave error político-estratégico, reiniciar conversaciones de paz con las Farc, sin antes haber preparado un equipo negociador con visión patriótica y estructura político-estratégica, que como primer requisito conozca el Plan Estratégico de las Farc y revise con lupa, todas las maquinaciones y engañifas utilizadas por los terroristas y sus socios en anteriores conversaciones.

      La fracasada zona de distensión dejó al país sumido en la zozobra, a las Fuerzas Militares mal lideradas; a las Farc provistas de triunfalismo, con fuertes nexos con  el Foro de Sao Paulo y los partidos comunistas del hemisferio; la vergonzosa ubicación de Colombia como uno de los países más violentos del planeta; las bandas de criminales iguales o peores que las Farc mal llamadas paramilitares, apropiadas del control de amplias zonas del territorio colombiano y la figura del presidente Pastrana como primera autoridad nacional y comandante supremo de las instituciones armadas, deteriorada por débil, improvisador y carente de carácter, para poner a los terroristas en su sitio en las mesas de conversaciones.

      Con todos esos antecedentes, es pertinente concluir diez años después que la Zona de Distensión fue una vergüenza histórica, que con el paso del tiempo la historia juzgara a Pastrana y al Congreso de la República como laxos, incompetentes y carentes de visión estratégica.

      No los salvarán los reiterados argumentos de haber desenmascarado las verdaderas intenciones narcoterroristas de las Farc, pues en realidad el Departamento de Estado de Estados Unidos y la Unión Europea, declararon terroristas a las Farc, el Eln  y las Auc después de los ataques terroristas de Al Qaeda el 11 de septiembre de 2001 en New York y Washington. No por las atrocidades  que cometían contra Colombia

      Tampoco podrán argumentar la obediencia debida y el cacareado fortalecimiento de las Fuerzas Militares, pues era lo mínimo que debía hacer Pastrana, porque con zona de distensión o sin ella, las Farc tenían en mente continuar el desarrollo de su Plan Estratégico, que es de guerra y no de paz.

        Igual sucede hoy. Con diálogos o sin ellos, con tregua o sin ella, con zona de distensión o sin ella, las Farc siguen empeñadas en desarrollar su plan estratégico de guerra contra Colombia, auspiciada por sus cómplices internacionales. La respuesta del Estado debe ser integral. No basta con dar de baja a los cabecillas, pues no se cumple la enseñanza de Sun Tzu: “Para ganar la guerra es necesario derrotar la estrategia del enemigo. No solo al enemigo”.

      De lo contrario la guerra continuará por décadas, caerán otros cabecillas principales, seguirá el narcoterrorismo en el país, Chávez y Correa o sus sucesores continuarán empeñados en meter la cuña comunista en Colombia y el tercermundismo se afianzará en las estructuras políticas, sociales, económicas y culturales de la atribulada vida nacional.

     Esta es quizás, la principal enseñanza político-estratégica del fiasco del Caguán y la zona de distensión autorizada por el auto publicitario ex presidente Andrés Pastrana Arango, cohonestada por todos los colombianos vivos en aquella época.

      Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

       www.luisvillamarin.com

     Analista de asuntos estratégicos

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