Geopolítica internacional
El reciente lanzamiento desde Yemen de un misil operado por milicianos huthíes apoyados por Irán, que explotó cerca del aeropuerto de Ryad en Arabia Saudita, es un grave episodio más que se adhiere a la creciente cadena de eslabones de agresiones mutuas, persecuciones religiosas y latente guerra fría entre sunitas y chiitas en el Golfo Pérsico.
Como era de esperarse el cada vez más dictatorial régimen saudita, que acaba de apresar a quienes se opongan en el camino del príncipe Mohamed bin Salmán como el “elegido” sunita para dirigir no solo los destinos políticos de Arabia Saudita, sino la proyección geopolítica del islam estricto cercano al salafismo que se riega por el mundo de la mano de la casa Saud, aseveró que este hecho es una provocación y un ataque directo de Irán por medio de su milicia Hizbolá.
En respuesta la teocracia iraní, manejada a su antojo por el ayatola chiita Ayatolá Sayyid Ali Hoseyni Khamenei, respondió de inmediato que esto se trata de una estupidez, y un deseo belicista de su vecino y archienemigo político-religioso Irán.
La profundidad del problema gravita en que Irán chiita y Arabia Saudita a la cabeza de los reinos sunitas del Golfo Pérsico libran una guerra fría desde finales de la década de los setenta, que involucra intereses geopolíticos y geoestratégicos locales, regionales y mundiales, con extensión al fenómeno revolucionario de la Primavera Árabe, las guerras civiles en Libia, Siria y Yemen, el conflicto israelí-palestino, las tensiones internas en Egipto, la ambición expansiva de Turquía, el ahorcamiento diplomático-comercial a Qatar, los apoyos soterrados a los sunitas de Isis, los Talibán y Al Qaeda, o de la contraparte a los chiitas de Hizbolá, y mucho más.
Irán y Arabia Saudita son enemigos “perfectos” para desencadenar una tormenta bélica “perfecta”. Los iraníes son de mayoría persa y mayoría chiita que guardan atávicos odios contra los sunitas árabes encabezados por la monarquía Saud, debido a las conquistas imperiales de los musulmanes durante los siglos expansivos del islam que siguieron a la muerte de Mahoma.
Ambos países tiene petróleo con enormes reservas. Ambos han terciado en las diferentes guerras musulmanas de la postguerra. Ambos buscan a su forma sacar a Israel del ajedrez geopolítico del Medio Oriente. Ambos quieren encabezar la Umma musulmana en el mundo. Ambos quieren controlar las rutas estratégicas del islam hacia el resto del planeta, y ambos se acusan de ser los causantes de las desgracias de los musulmanes.
Para enredar más la complejidad del problema y la “perfección de los dos enemigos”, Rusia y Estados Unidos apoyan por aparte y acorde con sus conveniencias geopolíticas y estratégicas a un bando diferente. En marzo de 2017 Trump anunció la venta de un multimillonario arsenal de armas de alta tecnología, para que en la próxima década el reino saudita esté protegido de las amenazas exteriores, que obviamente apuntan a Irán.
Por su parte, Irán que durante el laxo mandato de Obama hizo un “acuerdo de suspensión del programa nuclear”, logró la suspensión de ingentes sanciones económicas y siguió desarrollando por debajo de la mesa su potencialidad atómica, a la vez que Rusia surte con armas y capacitación militar a sus tropas, apoya con bombardeos de alta precisión la acción armada de las milicias chiitas iraníes y pro-iraníes en Irak y Siria, y por medio de milicianos de Hizbolá surte con armas y técnicas de combate terrestre a los rebeldes huthíes afines a la teocracia de Teherán.
En la atroz guerra de Siria, Irán apoya abiertamente al régimen de Bashar Al Assad Hizbolá y en sincronizada coordinación con Rusia ataca por parejo a extremistas de ISIS; Al Qaeda, kurdos y todos los grupos que integran el Ejército Libre de Siria.
Por su parte Arabia Saudita a la cabeza de los emiratos sunitas del Golfo Pérsico apoya con armas, dinero y fundamentación político-religiosa a los sunitas en Irak y Siria, y envía apoyos permanentes a las milicias multi-étnicas del Ejército Libre de Siria que pretenden derrocar a Bashar Al Assad con el apoyo de la CIA de Estados Unidos. Al mismo tiempo con petro dólares y mezquitas la casa Saud ejerce influencia geoeconómica y geopolítica en Turquía, Egipto, Jordania y Marruecos, en aras de impedir el arco chiita que pretende construir Teherán en Irak, Irán, Siria y El Líbano.
Al estar de por medio y tan cercanos con la realidad de los intereses geopolíticos de las potencias, las ambiciones geopolíticas regionales de Irán y Arabia Saudita, configuran un problema mucho más grave, que las tradicionales guerras de los árabes y musulmanes contra Israel, pues por extensión el problema incide en las tensas relaciones de India-Pakistán, la posesión de armas atómicas, la problemática del yihadismo internacional, pero sobre todo en el riesgo de convertir un conflicto singular y local, en una guerra generalizada debido a la cantidad de intereses e intenciones geopolíticas del Kremlin, la habilidad de China para terciar en un problema e instigar a Corea del Norte para que amenace a Japón y Corea del Sur para luego de tirar la piedra esconder la mano.
En síntesis, el asunto es demasiado serio y requiere atención, sindéresis, cabeza fría, demostraciones de fuerza calculadas y presión internacional para evitar males mayores. Ya lo hemos dicho en otros escritos: Por mucho menos comenzaron dos guerras mundiales, que aún no terminan de dejar secuelas en la humanidad.
Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Especialista en Estrategia, Geopolítica y Defensa Nacional
El coronel Luis Alberto Villamarfín Pulido, es uno de los académicos ccidental de habla hispana en el hemisferio occidental que ha estudiado y analizado con mayor profunidad y precisión los fenómenos geopolíticos derivados del terrorismo internacional, temas sobre los cuales ha escrito y publicado varias obras y cientos de artículos, asi como análisis como panelista o conferenciante en diversos lugares del planeta.
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