Conflicto colombiano: Una guerra sin objetivos nacionales

Publicado: 2007-08-13   Clicks: 2022

          Por coronel Luis Alberto Villamarin Pulido

      Escritor-estratega

      Publicado en el Diario El Tiempo de Bogotá-Colombia, el 13 de Agosto 2007 9:00 PM

      http://www.eltiempo.com/blogs/analisis_del_conflicto_colombiano/2007/08/Conflicto-colombiano-Una-guerr.php

       cover guerra sicológicaEs común que durante los periodos preelectorales cada candidato a la presidencia de la república esboce un plan de gobierno que según sus palabras va a reducir la pobreza, fomentar el empleo, multiplicar la cobertura de la vivienda, impulsar la educación, fortalecer la justicia, etc. Pero en realidad, la situación persiste en niveles dramáticos.

     La explicación de dicho caos es sencilla. No hay objetivos nacionales, por lo tanto no existen políticas de Estado a largo tiempo ni planes de larga duración. Cada alcalde manda en su año. Cada quien se cree dueño y señor de la verdad durante el periodo que ejerce la autoridad o el cargo. El vicio de la reformitis aumenta la burocracia y entorpece los procesos. Prevalece el afán de inaugurar obras en búsqueda de la imagen personal y el cultivo del reinado de la corrupción.

     La defensa nacional, en particular después de la aprobación de la Constitución de 1991, ha adolecido por carencia de objetivos nacionales. El crecimiento del narcotráfico y su influjo en casi todos los aspectos de la vida nacional, sumado al desconocimiento de los ministros de Defensa civiles, de cuales son los objetivos nacionales y desde luego la ausencia de una estrategia integral del Estado para combatir los agentes generadores de violencia, hicieron mas complejo el crónico conflicto armado en Colombia.

     Prueba de la ausencia de objetivos nacionales y de la evidente carencia de claridad conceptual, es que las desmovilizaciones, rendiciones y entregas de los terroristas del M-19, el Epl, el Quintín Lame, el Prt, y la Corriente de Renovación Socialista del Eln, obedecieron a las derrotas militares que les causó el Ejército en el campo de batalla y no a que los gobiernos de Virgilio Barco y Cesar Gaviria hubieran formulado estrategias concretas al respecto. Por el contrario, Gaviria creyó que tenía la sartén por el mango y cayó en el mismo error de los anteriores y posteriores gobernantes, al pensar que las Farc se rendirían como hicieron los otros terroristas recién desmovilizados.

     Cada uno de los gobernantes colombianos de la última mitad del siglo ha encarado el problema a su manera y no dentro de una línea conceptual definida. Guillermo León Valencia los trató como lo que eran en ese momento: bandoleros herederos de la barbarie liberal-conservadora. Autoritario y egocentrista, Lleras Restrepo olvidó la dimensión del problema. Pastrana Borrero, dedicó esfuerzos a resolver crisis generadas por su novato ministro de Educación Luis Carlos Galán, y a impulsar el Upac, que años después colapsó la industria de la construcción, pero se olvidó de dirigir la guerra que aunque incipiente denotaba visos de crecimiento proyectado.

      Fiel a su estilo politiquero y oportunista, López Michelsen permitió la resurrección del Eln, fue corto de visión ante el nacimiento del M-19 y alejado del mando militar. Turbay Ayala promovió la mano dura contra el M-19, pero desconoció el crecimiento estratégico de las Farc. Laxo, iluso y ególatra, Belisario Betancur inició la entrega de la soberanía nacional a las Farc, situación que hizo metástasis durante el desgobierno de Andrés Pastrana, luego de cruzar por la ingobernabilidad de Barco, Gaviria y Samper.

     Si no fuera por el abnegado sacrificio del Ejército para contener los planes de desarrollo subversivo,  ya las Farc habrían instaurado una dictadura comunista en Colombia. Un detallado examen de la evolución de los acontecimientos de guerra y paz, demuestra que ninguno de los presidentes enunciados ha llegado a la presidencia con una estrategia clara para ganar la guerra, ni mucho menos para negociar la paz. Todos han llegado a ensayar y a esperar un golpe de suerte, pero como la contraparte si está organizada y desarrolla su accionar sobre un eje directriz, los resultados saltan a la vista.

    Pasados cuarenta y tres años de guerra de Colombia contra las Farc, aún no hay claridad entre los altos funcionarios civiles acerca de cuales son los objetivos, los planes y las líneas de acción subversivas. No hay objetivos nacionales precisos en el campo de la Defensa nacional. El Ejército ha estado y sigue estando solo en la lucha contra las Farc.

    Se ha negociado en medio de la guerra, se han firmado ceses temporales al fuego, se ha permitido la salida temporal de la cárcel de algunos terroristas, se ha permitido la intromisión politiquera de algunos embajadores, se ha facilitado que los periodistas ansiosos de premios del gremio den todo el despliegue publicitario a los guerrilleros, se ha dicho que son comunistas, que si tienen ideología política, que no tienen ideología, que son terroristas sin norte político, que son narcotraficantes, etc.

       Internamente el Ejército ha tenido como prioridades operacionales combatir la guerrilla, el narcotráfico y la delincuencia común. No así los ministros de defensa civiles, que se han limitado a esperar para retransmitir los resultados operacionales. Así pasan intrascendentes en sus cargos. Desde luego, que debido a esa ausencia de objetivos reina la imprecisión para determinar contra que enemigo combate la fuerza militar del Estado.

 

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

Analista de asuntos estratégicos

www.luisvillamarin.com

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