Reflexiones político-estratégicas en torno al “acuerdo” del tema agrario con las Farc en La Habana

Publicado: 2013-05-28   Clicks: 2590

    Mientras el presidente Santos cree que engañó al país y al mundo con el victorioso anuncio que ya se dio un primer gran paso hacia la anhelada paz en Colombia (ojalá fuera cierta tanta dicha), un río subterráneo de incertidumbre, incredulidad y desconfianza comienza a correr con fuerza, entre quienes tienen mucho que perder, debido al secretismo, poca claridad, mensajería telegrafiada y desinformación acumulada que ronda en torno a lo que se habla y se habla en La Habana.

     De La Calle y Sergio Jaramillo han dicho en diversos escenarios, que llegará el momento en que quien no esté de acuerdo con lo pactado con los narcoterroristas, lo exprese por medio del voto. Pero ni ellos dos ni el presidente Santos, ni los otros mudos integrantes del equipo negociador, le han contado al país qué es lo  acordado en términos medibles y verificables, cuáles son los puntos concretos y cómo va a ser la mecánica, máxime que el gobierno dice que en la mesa las Farc se pliegan a la agenda, pero en público dicen otra cosa.

    ¿Cómo  creerle a un presidente que engañó a nueve millones de electores, que dice verdades a medias a las Fuerzas Militares y al país, con la misma facilidad que posa en calzoncillos en una “casa regalada a una familia pobre”, o que utiliza a la ministra de Relaciones Exteriores como su ama de llaves y mandadera personal en la campaña internacional en aras del Premio Nóbel de Paz, al tiempo que auto-elogioso afirma tener una política internacional líder en la región?

     En entrevista apta para las suspicacias, de Pablo Catatumbo con la impredecible periodista María Jimena Duzan, el cabecilla narcotraficante, asesino y pedófilo soltó la perla, que hay unos detalles secretos de la agenda, que son compromisos con Santos, cuya confidencialidad se ha respetado de manera bilateral.

     Y ese mismo día, después del extraño anuncio por parte de uno de los lamesuelas de la dictadura cubana que “habemus acuerdo”, el jefe terrorista Iván Márquez aclaró que se firmó el primer acuerdo, pero quedaron pendientes algunos detalles del tema agrario,  para seguir siendo tratados durante el resto de las conversaciones.

      Preguntas concretas: ¿Cuáles son los detalles que faltan por negociar del tema agrario? ¿Cuáles son los acuerdos gobierno-Farc previos al sainete de La Habana, de los cuales según el abusador de menores Pablo Catatumbo, ambas partes han respetado la confidencialidad? Fuera de esa lista de mercado de supuestos acuerdos publicada por los medios, ¿qué es lo sustantivo del primer acuerdo?

     ¿Saben algo de programas agrarios y desarrollo rural con visión estratégica los bandidos de las Farc, De La Calle, el general Mora, Sergio Jaramillo, el general Naranjo y Frank Pearl?

    O ¿estamos como en 1885, cuando al señor Rafael Núñez uno de los nefastos personajes de la maltrecha historia colombiana, se le ocurrió la “genial idea” de hacer una asamblea constituyente para cambiar por enésima vez la Constitución Política y el nombre del país con guerra civil incluida, y para representar a Panamá escogió a dedo a Miguel Antonio Caro y otro bogotano; dos amiguetes de bolsillo, como al parecer sucedió con el equipo negociador del gobierno en La Habana, que en la práctica solo ha sido un conciliábulo de mandaderos para sostener el ego de Enriquito y Juanma, sin improtar que se hunda el país?

     Lo cierto de todo este montaje publicitario es que al sacudir el cedazo, no queda nada de sumo en la olla, sino afrecho por montones en la malla. Bla, bla, bla, bla…

      Volvemos a la bobería colectiva de 1983, cuando Belisario Betancur, dijo que era un horror ver a las Farc levantadas en armas para reclamar lo que dice la Constitución en torno al beneficio social, al tiempo que Jacobo Arenas sumergido en el alcohol, obnubilaba con la estratagema de la reforma agraria de las Farc y discursos veintejulieros, a Noemí Sanín, César Gaviria Trujillo, Alfonso López Michelsen, Margarita Vidal, y todos los idiotas útiles que desfilaron por Casa Verde en Uribe-Meta para legitimar a los terroristas y no perder la oportunidad de quedar en las fotos con los criminales comunistas.

     En aquella ocasión,  lenguaraz y demagogo, Otto Morales Benítez, marioneta del momento de la politiquería populachera de Belisario y de las argucias de los comunistas armados y desarmados, tocó el fondo de su ineptitud como negociador y su desconocimiento del Plan Estratégico de las Farc; entonces, recurrió a la fanfarronada, que los periodistas convirtieron en frase histórica:

     “Hay enemigos agazapados del proceso de paz”.

     Hoy víctima de la misma ineptitud, Juanma llama “Calígulas” y enemigos de la paz a quienes le critican su estulticia y desconocimiento del Plan Estratégico de las Farc, grupo narcoterrroista que delinque en asocio con el sátrapa Nicolás Maduro, a quien Santos no solo reconoció como legítimo pese al descarado fraude electoral, sino que llamó por teléfono a rendirle cuentas, tan pronto se selló  con las Farc en Cuba, el etéreo y nada claro primer acuerdo sobre el tema agrario.

     Así, las Farc siguen empecinadas en su Ley 001 o Reforma Agraria Fariana, basada en el Programa Agrario guerrillero, fundacional del grupo terrorista en Marquetalia en 1964.

     Como Juanma y sus mudos negociadores desconocen o ignoran el Plan Estratégico de las Farc, no entienden que los lineamientos del Partido Comunista Colombiano, que son los mismos de las Farc (su brazo armado), gravitan sobre los documentos programáticos, puntales de solidez ideológica y metodológica para la combinación de formas de lucha y que para cambiarlos de rumbo, se requiere primero una Conferencia Nacional Guerrillera que dicte las directrices para que esto ocurra; y, segundo que los camaradas desarmados hagan un Congreso del Partido, en el que ratifiquen, aprueben o refrenden los nuevos objetivos y métodos políticos del movimiento armado.

     Mientras tanto, los documentos programáticos soporte del Plan Estratégico de las Farc, se cumplen a rajatabla por todas las estructuras farianas. Quien no esté de acuerdo con esto es enemigo de clase, colaborador voluntario con el enemigo, hace grupismo o individualismo, y la única solución es “ajusticiarlo”.

    Lo anterior significa que si las Farc firmaron el primer “acuerdo” de los cinco puntos para la terminación del conflicto, que no estará aprobado hasta que todo esté aprobado, sucedió un acto marrullero y oportunista para mantener a los mudos mensajeros de Juanma sentados en la mesa, para:

     Ganar tiempo en la refinación de su plan estratégico, impulsar el trabajo del Frente Internacional con propaganda permanente en Europa y Latinoamérica, coordinar con los gobiernos proterroristas del hemisferio la concesión de estatus de beligerancia, y desde luego el fortalecimiento de su recién creado movimiento político, muy activo con comunicados y propaganda permanente, presencia en los foros agrario y político por la paz, y respaldado a diario por los cabecillas del Partido Comunista Clandestino que no es tan clandestino.

    ¡Por sus hechos los conoceréis dijo Jesús de Nazareth!

     Por esas razones, Catatumbo, París y Márquez, tres terroristas, declarados enemigos y desconocedores de la Constitución Política, repitieron al unísono la frase que Santos tiene derecho a reelegirse porque así lo establece la Constitución. Al fin ¿qué?  ¿Aceptan o desconocen la ley de leyes colombiana?.

    Sin duda, que la desconocen, pero dentro de la “moral” comunista en este caso es bueno reconocerla, para lograr sus propósitos. Por esta sencilla explicación firmaron el etéreo documento de acuerdo agrario, pues saben que esto no deja de ser un papel más de los tantos que se firman a diario y no se cumplen en Colombia, pero en el ámbito político-estratégico a largo plazo, este acto audaz es un paso más para erosionar la fortaleza de los capitalistas “enemigos de clase”.

     No hay peor ciego que quien no quiere ver, ni mas desleal con el país que quien sacrifica a Colombia mediante argucias y patrañas egoístas, enfocadas en su ambición reelectoral.

     El paso del tiempo dará la razón. Mientras tanto crece el río subterráneo de desconcierto, incredulidad y resentimientos, con consecuencias impredecibles en un país donde en círculo vicioso, la violencia ha sido el alfil de los eternos promotores de las guerras fratricidas. Y en todos los casos, por culpa de los mal gobernantes, los terratenientes y los extremistas que creen que el terrorismo es la solución a los problemas del país. Que Dios se apiade de Colombia esta vez.

 

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

Analista de asuntos estratégicos

www.luisvillamarin.com

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