Estratagema de paz de las Farc

Publicado: 2007-05-17   Clicks: 2654

Por coronel Luis Alberto Villamarin Pulido
Publicado el 17 de Mayo 2007 2:35 PM en el Diario El Tiempo de Bogotá-Colombia

 

      Un importante apéndice de la estrategia política es la estratagema de la paz. El cartel de las Farc es fiel a las enseñanzas históricas del leninismo, promulgado en el Catecismo del Buen Revolucionario  promovido por el espionaje soviético durante la guerra fría y por el comité de agitación y propaganda de la dictadura cubana.

       Cuando el presidente Belisario Betancourt ansioso de ser distinguido con el Premio Nobel de Paz, sacó del anonimato a las Farc, catalogadas hasta ese momento como un grupo bandoleril similar a las cuadrillas de forajidos de los años sesenta, el Comité Central del Partido Comunista y Jacobo Arenas, intuyeron que era la oportunidad de pedir una amnistía para obtener perdón judicial por los delitos cometidos hasta esa fecha. Para enmascarar la responsabilidad del partido, crearon la Unión Patriótica en el preciso momento que las Farc iniciaban la inmersión total en el narcotráfico.

      El presidente Betancourt firmó un bonachón cese al fuego bilateral, que fue aprovechado por las Farc para incrementar el reclutamiento de menores, desatar el sicariato comunista contra miembros de la Fuerza Pública y pobladores civiles, traficar con cocaína y secuestrar en nombre de delincuentes comunes.

      Lo que nunca han entendido la dirigencia política y por extensión la población colombiana, es que las Farc llegan a las mesas de conversación convencidas que negocian de estado a estado, que no prevén entregar las armas y que interpretan el cese al fuego, es como una etapa superior de las conversaciones, es decir cuando las guerrillas hayan obtenido todo lo que piden y se inicie el proceso de desmovilización de las Fuerzas Militares para ser remplazadas por las guerrillas.

     Mientras tanto, centenares de idiotas útiles ansiosos de protagonismo desfilaron por los campamentos de casa verde, ansiosos que los medios de comunicación registraran sus visitas. De paso coadyuvaron a la farsa de la paz manipulada por las Farc.

      Antes finalizar el laxo gobierno de Betancourt, los capos del cartel de las Farc eran concientes de la debilidad del establecimiento y de que las energías de la Fuerza Pública estaban concentradas en combatir las beligerantes estructuras terroristas del M-19 y el desenfrenado narcoterrorismo del cartel de Medellín.

      Por tal razón, de manera calculada y parsimoniosa sugirieron a Betancourt prorrogar la tregua por un año más, a sabiendas que el gobernante permanecería pocos meses en el cargo y con esa maniobra obligarían a Virgilio Barco presidente entrante, a que continuara inmerso en la farsa.

      La emboscada dirigida por el mono Jojoy contra una compañía del batallón Cazadores en la vía Florencia-Puerto Rico (Caquetá), forzó al gobierno nacional a suspender los diálogos pero de manera increíble los capos del secretariado siguieron sus actividades subversivas en casa verde, hasta el 9 de diciembre de 1990, que fueron desalojados  de allí por tropas de la Séptima Brigada.

      Sin perder tiempo y luego de desatar una extensa oleada terrorista en contra de la Asamblea Constituyente, los capos del cartel de las Farc volvieron a jugar al engaño con la estratagema de la paz. Iniciaron conversaciones en Cravo Norte-Arauca y las terminaron en Tlaxcala México.

      Ya los terroristas habían medido el pulso de los representantes del Estado colombiano, que siempre han llegado a la mesa de negociaciones, con complejo de inferioridad, sin contacto directo ni información militar, carentes de estrategia y sin otro objetivo diferente al protagonismo personal. Entre tanto las Farc ganan tiempo y acumulan ganancias cuantitativas y cualitativas dentro de su línea estratégica integral.

      Al finalizar el debilitado gobierno de Gaviria, las Farc desataron la primera oleada terrorista sincronizada y aparecieron cerca de Bogotá con un despliegue de fuerza inusitado, que se mantuvo durante las vergonzosas administraciones de Ernesto Samper y Andrés Pastrana, a quienes manipularon a su antojo con la estratagema de la paz, producto de la cuál se demostró la inoperancia de los funcionarios civiles en el Ministerio de Defensa, hubo constantes roces del presidente con los mandos militares, y las Farc realizaron las acciones armadas mas espectaculares y coordinadas de su historia.

      La ruidosa liberación de 60 soldados secuestrados en la base militar de las Delicias y la aberrante cronología de sucesos en la zona de distensión, demostraron al mundo, que producto del narcotráfico, el cartel de las Farc constituye una guerrilla rica, inspirada en ideales comunistas, que tiene nexos con organizaciones políticas de izquierda de otros países y con terroristas internacionales, mientras de manera simultánea manipula la estratagema de los diálogos de paz, las agendas, los comités temáticos, los acuerdos parciales y todas las posibilidades que les permitan dilatar las conversaciones, mientras  preparan mejor, planes alternos anexos al proceso estratégico integral.

      Los secuestros de soldados y policías, sumados a los de algunos dirigentes políticos y tres funcionarios norteamericanos, adscritos a las fumigaciones del Plan Colombia, proporcionaron una herramienta insospechada a los terroristas para dilatar las conversaciones de paz, amedrentar, chantajear y tratar de engatusar a los colombianos, con la calculada idea que para liberar los secuestrados, necesitan el despeje total de los dos departamentos que mas producen cocaína en Colombia, ambos limítrofes con el Ecuador.

      El secuestro de Ingrid Betancur es patético. Cuando estaba en vigor la zona de distensión, oportunista, la candidata fue a San Vicente a darse un toque de popularidad en aras de la figuración. Inscrita como aspirante al solio presidencial, con escasas posibilidades de éxito electoral,  pretendió hacer politiquería en la recién desocupada región. Producto de su imprudencia y deseo de figuración fue secuestrada en un retén por las Farc, quienes la vieron como una ficha importante en un eventual canje de terroristas presos por ciudadanos secuestrados.

       Como el gobierno del presidente Uribe se opone a hacer ese tipo de concesiones, que lo convertirían en rehén de una audaz estratagema subversiva, los propagandistas de oficio y las marionetas de la opinión, han coadyuvado a difundir la idea que el responsable de los secuestros es el gobierno, que no quiere dialogar para buscar la paz. El problema es que la única paz, valedera para los capos del cartel de las Farc, es la toma del poder político central y la implantación en Colombia de un gobierno totalitario comunista similar al de Cuba o Corea del Norte.

 

Escritor-estratega

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