Perfil del ministro de Defensa que necesitan Colombia y la Fuerza Pública

Publicado: 2014-03-30   Clicks: 4318

     Análisis del conflicto colombiano

     Luis Alberto Villamarin PulidoVeintitrés años después  de que César Gaviria nombrara a Rafael Pardo Rueda como primer funcionario civil a cargo del ministerio de Defensa, es muy pobre el balance de la gestión de 14 personajes que han rotado por ese cargo, pues los supuestos objetivos de representar políticamente a la Fuerza Pública, bloquear la capacidad política de los grupos narcoterroristas y dinamizar la gestión administrativa de las tropas; viró en camadas de politiqueros con nuevos cargos, mas burocracia para devolver favores políticos, y, el obvio deseo de meter la mano en el presupuesto.

     En la práctica, la respuesta de los mandos de la Fuerza Pública desde 1991 hasta la fecha, así como la reacción de las organizaciones de la reserva activa, han sido tibias, insuficientes y sin el necesario reajuste de cargas, para hacer entender a los sucesivos presidentes y ministros civiles de Defensa, que este cargo no es para devolver favores políticos, ni para hacer campaña presidencial por anticipado, ni para apropiarse de los éxitos militares de las tropas con auto-propaganda de supuestos estrategas, ni para entregar el manejo de la inteligencia estratégica a la Policía Nacional, ni para nada diferente a dirigir la estrategia política de alto nivel para derrotar a los terroristas, representar políticamente a las tropas, facilitar su funcionalidad administrativa, garantizar la defensa jurídica de los uniformados, defender el fuero militar y articular la política nacional con la operatividad de las tropas.

     fallo salomonico la hayaVistas las anteriores consideraciones, invitamos desde esta columna a los directivos de las organizaciones de la reserva activa, a que expliquen a los actuales candidatos a la presidencia de la república y a los congresistas elegidos, cual debe ser el perfil del ministro de Defensa, con base en la realidad de la farsa de las conversaciones de paz con los terroristas en La Habana, los agresivos planes del Alba y el Foro de Sao Paulo, Rusia y China, y los nocivos efectos de la desinformación y la ignorancia manifiesta de la población civil colombiana en torno a la defensa nacional, en términos de este talante:

    Como mínimo debe haber prestado servicio militar, para que por respeto con las tropas que va a dirigir por lo menos conozca los grados y distintivos militares. Que se sepa, por ejemplo, un economista o un ingeniero civil, no pueden dirigir una cirugía de corazón abierto, o sin ser futbolistas ni haber estudiado carrera deportiva, ser técnicos de la selección Colombia de fútbol.

    Pero el tropicalismo colombiano es enorme. Desde el embeleco de Gaviria para meter burócratas e hincar el colmillo en el atractivo presupuesto de defensa nacional, han rotado por ese cargo politiqueros como Pardo Rueda, Martha Lucía Ramírez, Lloreda Caicedo y Gilberto Echeverri; delincuentes de cuello blanco como el condenado Fernando Botero Zea; mediocres figurones como Bell Lemus, Rodrigo Rivera, Silva Luján, Juan Manuel Santos , Fernando Ramírez, un nefasto politiquero de apellido Ospina y un juglar de apellido Uribe que se disfrazaba de soldado; personajes cuestionados como el payanés González; “auto-estrategas”como Juan Carlos Pinzón o su mentor Santos; y “buenos tipos” como Esguerra Portocarrero. Pero como dice el locutor deportivo William Vinasco Ch: De aquello nada.

    En ese orden de ideas, es conveniente que el próximo presidente y los congresistas sepan que Colombia y sus tropas necesitan un ministro de defensa que haya estudiado la defensa nacional en todos los campos, es decir que sepa de inteligencia estratégica, inteligencia táctica y fundamentos de inteligencia de combate. Y desde luego que entienda la estructura orgánica de las Fuerzas Militares, la Policía Nacional, sus misiones y sus funciones precisas, por ende dispuesto a evitar que la farsa de conversaciones de La Habana termine con la desarticulación mayoritaria de las tropas, que después de servir al país quedarían a la deriva.

    Que haya estudiado geopolítica y entienda el contexto regional, para que articule la inteligencia estratégica, con el desarrollo proyectado de las Fuerzas Militares para la seguridad nacional, en el caso específico de la actual Colombia, frente a los nexos de los gobiernos comunistas del hemisferio con las Farc y el Eln; además de la grave agresión que tejen el gobierno de Nicaragua y otros cómplices contra el Caribe colombiano.

    Así mismo, el ministro de Defensa debe conocer la historia del conflicto colombiano, tener la capacidad para dirigir la producción literaria, de audio y de video de la memoria histórica del conflicto tal y como la han experimentado las tropas durante cinco décadas; pero para ello es ineludible que el ministro de Defensa conozca, entienda y sepa como contrarrestar todo el contexto estructural del Plan Estratégico de las Farc y el Eln.

     Que tenga suficiente capacidad directriz, para ejercer liderazgo convincente sobre las tropas que a diario exponen sus vidas para tenerlo en el cargo, que no es para que le hagan honores, sino para dirigir la guerra, y garantizar los derechos y el bienestar de soldados y policías en todos los sentidos.

     Los militares y policías necesitan un ministro de Defensa que tenga la capacidad y la lealtad suficiente para sostener un organismo de defensa jurídica dirigido por profesionales del derecho de las más altas calidades; que estructure un cuerpo de funcionarios de Justicia Penal Militar doctos en la materia con suficiente bajage intelectual y académico para defender y fortalecer el fuero militar; que se preocupe y dirija el proceso permanente de educación militar en todos los campos del quehacer castrense, la defensa nacional, la geopolítica, las carreras civiles complementarias que escojan en las escuelas de formación, los derechos humanos y el Derecho Internacional Humanitario.

     El ministro de Defensa que necesita Colombia, debe conocer la estructura de la guerra política que plantea el narcoterrorismo comunista, para que pueda contrarrestar las guerras de estratagemas, de inteligencia, política, de organizaciones, jurídica y sicológica de los grupos terroristas y sus cómplices.

     Este ministro debe entender y aplicar con acierto lo que ahora denominan acción integral que incluye propaganda y contrapropaganda, acción sicológica, acción-civico militar, asuntos civiles; fundamentos de administración pública, relaciones con la comunidad.

     El ministro de Defensa de Colombia debe dirigir la estrategia de servicio de salud de las Fuerzas Militares, para evitar el vergonzoso estado de disfuncionalidad e incapacidad física y técnica que hoy caracteriza al Hospital Militar y los dispensarios. La función del ministro de Defensa, no es solo favorecer o tolerar contratos cuestionados como el del arcaico call center para padecer el trauma de no conseguir citas médicas,  equipos inservibles, falta de nombramientos de especialistas en propiedad, o la asignación de la entrega de medicamentos a empresas que carecen de esa capacidad.

     El ministro de Defensa debe dirigir estrategias para que se solucione el eterno problema de la insuficiencia de viviendas fiscales, liceos para los hijos de los militares y policías, centros de recreación, centros de reclusión, readaptación digna de los militares retirados a la vida civil, dar una funcionalidad efectiva a favor de las tropas a la Universidad Militar creada para eso y no para los fines actuales,  etc.

     Y para demostrar que si va a cumplir con estos encargos que son obligaciones legales ineludibles, el nuevo ministro de defensa, sin importar cual sea la corriente política que a pertenezca el próximo presidente, debe garantizar a la familia militar, en un documento público, que tan pronto se posesione, solucionará la injusta discriminación salarial a la que han sometido las Fuerzas Militares,  los gobiernos de Gaviria, Samper, Pastrana, Uribe y Santos, mediante el descarado incumplimiento de la nivelación salarial contemplada en la ley 4 de 1992.

      Si alguno de los actuales candidatos presidenciales, tiene el carácter de aceptar por escrito y en público el compromiso que nombrará en el cargo de Ministro de Defensa del próximo gobierno a una persona, que por ese perfil debe ser un militar de la reserva activa, y que va a cumplir con todas y cada una de estas condiciones, demostrara patriotismo y comprensión del problema.

     Por razones obvias, jamás se podría creer,  ni mucho menos esperar, que aunque Juan Santos firme ese compromiso en público, vaya a cumplirlo.

 

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

Analista de asuntos estratégicos

www.luisvillamarin.com

El coronel Luis Alberto Villamarín Pulido es autor de 22 obras relacionadas con la defensa nacional, el terrorismo internacional, el conflicto colombiano y la historia del hemisferio. Para leer sus obras haga click aquí

 

 

 

Reciba gratis noticias, articulos y entrevistas

* indicates required

Maintained and Created by: { lv10 }

LuisVillamarin.com, 2015©